SEGURAMENTE SU DESEO MAS FERVIENTE ES QUE TERMINE SU SEXENIO QUE ACABO EN PESADILLA
Adiós para siempre, adiós
Enrique López Aguilar
Eras el Raid Matabichos, plaguicida con sombrerote ranchero, botas gruperas y cinturón con hebilla de naco: asesino de tepocatas y víboras prietas. Desde que te metiste a la política (¿tal vez, antes?) hablaste como baboso, a la manera de un personaje chespiritense, con personal verborrea fruto de una acentuada logorrea (te paso la definición, pues no entiendes lo que digo: el término proviene del griego logos, "discurso", y rheo, "fluir", y significa "habla copiosa, continua, incontrolable y excesiva, aparentemente relacionada, que se observa en episodios maníacos de trastornos bipolares y otros trastornos psíquicos". Así, Bisonte, esa diarrea verbal que te caracteriza también te lleva a decir babosadas (repito el adjetivo, pero sólo así comprendes): "¿y yo por qué?", "José Luis Borgues", "ambos cuatro", y aferrarte a un habla políticamente correcta con perpetuas invocaciones a las mexicanas, mexicanos, mexicanitas y mexicanitos, aunque no hicieras nada por ellos desde ese papel de presidente republicano, que nunca acabaste de entender para qué servía.
Si por algo te vamos a extrañar es por tu infinito potencial para decir perpetuas tonterías. Has sido el presidente mexicano más ignorante e inculto y, para las mediciones de la comicidad, no tenían pierde tus discursos cotidianos. Es una pena que no te hayas dedicado a la conducción del Risámetro en lugar de a los destinos de un país tan flagelado como México, que no requiere de payasos, sino de verdaderos políticos. Te lo propongo de la siguiente manera: ojalá te hubiéramos podido decir: "comes y te vas", o "llegas y te vas", pero permaneciste seis años y los efectos de tus infecciones no se van contigo, sino que dañarán mucho tiempo a la economía y la sociedad del país.
¡Largo! ¡Hasta nunca! Ojalá no volvamos a saber de ti.
Enrique López Aguilar
Eras el Raid Matabichos, plaguicida con sombrerote ranchero, botas gruperas y cinturón con hebilla de naco: asesino de tepocatas y víboras prietas. Desde que te metiste a la política (¿tal vez, antes?) hablaste como baboso, a la manera de un personaje chespiritense, con personal verborrea fruto de una acentuada logorrea (te paso la definición, pues no entiendes lo que digo: el término proviene del griego logos, "discurso", y rheo, "fluir", y significa "habla copiosa, continua, incontrolable y excesiva, aparentemente relacionada, que se observa en episodios maníacos de trastornos bipolares y otros trastornos psíquicos". Así, Bisonte, esa diarrea verbal que te caracteriza también te lleva a decir babosadas (repito el adjetivo, pero sólo así comprendes): "¿y yo por qué?", "José Luis Borgues", "ambos cuatro", y aferrarte a un habla políticamente correcta con perpetuas invocaciones a las mexicanas, mexicanos, mexicanitas y mexicanitos, aunque no hicieras nada por ellos desde ese papel de presidente republicano, que nunca acabaste de entender para qué servía.
Si por algo te vamos a extrañar es por tu infinito potencial para decir perpetuas tonterías. Has sido el presidente mexicano más ignorante e inculto y, para las mediciones de la comicidad, no tenían pierde tus discursos cotidianos. Es una pena que no te hayas dedicado a la conducción del Risámetro en lugar de a los destinos de un país tan flagelado como México, que no requiere de payasos, sino de verdaderos políticos. Te lo propongo de la siguiente manera: ojalá te hubiéramos podido decir: "comes y te vas", o "llegas y te vas", pero permaneciste seis años y los efectos de tus infecciones no se van contigo, sino que dañarán mucho tiempo a la economía y la sociedad del país.
¡Largo! ¡Hasta nunca! Ojalá no volvamos a saber de ti.
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