EL CARDENAL Y SU GUSTO POR LA BUENA VIDA
Otra vez Norberto Rivera: peleando contra los seguidores de Andrés Manuel, contra las acusaciones que pesan sobre él en Estados Unidos por presunto encubrimiento de pederastas, contra los sacerdotes progresistas del país. Otra vez Norberto: cercano a los políticos y las elites nacionales. Un hombre, definido por el especialista Bernardo Barranco, que tiene más hambre de poder que espíritu pastoral.
Por Humberto Padgett
padgett@eme-equis.com.mx
Es un cardenal que se acerca al poder, que hace política y no religión. Es Norberto Rivera, príncipe de la Iglesia Católica en México.
Un religioso que hace sermones políticos, que gusta de estar ante los reflectores y las cámaras, que se formó en el entorno más conservador de la Iglesia y que especula en las ligas políticas con su “imposible” candidatura al papado.
Otra vez Norberto Rivera Carrera. Ahora regresa nuevamente a la polémica, acusado ante una corte estadunidense de encubrir a sacerdotes pederastas. “Y habrá de presentarse a rendir cuentas”, advierten quienes lo responsabilizan de no haber hecho nada para impedir los abusos sexuales de sacerdotes a su cargo.
Así lo sintetiza Bernardo Barranco, sociólogo de la religión: “A Norberto Rivera lo encontramos en fiestas de poderosos, en cumpleaños de gente rica. Tiene una extraña fascinación por el poder, tiene una especie de atracción por las elites”, define el especialista.
–¿Qué hace polémico a este cardenal? –se le pregunta al especialista.
–Es un personaje muy orientado hacia el poder, es un hombre con sensibilidad política y no pastoral. Es un perfil mediático, de alianzas con los sectores pudientes y poderosos tanto dentro de la Iglesia como en el sistema político mexicano. Es un personaje en que se contrasta su dicho con sus hechos y su actitud con las necesidades de fe de la población. La gente ve a un político, no a un religioso.
–¿Desde hace cuánto la Iglesia mexicana no era dirigida por un hombre tan polémico?
–Norberto heredó la dirección de Girolamo Prigione, incluso en el estilo de gobernar la Iglesia. Rara vez hemos tenido obispos estridentes. El perfil de los obispos mexicanos es más bien bajo, con un perfil pastoral muy local. Norberto se subió en la ola empujada por el papa para hacer de la Iglesia mexicana una Iglesia internacional.
Barranco añade que ha cuajado un liderazgo no únicamente nacional, sino con presencia internacional, pero siempre dentro del ala más conservadora de la institución.
Así, dista de ser Claudio Humes, de Brasil; de Jorge Bergoglio, de Argentina, y Óscar Rodríguez Maradiaga, de Honduras, quienes han ejercido la pastoral en la acción social que les toca.
“La autoridad de ellos no deviene de estar entre los poderosos de sus países, sino con sus comunidades”.
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Ahora el cardenal podría tener que asistir a la corte de California, acusado de encubrir a un cura pederasta, Nicolás Aguilar, quien habría abusado de un menor de edad en 1994.
El demandante, Joaquín Aguilar, asegura que el cardenal conoció de diversos abusos sexuales presuntamente cometidos por aquel párroco en la diócesis de Tehuacán, Puebla, de la que Norberto Rivera fue obispo.
Y en vez de ponerlo a disposición de las autoridades civiles, al menos de pretender el retiro de sus facultades religiosas, promovió su reubicación en Los Ángeles, donde habría cometido más abusos, según los abogados de Joaquín Aguilar.
El arzobispado de México y la Conferencia del Episcopado Mexicano han contestado que Joaquín Aguilar, así como la Red de Sobrevivientes de Abusos de Sacerdotes, que lo defiende, están motivados sólo por intereses económicos.
Quieren “enlodar a la Iglesia”, dicen.
“En ningún momento he encubierto al sacerdote Nicolás Aguilar Rivera ni a ningún otro. El supuesto delito cometido durante su estancia en esta arquidiócesis fue perpetrado antes de ser nombrado yo arzobispo de esta ciudad, por lo que no se me puede imputar responsabilidad o, peor aun, complicidad alguna.
“Prueba de lo que afirmo es que, antes de tomar yo posesión, en julio de 1995, él huyo de la ciudad de México, pues tenía claro que no permitiría que ejerciera su sacerdocio en esta iglesia diocesana”, sostuvo el cardenal en su defensa y le reclamó a Nicolás que se entregara.
Rivera Carrera también es señalado por ignorar denuncias de abusos cometidos en Tehuacán, sin embargo, cuando esos ataques ocurrieron, en 1997, el hoy purpurado ya no titulaba la diócesis, sino que ésta estaba a cargo de Mario Espinosa.
Pero esta polémica no es la única en que se le ha señalado por ser displicente con las denuncias de violaciones sexuales cometidas en su Iglesia.
Ya antes Rivera Carrera se había enfrentado a denuncias públicas por desoír reclamos, vertidos en su propia Iglesia, de abusos sexuales cometidos por sacerdotes contra menores.
La anterior ocasión fue por la defensa que aún hace de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, a quien Benedicto XVI ordenó retirarse de la vida pública, luego de que se publicaran decenas de actos de pederastia.
–Existen dos asuntos sobre pederastia en que se hacen señalamientos en su contra por encubrimiento o indolencia, ¿qué tanto afecta esto al cardenal?
–Rivera –responde Barranco– siempre ha estado muy cerca de Marcial Maciel; incluso niega que éste haya sido sancionado, sino que argumenta que se trata únicamente de una orden para pasar a retiro, cuando en el fondo hay un reconocimiento a los abusos y a los ilícitos. En el caso del padre Aguilar, se coloca nuevamente como tema de fondo el fuero religioso que subsiste después de la Colonia, como si no importara que los movimientos liberales lo hubieran quitado.
“Hay un encubrimiento y debe ser señalado, como ocurrió en Estados Unidos; debe acordar con los agraviados, debe haber una preocupación por las víctimas. Y la situación, por supuesto, afecta, y mucho, al cardenal”.
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Norberto pertenece al Club de Roma, como fue bautizado en 2000 por Antonio Roqueñí, ex juez eclesiástico arquidiocesano. Este hacía referencia a los obispos beneficiados por su cercanía del entonces secretario de Estado del Vaticano, Ángelo Sodano.
El club estaba encabezado al inicio por Girolamo Prigione, ex nuncio apostólico, y ahora está lidereado por Rivera Carrera. En él se incluye a los obispos Onésimo Cepeda, Luis Reynoso Cervantes y a Marcial Maciel.
“Era el ala priista que tenía una relación muy estrecha con el gobierno y que en 2000 ejerció presión en favor de Francisco Labastida y contra toda posición progresista en el interior del episcopado. Se enfrentaron a Samuel Ruiz, de Chiapas, luego a Justo Mullor, sucesor de Prigione, quien advirtió que sería 90 por ciento pastoral y diez por ciento político. El grupo logró removerlo a Estados Unidos”, detalla el investigador.
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Son tres las figuras que acercan a Norberto Rivera con Vicente Fox, formado en escuelas jesuitas, más progresistas, apunta Barranco.
El primer punto de contacto lo establece Marta Sahagún, militante legionaria. Los otros se efectúan a través de Santiago Creel, entonces secretario de Gobernación, y de Carlos Abascal, ex secretario del Trabajo y sucesor de Creel.
“Luego utilizó su probable candidatura papal –probabilidad que tiene cualquier cardenal– para reposicionarse, luego de jugársela por Labastida y afianzarse con el primer gobierno católico después de gobiernos jacobinos. De cierta forma, hacía creer al nuevo gobierno que éste correría al enfrentarse a un posible papa”, observa el ex presidente del Centro de Estudios Religiosos de México.
“Pero él ha sabido que sus posibilidades de ser papa son nulas. Para ser papa se requiere mucho empaque, una trayectoria intachable, un nivel de lucidez intelectual agudo y un nivel de formación sólida. Norberto Rivera está lejos de aspirar a cualquiera de estas características”.
Y en la cúpula eclesiástica mexicana, el cardenal tampoco goza de toda la aceptación: intentó tres veces ser presidente de la Conferencia Episcopal y los votos han sido magros, no ha pasado de 15 en un universo superior a los cien electores.
–El comportamiento político reciente de Norberto, alrededor de la última elección presidencial, ¿profundizó la polarización social?
–Quiso quedar bien con todos: su simpatía con el PRI, su cercanía con el PAN y su relación personal con López Obrador, pero al final quedó muy mal con el PRD. Después del resultado lanza una cargada religiosa a favor de Calderón y declara que es inadmisible una izquierda intolerante y violenta. Esto causa irritación y recuérdense los bochornosos episodios de cuando los perredistas le interrumpen una misa.
El último de esos episodios ocurrió el 5 de noviembre, cuando unos 30 manifestantes interrumpieron la misa en la Catedral Metropolitana y, con las manos manchadas con pintura roja en simulación de sangre, lo acusaron de encubrir asesinos y pederastas. Le exigían dejar de inmiscuirse en la vida política del país.
Al término de sus homilías o desde el púlpito mismo, Norberto ha emitido una y otra vez opiniones sobre las instituciones, los políticos y los programas sociales.
Así arremetió contra la píldora del día siguiente, la eutanasia, el aborto y las sociedades de convivencia.
En 2003 fue un férreo opositor del reconocimiento legal de las sociedades de convivencia, en particular de las formadas por personas con preferencias homosexuales, posibilidad impulsada por la Asamblea Legislativa del DF.
“No es una opinión de tu servidor: desde el principio Dios creó al hombre y mujer, macho y hembra, y ese es el fundamento que debemos reconocer. No, sencillamente no son familias, no se completan como tales, serán otra cosa, pero no se pueden equiparar, una cosa es una familia y otra, ellos”, adoctrinaba Rivera.
Norberto lo logró: la iniciativa no prosperó. El entonces jefe de gobierno del DF, Andrés Manuel López Obrador, cedió ante el arzobispo primado.
A principios de octubre de 2005, hace un año, la ALDF discutió la posibilidad de permitir la muerte voluntaria a enfermos en estado terminal.
El cardenal no se contuvo y, con el desafuero de López Obrador aún reciente, el religioso desafió a los legisladores y amagó con un llamado a la desobediencia civil: “Cuando la autoridad se sale del marco legal desde donde puede y debe gobernar, no hay obligación de tributarle obediencia, y si se opone a los derechos humanos fundamentales, entonces hay que negarle la obediencia”, advirtió el 16 de octubre de 2005.
La convocatoria fue respaldada por el líder nacional del PAN, Manuel Espino, y por el secretario de Gobernación, Carlos Abascal. Los legisladores panistas se unieron a las protestas.
Y la ley, que pudo ser sacada adelante por la mayoría perredista de la Asamblea capitalina, tuvo una muerte asistida en la congeladora legislativa.
La píldora del día siguiente fue un punto de enfrentamiento directo a mediados del año pasado entre Rivera Carrera y el secretario de Salud, Julio Frenk, disputa a la que se sumó nuevamente Abascal y nuevamente a favor de su postura religiosa.
“Aunque se llamen anticonceptivos, cuando producen aborto, a eso se le llama asesinato, y no está permitido asesinar a un inocente”, sentenció Rivera Carrera. Con todo, el anticonceptivo sí fue incluido en el cuadro de medicamentos del sector salud.
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