QUIEN FUE EL PEOR ENEMIGO DE FOX?
Por Humberto Padgett
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En julio de 2000, la algarabía, el optimismo. México había entrado al reino de las democracias. Y todo cambiaría: el cambio, decían; el cambio, insistían, ya llegó. En noviembre de 2006, nada. Las cosas se atoraron, los festejos se aguaron. El cambio se tropezó.
Y de ello hay responsables. Los ojos de George Grayson, uno de los más respetados académicos de Estados Unidos especializados en la política mexicana, se concentran en dos polos: una “izquierda irresponsable”, a la que hay que sumar, cerrando la pinza, a Vicente Fox, un presidente “sin liderazgo”, incapaz de aprovechar las circunstancias para trabajar al menos la primera mitad de su sexenio con un Congreso a su favor.
Pero no todo está perdido, diagnostica Grayson, un profesor de The College of William and Mary, la institución pública universitaria más antigua de Estados Unidos, de la que se graduó el actual director de la CIA, Bob Gates.
Y una de las razones para ser optimista, dice en entrevista telefónica desde el estado de Virginia, es que el presidente electo Felipe Calderón no ha pretendido inflar las expectativas con respecto a sí mismo, como lo hiciera el guanajuatense hace seis años.
–¿Estuvo Fox a la altura de las expectativas de cambio que levantó en 2000?
–De ningún modo. Vicente Fox elevó las expectativas al cielo y la gente está sumamente frustrada con su actuación como presidente. Goza de un nivel bastante alto de aprobación por parte del público. Sin embargo, los votantes no elegirían a Fox para un segundo sexenio, aun si constitucionalmente pudieran.
–¿Se merece Fox la oleada de críticas al final de su sexenio, que se le haya impedido rendir su último informe, que se pretenda evitar la transferencia de poderes a Felipe Calderón?
–Es la falta de responsabilidad de la izquierda, especialmente los cuates de Andrés Manuel López Obrador. Están actuando de manera irresponsable. Hay límites. Fox tendría que emplear la fuerza necesaria para asegurar una transferencia tranquila del poder.
–¿A quién le atribuimos la responsabilidad de la crisis política y el estancamiento económico? Algunos señalan a la izquierda y otros al presidente Fox…
–Se puede compartir esa responsabilidad. Pero hay un hecho: Fox no ha tratado de forjar la unidad de su propio partido, desestimó a sus aliados del Partido Verde y no trató de reclutar a miembros progresistas del PRI en las reformas cruciales. Se puede culpar a los congresistas también, pero a quien hay que cargarle más responsabilidad es a Fox por su falta de liderazgo.
Considerado un crítico de López Obrador y del perredismo, Grayson, quien con frecuencia es invitado al Departamento de Estado para compartir con los primeros niveles de la administración estadunidense su visión sobre México, no es condescendiente con Fox.
Le concede crédito en dos programas de gobierno que él considera exitosos: Oportunidades y el Seguro Popular, pues ambos tienen un efecto favorable en los sectores más pobres. A estos añade, con reticencias, la construcción de vivienda, aunque en este caso contó con la “ayuda” del crecimiento demográfico y, en consecuencia, del presupuesto público.
–El gobierno federal muestra la estabilidad macroeconómica como uno de sus grandes logros…
–Sí, es válido, pero no es mérito de Fox propiamente hablando. El liderazgo en temas macroeconómicos corresponde a Francisco Gil Díaz y a Guillermo Ortiz. Lo malo es que no hay una mejor distribución de riqueza y por eso diez por ciento de los mexicanos controla 45 por ciento de la riqueza en su país.
Sorprende la actitud crítica de Grayson: “La única reforma relevante que vimos fue sobre transparencia. El funcionamiento del gobierno es más claro. Pero esta reforma no impacta a la gente de la calle. Es un paso adelante.
“Fox también ha respetado los fallos del IFE y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. La gestión de Fox tiene un saldo mixto, aunque creo que hay más aspectos negativos que positivos que debemos reconocerle”.
–¿Cómo cuáles?
–(Ríe con fuerza). Bueno, no hemos visto represión… Pero otro error de Fox ha sido su timidez a la hora de usar el poder del Estado para proteger la seguridad de los ciudadanos. El que la APPO haya ocupado la ciudad de Oaxaca durante seis meses muestra una falta de liderazgo presidencial. Entiendo el complejo, casi el tabú de Tlatelolco; sin embargo, un líder debe asegurar el orden público.
–¿Considera que el trato que le dio la prensa mexicana fue justo?
–Depende del medio. Pero Vicente Fox fue su propio peor enemigo y, después del fracaso de Atenco, todo mundo supo que se trataba de un líder sumamente débil. La culpa la tuvo Fox, más que los medios masivos de comunicación.
Autor de 20 libros sobre Latinoamérica y con más de 125 viajes a la región, los juicios de Grayson no son los de un improvisado. Y a Fox lo tiene bien estudiado: es un excelente “pescador” de votos, pero también es un hombre al que, en el fondo, no le gustan la política ni los políticos.
Esto explica, diagnostica, la incapacidad de esta administración para establecer alianzas. El presidente panista no unificó a su propio partido antes de su toma de posesión. Luego desdeñó al Partido Verde, “un partido changarro, pero con votos en el Senado y en la Cámara de Diputados”. Finalmente, no tejió alianzas firmes con 30 o 40 “priistas progresistas con la tendencia de trabajar en su favor”.
Por si fuera poco, dio la espalda a los panistas históricos en la formación de su gabinete.
“El Congreso se puso muy difícil con Fox, pero él no tuvo la capacidad de forjar alianzas. Por eso no vimos ninguna reforma económica importante. Su gobierno fue un fracaso rotundo cuando hablamos de las reformas que son imprescindibles”.
Y no se detiene: “México ha perdido seis años gracias a Vicente Fox. Perdió una oportunidad casi única para mejorar las condiciones en México, también para mejorar las relaciones bilaterales con Estados Unidos. Perdió cinco meses antes de tomar posesión viajando por todo el mundo con Jorge Castañeda, buscando el bono democrático.
“Su gabinete fue variable, ‘Montessori’, en el que hay gente en el área económica que son de primera categoría, como Paco Gil Díaz y Guillermo Ortiz, mientras que en Gobernación, Santiago Creel fue un desastre. La culpa fue otra vez de Fox por no promover la cohesión dentro de su equipo”.
Grayson tiene claro que Fox no resistió la tentación de volver a los tiempos en que fue un candidato “fantástico” e intervino, en contra de la legislación, en favor del candidato del PAN. “Casi le costó a Calderón la elección”.
–El discurso oficial trata de asociar a Fox con la idea de la democracia. ¿Le parece que México sea un país más democrático que hace seis años?
–Hemos visto mucho progreso electoral, pero esto no equivale a la democracia. La gente de la calle quiere ver resultados después de las elecciones: empleo, salarios más altos, seguridad pública, mejoras en educación y salud pública. Y no hemos visto avances, aunque mayormente es culpa del Congreso.
Pero aún hay remedio, si se es optimista. Y éste se halla en alguna parte de la “pista sembrada de obstáculos” que deberá recorrer el presidente electo.
–¿Qué expectativas despierta Felipe Calderón?
–Tiene experiencia como congresista. Sabe cómo construir alianzas, es sumamente inteligente y sabe cómo fijar prioridades. Esto fue un problema de Fox, “que traía un sabor cada mes”. Calderón tiene mucho más claridad con respecto a su agenda. Hay mucho más unidad dentro del PAN que la que tuvo Fox en su época.
Para que Calderón marque diferencia con respecto a Vicente Fox, considera Grayson, debe priorizar los programas sociales y remarcar su propósito de no gobernar sólo para las clases media y alta.
En segundo término, “debe aplicar la ley, no puede permitir la delincuencia, la violencia y los ataques contra los derechos humanos, como han ocurrido bajo Fox”.
–¿Tenemos razones para pensar que Calderón terminará mejor que como lo hizo Fox?
–Sí, soy bastante optimista. Calderón tendrá un sexenio mucho más exitoso que el de Fox.
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