FOX Y SUS MENTIRAS RESPECTO AL EMPLEO
Desempleo y crisis herencia del foximo
Durante el sexenio foxista la tasa de desempleo abierto casi se duplicó y dejó a más de un millón 800 mil personas en la desocupación total, por lo que la mayoría de los mexicanos que, durante la administración de Vicente Fox se integraron al mercado laboral, abandonaron el país, se emplearon en la informalidad o han sobrevivido “de prestado”
Zósimo Camacho
En materia de empleo, Vicente Fox Quesada entrega un país en desastre. Durante el “sexenio del cambio” se incrementaron en más de un millón el número de mexicanos desempleados, en alrededor de 2.5 millones los que tienen “empleo precario” y en la misma cantidad los que debieron salir del país en busca de trabajo.
Y es que la población económicamente activa (PEA) creció en más de un millón de personas por año, y la administración foxista apenas pudo mantener el número de empleos formales que existían en 2000.
Las lejanas promesas de Fox de un crecimiento en la economía a tasas de 7 por ciento y creación de un millón 200 mil empleos al año provocan, en las postrimerías del sexenio, sonrisas con dejo de frustración en algunos economistas o reacciones de molestia en el rostro de otros.
De acuerdo con el investigador Gerardo González Chávez, representante de la Unidad de Investigación en Economía del Trabajo y de la Tecnología del Instituto de Investigaciones Económicas (Iiec) de la UNAM, la política laboral desarrollada por el gobierno foxista -“exitosa” para la clase financiera- resultó “un desastre para los trabajadores y la población en general”.
El economista y politólogo explica que las salidas del mercado de trabajo en México son la emigración, la informalidad -o trabajo precario-, el desempleo abierto y, en menor medida, la ocupación formal.
Un millón de desempleados más
De acuerdo con datos oficiales, el ex presidente Ernesto Zedillo dejó el país con una tasa de desempleo abierto (aquellos que ni en la informalidad están ocupados) del 2.2 por ciento del total de la PEA, la cual estaba integrada por 39 millones 633 mil trabajadores. Ahora que existen más de 45 millones de mexicanos en edad de trabajar, el índice de desocupación se incrementó en alrededor del 85 por ciento, pues, según datos del Iiec y de la Cámara de Diputados, alcanzó el 4.04 por ciento.
Es decir, cuando Vicente Fox tomó posesión como presidente de México, en el país había 680 mil desempleados. Al salir, habrá entre un millón 800 mil y 2 millones de mexicanos que no tienen trabajo alguno.
De acuerdo con el economista y politólogo Gerardo González, del millón de mexicanos que se integran año con año a la PEA, entre 175 mil y 190 mil no consiguen ocuparse en alguna actividad que les represente un ingreso.
Trabajo precario
Sin embargo, el problema es que la mayoría de los 800 mil trabajadores restantes tampoco consiguen un empleo formal. De hecho, los puestos laborales que cumplen con la Ley Federal del Trabajo disminuyeron durante el sexenio. Según datos del Censo de Población y Vivienda del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), la población formal ocupada ascendía a 10 millones 902 mil 742 trabajadores. Para 2005, el número de registrados en el Seguro Social fue de 10 millones 893 mil.
“La diferencia es muy pequeña, incluso podríamos decir que, en materia de empleos formales, Fox se va con los mismos que llegó, lo que representa un gran problema para una sociedad que genera al año más de un millón de personas que buscan trabajo”, dice González Chávez.
Aunque el foxismo, por medio de las secretarías de Economía y de Hacienda y Crédito Público, difunden que a lo largo del sexenio de Vicente Fox se habrían creado alrededor de un millón de empleos -lo cual no representaría triunfo alguno-, estos fueron, en su mayoría, “por honorarios”, “por subcontratación” o por “contratación temporal”. Es decir, empleos en los que los trabajadores no cuentan con seguridad social ni laboral, y las responsabilidades de las empresas para con los trabajadores son casi nulas.
Las principales “válvulas de escape” que encuentran los mexicanos que integran la PEA son la informalidad y la emigración. Del análisis de las estadísticas del INEGI que el investigador González Chávez realiza, se desprende que, año con año, alrededor de 400 mil personas se integran al mercado informal de trabajo, al que también se le conoce como “trabajo precario”.
Gerardo González explica que en la informalidad participan todos los sectores y estratos de la economía: comercio, servicios y producción, y autoempleo, micro, pequeñas, medianas, grandes empresas y trasnacionales.
“Está la venta de chicles en las calles y en el transporte público, como desde hace muchos años, pero también las grandes empresas que utilizan la informalidad a través de la subcontratación. Como ejemplo podemos citar a Telmex: la mayor parte de la venta de su producto de tarjetas para teléfonos celulares se hace a través de vendedores ambulantes. Una de las mercancías de punta de Telmex, por el crecimiento impresionante en la distribución de celulares, no genera empleos formales sino informales. Y así podríamos citar también la venta de helados de grandes empresas que se realizan con vendedores callejeros.”
Emigración: válvula de escape
En cuanto a la fuerza de trabajo emigrante, el doctor González Chávez dice que se podría redondear en 400 mil por año, aunque en los primeros años del foxismo no alcanzó los 350 mil y se estima que en el último rebase los 500 mil. De acuerdo con estos cálculos, durante el sexenio que está por concluir alrededor de 2 millones 500 mil mexicanos salieron del país para emplearse en otras naciones, principalmente en Estados Unidos.
“En el presente sexenio el mercado laboral se concentró en dos aspectos: la informalidad y la emigración. Hemos exportado fuerza de trabajo. Los dos millones y medio de trabajadores envían un promedio de 300 dólares por persona al mes a sus familias que permanecen en México.”
A este respecto, el maestro Roberto Sánchez de la Vara, investigador del Departamento de Estudios Empresariales de la Universidad Iberoamericana, dice que la emigración refleja “que no hay trabajo en México y el que existe no está adecuadamente remunerado. Las remesas que mandan nuestros connacionales se han convertido en el segundo rubro en importancia de los ingresos en la balanza de pagos”.
El futuro: más desempleo
e informalidad
Sobre la posibilidad de que en el próximo sexenio mejoren los niveles y las condiciones del empleo en México, el economista González Chávez se muestra pesimista, pues asegura que la tendencia mundial es hacia la “precarización” de los empleos y el aumento de las tasas de desocupación abierta.
“Recordemos que la solución del desempleo, como tal, no es posible dentro del sistema capitalista. En el capitalismo se requiere siempre de una fuerza de trabajo desocupada para incorporarla cuando haya la expansión del capital. El pleno empleo no puede existir en un sistema que busca la valorización y no el interés de la sociedad o que todo mundo tenga trabajo.”
El investigador agrega que el desempleo en el mundo es uno de los problemas más graves que enfrenta la sociedad actual. Señala que desde hace poco más de una década las tasas de desocupación abierta en el orbe han crecido apresuradamente.
“En 1993 habían aproximadamente 140 millones de personas desempleadas en el mundo. Para 2005 ya se contabilizaron 195 millones, es decir 55 millones más en sólo 12 años.”
Sin embargo, a decir del investigador, este problema es más “difícil” para los ciudadanos de los países subdesarrollados, pues en estas naciones no existe el seguro de desempleo y deben sobrevivir sin la ayuda del Estado.
“Por eso en México la tasa de desempleo, de 4.04 por ciento, es inferior a la de Estados Unidos, de 5.5 por ciento. Lo que sucede es que en México no puede haber desempleados porque tienen que sobrevivir de alguna manera y se inventan algo.”
González Chávez dice que el desarrollo del capitalismo en esta fase de la globalización económica requiere de una flexibilización de las condiciones de trabajo.
“La subcontratación, como en el ejemplo de la venta de tarjetas para teléfonos celulares, es una de las formas que ha encontrado el capital para deteriorar las condiciones generales de trabajo. Y es que en la globalización las empresas reclaman la flexibilización laboral para crear empleos precarios, pero empleos al fin. Y la informalidad hace presionar los salarios a la baja y generar utilidades extraordinarias a los capitales que utilizan esa fuerza de trabajo que no tiene ninguna prestación.”
Roberto Sánchez de la Vara considera que es necesario un cambio en la legislación mexicana que considere el “out sourcing” o subcontratación de personal, la contratación temporal, “multifuncional” y por honorarios. Con ello, asegura el académico, se crearían las condiciones para impulsar la generación de empleos.
“Tenemos una legislación laboral de hace mucho tiempo que no permite el incremento de la productividad ni de la competitividad de las empresas. Necesitamos que los empresarios encuentren un mejor ambiente de negocios que les garantice que crear nuevos puestos de trabajo sea redituable.”
El economista dice que México está desperdiciando su “bono demográfico”, el cual es uno de los más grandes del mundo. Sánchez de la Vara explica que dicho bono se integra con la población entre 15 y 25 años que en poco tiempo se van a integrar a la generación de riqueza.
“El problema en México es que los muchachos no se están capacitando. No están estudiando porque necesitan dinero y prefieren incorporarse a la economía informal.”