El gran costo de la usurpación
Ricardo Andrade Jardí
Es curioso ver cómo los que se autonombran representantes populares, que en realidad no representan a nadie, ceden, presuntamente, a los cañonazos de dinero y venden al país no sin antes meterlo en el Comando Norte de la eterna guerra mundial de los gringos, bajo argumentos infantiles y estúpidos, como el de los senadores priístas de que “estamos en guerra contra el narco”. De la posición del PAN no hay nada que decir, siempre tan congruentes con su entreguismo. La única guerra que sería justificable en México es contra la IMPUNIDAD y de esa los priístas mejor no hablan, pues resultan en ella, tan enemigos de México, como lo son los panistas. Pero peor aún es la posición de la “moderna izquierda mexicana”, hoy “pretendida” aliada del imperialismo, sumisa hasta el asco y magistralmente mediocre.
Son tiempos electorales y algunos ingenuos hasta creen que la respuesta está en el voto y creen incluso que son ellos los que eligen al Congreso o sus gobernantes. Pero la realidad no permite ya mucha cosmética y está visto que la representatividad a nadie representa. ¿A cuántos mexicanos nos preguntó el Senado si estábamos de acuerdo en formar parte del Comando Norte asumiendo, además, con ello, a los enemigos de Estados Unidos como nuestros enemigos?
No hay pretexto que valga. Sumarnos al escudo de defensa del imperialismo nos convertirá en blanco de los odios cosechados a lo largo de casi dos siglos por los yanquis y someterá a nuestras fuerzas armadas a las órdenes del militarismo gringo, al tiempo que la ciudadanía será testigo de la destrucción de nuestra maltrecha soberanía.
El capitalismo mexicano, fiel a su tradición retrógrada, ha caminado como los cangrejos y ha dado un paso gigantesco hacia atrás: hacia la colonización y contra la lógica de casi todo el continente, que cada día fortalece sus soberanías nacionales y renuncia a la lógica criminal del neoliberalismo.
No hay a cuál elegir. Los 70 años de priísmo nos han heredado una clase política que sin importar a qué partido pertenezca, siempre seremos gobernados por el PRI, pero por el PRI de ahora, mediocre y tecnócrata, que olvida los principios que pese a todo siempre presumió de defender, entre otros el de la no intervención política que ha quedado en el pasado para dar un paso nefasto, incluso en los registros de lo que fuera nuestra particular historia, pese a nuestra vecindad con los yanquis, historia que ahora estará bajo la escritura y el control absoluto del imperialismo.
La pérdida completa de nuestra soberanía es el gran costo de imponer a un pelele usurpador incapaz de hacer gobierno. ¡Ni un voto a los traidores!
Es curioso ver cómo los que se autonombran representantes populares, que en realidad no representan a nadie, ceden, presuntamente, a los cañonazos de dinero y venden al país no sin antes meterlo en el Comando Norte de la eterna guerra mundial de los gringos, bajo argumentos infantiles y estúpidos, como el de los senadores priístas de que “estamos en guerra contra el narco”. De la posición del PAN no hay nada que decir, siempre tan congruentes con su entreguismo. La única guerra que sería justificable en México es contra la IMPUNIDAD y de esa los priístas mejor no hablan, pues resultan en ella, tan enemigos de México, como lo son los panistas. Pero peor aún es la posición de la “moderna izquierda mexicana”, hoy “pretendida” aliada del imperialismo, sumisa hasta el asco y magistralmente mediocre.
Son tiempos electorales y algunos ingenuos hasta creen que la respuesta está en el voto y creen incluso que son ellos los que eligen al Congreso o sus gobernantes. Pero la realidad no permite ya mucha cosmética y está visto que la representatividad a nadie representa. ¿A cuántos mexicanos nos preguntó el Senado si estábamos de acuerdo en formar parte del Comando Norte asumiendo, además, con ello, a los enemigos de Estados Unidos como nuestros enemigos?
No hay pretexto que valga. Sumarnos al escudo de defensa del imperialismo nos convertirá en blanco de los odios cosechados a lo largo de casi dos siglos por los yanquis y someterá a nuestras fuerzas armadas a las órdenes del militarismo gringo, al tiempo que la ciudadanía será testigo de la destrucción de nuestra maltrecha soberanía.
El capitalismo mexicano, fiel a su tradición retrógrada, ha caminado como los cangrejos y ha dado un paso gigantesco hacia atrás: hacia la colonización y contra la lógica de casi todo el continente, que cada día fortalece sus soberanías nacionales y renuncia a la lógica criminal del neoliberalismo.
No hay a cuál elegir. Los 70 años de priísmo nos han heredado una clase política que sin importar a qué partido pertenezca, siempre seremos gobernados por el PRI, pero por el PRI de ahora, mediocre y tecnócrata, que olvida los principios que pese a todo siempre presumió de defender, entre otros el de la no intervención política que ha quedado en el pasado para dar un paso nefasto, incluso en los registros de lo que fuera nuestra particular historia, pese a nuestra vecindad con los yanquis, historia que ahora estará bajo la escritura y el control absoluto del imperialismo.
La pérdida completa de nuestra soberanía es el gran costo de imponer a un pelele usurpador incapaz de hacer gobierno. ¡Ni un voto a los traidores!