Avionazo: mensajes esquizofrénicos
Jenaro Villamil
MEXICO, D.F., 11 de noviembre (apro).- Una vez más, el gobierno federal contradice sus dichos y sus hechos con los mensajes que quiere imponer como verdad incuestionable a la opinión pública.
Mientras el secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, se esfuerza en convencernos de que el avionazo del martes 4 de fue resultado de un accidente y no de un atentado, el presidente Felipe Calderón encabezó una serie de eventos, cuyos mensajes centrales consistieron en ensalzar a Juan Camilo Mouriño, su exsecretario de Gobernación, como si hubiera sido víctima de un atentado, como un héroe caído en una guerra y, en plena desmesura, llegó a comparar al joven gallego-campechano con el Cid Campeador, mítico personaje de la heroicidad castellana.
La glorificación anticipada de Mouriño, además de exagerada y grosera, por ignorar olímpicamente a los otros fallecidos en el "accidente", en especial al exsubprocurador José Luis Vasconcelos, sólo ha vuelto a despertar las suspicacias y sospechas.
Calderón prácticamente ha despedido a su excolaborador como si se tratara de un sucesor presidencial frustrado y ha orientado sus baterías en reprocharle a los opositores y a los propios panistas sus críticas a Mouriño.
El dolor y el duelo son legítimos y necesarios en cualquier ser humano. Sin embargo, cuando un jefe de Estado como Calderón Hinojosa transforma estos sentimientos en ajustes de cuentas, con mensajes políticos ambiguos, sin destinatarios específicos, llenos de entrelíneas (¿a qué se refiere cuando habla de mezquindades, envidias y calumnias?), sólo abona a la sospecha y a la suspicacia.
¿Si se trató de un accidente qué necesidad hay de lanzar acusaciones anticipadas? Si Mouriño fue tan heroico, ¿por qué nos hemos enterado de su grandeza hasta que ocurrió un avionazo de esas condiciones?
Sorprende, también, que no exista la menor autocrítica en relación con los sucesos. Concedamos que, efectivamente, se trató de un lamentable y terrible accidente que costó la vida a 14 personas, entre ellas, ciudadanos capitalinos y dos extranjeros, cuyo infortunio fue estar en el fatídico cruce de la avenida Reforma y Periférico.
Si así fue, ¿acaso no existieron errores de seguridad elementales? ¿Por qué no hubo una revisión previa del avión? ¿Por qué no se calcularon los riesgos de tener en una misma aeronave al número dos del gobierno federal y al operador más importante de la lucha contra el narcotráfico en los ocho años de régimen panista? ¿Acaso las amenazas de muerte contra Santiago Vasconcelos y el precio de cinco millones de dólares a su cabeza se tomaron con tanta ligereza por el gobierno federal?
La dualidad de los mensajes también alumbra a una profunda fractura al interior de lo que hace un año se llamaba "sistema PAN-gobierno". Los reproches de Calderón, primero en el Campo Marte y después en un evento entre panistas, orillan a pensar que existen divisiones muy fuertes en el seno de su equipo de gobierno -los calderonistas-- y también disputas no resueltas con el equipo de su antecesor -los foxistas--, pero también con el panismo militante.
La comunicación política, por definición, debe ser clara, contundente y precisa. Las ambigüedades surgidas en torno del avionazo abundan en una incomunicación política que se ha convertido en uno de los errores más graves del presente sexenio.
No se trata del "deporte nacional de la conjura" o del "sospechosismo" mexicano, como han querido descalificar columnistas o supuestos analistas cortesanos. Se trata de identificar contradicciones reales y un contexto nacional muy preocupante, que orientan a pensar en un atentado cercano al golpe de Estado.
Si no se trató de eso, que lo digan con mensajes claros. Si existen razones de seguridad nacional para no revelar los detalles de un posible sabotaje, que también se lo digan a los ciudadanos. Pero si quieren que aceptemos que tendrán que pasar 11 meses para saber cuáles son los mensajes de las "cajas negras" o que una turbulencia cercana a un tsunami provocó este accidente, entonces la escasa credibilidad gubernamental quedará en cero
MEXICO, D.F., 11 de noviembre (apro).- Una vez más, el gobierno federal contradice sus dichos y sus hechos con los mensajes que quiere imponer como verdad incuestionable a la opinión pública.
Mientras el secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, se esfuerza en convencernos de que el avionazo del martes 4 de fue resultado de un accidente y no de un atentado, el presidente Felipe Calderón encabezó una serie de eventos, cuyos mensajes centrales consistieron en ensalzar a Juan Camilo Mouriño, su exsecretario de Gobernación, como si hubiera sido víctima de un atentado, como un héroe caído en una guerra y, en plena desmesura, llegó a comparar al joven gallego-campechano con el Cid Campeador, mítico personaje de la heroicidad castellana.
La glorificación anticipada de Mouriño, además de exagerada y grosera, por ignorar olímpicamente a los otros fallecidos en el "accidente", en especial al exsubprocurador José Luis Vasconcelos, sólo ha vuelto a despertar las suspicacias y sospechas.
Calderón prácticamente ha despedido a su excolaborador como si se tratara de un sucesor presidencial frustrado y ha orientado sus baterías en reprocharle a los opositores y a los propios panistas sus críticas a Mouriño.
El dolor y el duelo son legítimos y necesarios en cualquier ser humano. Sin embargo, cuando un jefe de Estado como Calderón Hinojosa transforma estos sentimientos en ajustes de cuentas, con mensajes políticos ambiguos, sin destinatarios específicos, llenos de entrelíneas (¿a qué se refiere cuando habla de mezquindades, envidias y calumnias?), sólo abona a la sospecha y a la suspicacia.
¿Si se trató de un accidente qué necesidad hay de lanzar acusaciones anticipadas? Si Mouriño fue tan heroico, ¿por qué nos hemos enterado de su grandeza hasta que ocurrió un avionazo de esas condiciones?
Sorprende, también, que no exista la menor autocrítica en relación con los sucesos. Concedamos que, efectivamente, se trató de un lamentable y terrible accidente que costó la vida a 14 personas, entre ellas, ciudadanos capitalinos y dos extranjeros, cuyo infortunio fue estar en el fatídico cruce de la avenida Reforma y Periférico.
Si así fue, ¿acaso no existieron errores de seguridad elementales? ¿Por qué no hubo una revisión previa del avión? ¿Por qué no se calcularon los riesgos de tener en una misma aeronave al número dos del gobierno federal y al operador más importante de la lucha contra el narcotráfico en los ocho años de régimen panista? ¿Acaso las amenazas de muerte contra Santiago Vasconcelos y el precio de cinco millones de dólares a su cabeza se tomaron con tanta ligereza por el gobierno federal?
La dualidad de los mensajes también alumbra a una profunda fractura al interior de lo que hace un año se llamaba "sistema PAN-gobierno". Los reproches de Calderón, primero en el Campo Marte y después en un evento entre panistas, orillan a pensar que existen divisiones muy fuertes en el seno de su equipo de gobierno -los calderonistas-- y también disputas no resueltas con el equipo de su antecesor -los foxistas--, pero también con el panismo militante.
La comunicación política, por definición, debe ser clara, contundente y precisa. Las ambigüedades surgidas en torno del avionazo abundan en una incomunicación política que se ha convertido en uno de los errores más graves del presente sexenio.
No se trata del "deporte nacional de la conjura" o del "sospechosismo" mexicano, como han querido descalificar columnistas o supuestos analistas cortesanos. Se trata de identificar contradicciones reales y un contexto nacional muy preocupante, que orientan a pensar en un atentado cercano al golpe de Estado.
Si no se trató de eso, que lo digan con mensajes claros. Si existen razones de seguridad nacional para no revelar los detalles de un posible sabotaje, que también se lo digan a los ciudadanos. Pero si quieren que aceptemos que tendrán que pasar 11 meses para saber cuáles son los mensajes de las "cajas negras" o que una turbulencia cercana a un tsunami provocó este accidente, entonces la escasa credibilidad gubernamental quedará en cero
Comentario: hay que entender a fecal se le fue su gran amor, se le fue a quien mas amaba y lo dejo solo y perdido, ahora quien le podrá decir que estupideces haga?, si su cerebro alcoholizado no le da para más, para él era su Cid Campeador porque en cada batalla de alcoba el gallego ganaba y el otro borracho perdía jejeje