PEMEX: Otros 25 Años Con El PAN?
A PARTIR de ya explicarán que la privatización de Pemex no es privatización, que es "autonomía de gestión", que el petróleo "seguirá siendo de los mexicanos", que es mentira lo que la oposición expresa… Habrá polémica en todos los medios. Imposición de silencios en otros, varios. Habrá una serie de discusiones técnicas y financieras. Lo cierto es que la estrategia está en otro lado. Me explico.
Mientras el señor López Obrador buscará fortalecerse políticamente, el señor Calderón con todo su gabinete intentará en onerosas campañas publicitarias justificar la reforma en cuestión, lo cierto es que no hace falta más que acomodar dos o tres disposiciones jurídicas para que el petróleo pase a manos privadas como ya sucedió con los aeropuertos del país.
Claro está que si usted pregunta si los aeropuertos son privados, de inmediato le explicarán que jurídicamente fueron sólo concesionados, jamás privatizados, aunque de hecho, mas no de derecho --como dicen los abogados-- el fenómeno se haya dado desde hace 10 años sin que nadie chistara algo en contra.
Y es que fíjese usted muy bien: los mismos artífices de aquella privatización escondida son ahora quienes buscan promover entre sus pupilos la estrategia a seguir en el ámbito petrolero, lo que al final se traducirá en beneficios para ciertos postores ya calificados desde ahora.
Así como los aeropuertos fueron distribuidos en grupos a determinados postores que aceptaron crear consorcios sin chistar --a menos que quisieran no participar en el negocio--, así también las empresas extranjeras se frotan ya las manos para entrar al mejor negocio que le queda al exangüe Estado mexicano.
Cuidadosos de no manifestar el término "privatización" los eufemismos afloran por doquier. De manera tal que no es necesario corromper la redacción de la Carta Magna, ni exponerse políticamente con iniciativas que signifiquen mayores daños para quienes las promuevan. No, la idea es entregar el negocio bajo los artilugios que permite la ley, aunque estos recursos sean indebidos, mas no ilegales. Ya sabe usted como se las gastan con aquello de que "lo que no es ilegal no está prohibido".
Así que por más que se eleven las protestas "pacíficas", el asunto está más que planchado.
Calderón no tiene ante sí el riesgo de que se le salga de control alguna manifestación. El petróleo dejará de ser un aspecto emblemático para el pueblo mexicano.
Como sea, este sexenio quedará marcado por la intentona privatizadora que no necesariamente beneficiará a la nación ni a un pueblo engañado con pan y circo.
La prueba de ácido será, con el paso de los años, saber si con estas reformas efectivamente se beneficiará al sector, al país o sólo a ciertas empresas agraciadas no precisamente en concursos del todo abiertos.
Que ¿a dónde irán a parar parte de esos dineros? La apuesta es a largo plazo: ir por la permanencia y prevalencia política del PAN para los próximos 25 años.
Mientras el señor López Obrador buscará fortalecerse políticamente, el señor Calderón con todo su gabinete intentará en onerosas campañas publicitarias justificar la reforma en cuestión, lo cierto es que no hace falta más que acomodar dos o tres disposiciones jurídicas para que el petróleo pase a manos privadas como ya sucedió con los aeropuertos del país.
Claro está que si usted pregunta si los aeropuertos son privados, de inmediato le explicarán que jurídicamente fueron sólo concesionados, jamás privatizados, aunque de hecho, mas no de derecho --como dicen los abogados-- el fenómeno se haya dado desde hace 10 años sin que nadie chistara algo en contra.
Y es que fíjese usted muy bien: los mismos artífices de aquella privatización escondida son ahora quienes buscan promover entre sus pupilos la estrategia a seguir en el ámbito petrolero, lo que al final se traducirá en beneficios para ciertos postores ya calificados desde ahora.
Así como los aeropuertos fueron distribuidos en grupos a determinados postores que aceptaron crear consorcios sin chistar --a menos que quisieran no participar en el negocio--, así también las empresas extranjeras se frotan ya las manos para entrar al mejor negocio que le queda al exangüe Estado mexicano.
Cuidadosos de no manifestar el término "privatización" los eufemismos afloran por doquier. De manera tal que no es necesario corromper la redacción de la Carta Magna, ni exponerse políticamente con iniciativas que signifiquen mayores daños para quienes las promuevan. No, la idea es entregar el negocio bajo los artilugios que permite la ley, aunque estos recursos sean indebidos, mas no ilegales. Ya sabe usted como se las gastan con aquello de que "lo que no es ilegal no está prohibido".
Así que por más que se eleven las protestas "pacíficas", el asunto está más que planchado.
Calderón no tiene ante sí el riesgo de que se le salga de control alguna manifestación. El petróleo dejará de ser un aspecto emblemático para el pueblo mexicano.
Como sea, este sexenio quedará marcado por la intentona privatizadora que no necesariamente beneficiará a la nación ni a un pueblo engañado con pan y circo.
La prueba de ácido será, con el paso de los años, saber si con estas reformas efectivamente se beneficiará al sector, al país o sólo a ciertas empresas agraciadas no precisamente en concursos del todo abiertos.
Que ¿a dónde irán a parar parte de esos dineros? La apuesta es a largo plazo: ir por la permanencia y prevalencia política del PAN para los próximos 25 años.