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jueves, 6 de marzo de 2008

Tomada de pelo

Por Esto / Ricardo Monreal Avila

Con bombo y platillo el gobierno federal presentó el Programa de Apoyo a la Economía (PAE) que intenta impulsar la actividad productiva, la inversión y el empleo, frente al ciclo recesivo de la economía norteamericana y el riesgo de que el “catarrito” que el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, diagnosticó a nuestra economía se convierta en pulmonía fulminante.

Hay que reconocer tres aportaciones del PAE: Uno, modifica el irracional optimismo oficial acerca del blindaje de nuestra economía; durante dos meses escuchamos que iba tan bien el país que la recesión más grave que ha padecido los Estados Unidos en las última décadas nos haría lo que el viento a Juárez; hoy sabemos que no y por ello se lanzó el PAE. Dos, se plantea por vez primera la necesidad de una estrategia económica anticíclica, que permita a México salir del ciclo recesivo norteamericano y “enfrentar los ciclos económicos internacionales”. Tres, se reconoce que una forma de afrontar esos ciclos internacionales es prendiendo “el motor del mercado interno”. Hasta aquí el PAE suena bien.

Sin embargo, dicen que el diablo se esconde en los detalles y al momento de analizar los diez puntos en los que aterriza el programa nos encontramos con una gran tomadura de pelo, con un desfase entre el diagnóstico y la terapia asignada al enfermo.

Ejemplos. La primera medida señala textualmente: “Se otorgará un descuento, una reducción de tres por ciento a los pagos provisionales del impuesto sobre la renta empresarial y del impuesto empresarial a tasa única, el IETU.” sin embargo, el diario oficial de la federación del día 4 de marzo señala:

“Artículo Primero. Los contribuyentes por los ingresos que se encuentren gravados en los términos del título II o título IV, capítulo II, secciones I o II, o del capítulo III de este último título, de la ley del impuesto sobre la renta, podrán diferir el 3% del monto a enterar de cada uno de los pagos provisionales del impuesto sobre la renta y del impuesto empresarial a tasa única, correspondientes a los meses de febrero a junio del ejercicio fiscal de 2008, sin actualización ni recargos.”

Es decir, no se trata de ningún descuento, ni tampoco de una reducción del 3% como pomposamente lo anunció el señor Calderón, sino de un simple e inocuo diferimiento.

El PAE vale 33 mil millones de pesos en financiamientos fiscales y créditos impulsados por la Banca de Desarrollo. Llama la atención la forma como se distribuyen estos recursos. 10 mmdp son para Pemex, de manera concreta para el mantenimiento del sistema nacional de ductos. ¿Pues no que Pemex carece de recursos y técnicos para atender este sector? Debemos recordar que las estimaciones por robo de combustibles en esos ductos asciende anualmente a este presupuesto extra asignado.

El segundo rubro en importancia es el subsidio de siete mmdp a las tarifas eléctricas de punta, de uso industrial y comercial. El tercer rubro son seis mmdp por concepto de 3% de descuento en los pagos provisionales del Impuesto sobre la Renta Empresarial y el IETU. Una cantidad similar representará la reducción de cuotas obrero-patronales del IMSS. El cuarto rango en importancia son tres mmdp a la Banca de Desarrollo. Por último, tenemos el rubro más bajo: 650 millones de pesos adicionales para el Sistema Nacional de Empleo, que son becas de capacitación para trabajadores desempleados.

Es una paradoja que se destine casi una tercera parte de los nuevos recursos de la reforma fiscal (90 mil millones de pesos) a capitalizar a los contribuyentes que los aportaron. Con ello se está reconociendo que el IETU resultó recesivo y gravoso para la economía de las empresas pequeñas y medianas que sí pagan impuestos, ya que las grandes empresas actúan de otra forma.

El PAE se parece en este punto al programa anticíclico del presidente George W. Bush, donde se destinarán 150 mmdd para reactivar el consumo interno, vía aportaciones directas y en efectivo a los contribuyentes, sin que nadie salga a gritar que ese subsidio es “populismo económico”. La diferencia es que el PAE estimula de manera central a la empresa y el programa norteamericano al contribuyente directo.

Por sus montos y distribución el PAE es apenas un empujoncito con relación al freno brusco de la economía norteamericana. Por ejemplo, no contempla la reactivación de las metas iniciales de empleo del 2007 (casi un millón de nuevos empleos formales) ni amortiguar nuestro déficit comercial que este año crecerá de manera notable.
Si el objetivo del PAE es hacer frente a un ciclo económico recesivo y prender el motor del mercado interno, debemos concluir que contiene una visión muy corta de lo que es uno y otro. En el PAE, la prioridad son las empresas no los trabajadores. La industria y el comercio, no el campo ni los servicios públicos. La importación de insumos, no la exportación de manufacturas a otros mercados, como Europa o Asia.

Si el objetivo es realmente prender la turbina del mercado interno, el programa de reactivación económica tendría otras coordenadas. La inversión pública representaría entre el 2 y el 4% del PIB y sería un complemento de la iniciativa privada, nacional y extranjera. El sistema financiero privado estaría transfiriendo recursos a actividades prioritarias, a través de las empresas con mayor densidad de mano de obra, sin importar el tamaño de las mismas. El banco central tendría dos objetivos: la estabilidad macroeconómica y el crecimiento microeconómico; es decir, cuidaría la inflación, pero también el empleo. Estaríamos invirtiendo montos crecientes en educación, tecnología y ciencia, que es lo único que permite la formación de capital humano y el aumento de la competitividad. Tendríamos políticas salariales vinculadas a los incrementos en la productividad laboral. De la misma manera, promoveríamos un federalismo económico, es decir, un desarrollo de acuerdo a las condiciones particulares de cada zona geográfica del país.

Nada de esto contiene el PAE porque en realidad el gobierno ni quiere salirse del ciclo económico norteamericano ni considera que el mercado interno pueda hacer crecer al país. Además se elaboró con una irregularidad de fondo: se pasó por encima del Congreso de la Unión en esa reasignación de recursos fiscales. Al gobierno federal se le olvidó que no puede modificar el presupuesto de egresos sin la autorización de esa representación nacional. Por todo ello, el PAE es ciertamente una tomadura de pelo.