Se acabó el plazo de gracia
Por Esto / María Teresa Jardí
Los que votaron por Ivonne Ortega lo hicieron a sabiendas de que era priísta, es cierto. Pero también acudieron los ciudadanos mayoritariamente a votar por ella porque ofrecía fin a la corrupción, fin a la impunidad y transparencia.
Es muy joven Ivonne Ortega, pero quien decide postularse para gobernar lo hace a sabiendas de lo que eso implica y al menos cabe esperar que las decisiones que se tomen se aquilaten debidamente antes de ser tomadas por quienes nos gobiernan de manera legítima.
Ivonne Ortega pudo elegir el borrón y cuenta nueva. No lo hizo y debió llegar, en la decisión elegida, que tantos aplausos le supuso, hasta las últimas consecuencias, sin importar con quién topara en el camino, que habría sido dificultoso, sí, pero de construcción al menos para Yucatán, del Estado de Derecho, que no se aquilata en lo que significa por lo que a la seguridad nacional, pública y jurídica, toca, hasta que se tiene perdido.
Por supuesto que Calderón es un traidor a la patria. Los usurpadores son por definición traidores a la patria. Y como lo que es actúa. ¿Por qué tendríamos que esperar que no hubiera nombrado, violando la Constitución a un español por nacimiento, hijo de padre y madre españoles por nacimiento, como su secretario de Gobernación?
Es como si a Maximiliano se le hubiese pedido que convirtiera a Carlota en su amante y él se casara con una india.
De Fecal no cabe esperar más que traiciones. Y, ternura da, por decir lo menos de lo que opino, que quien se sabe y se asume y ha sido nombrado por una Convención Democrática que representa a la mayoría ciudadana, le pida a Felipillo que haga lo correcto por lo que toca a no rematar lo que quede de PEMEX y de la industria eléctrica o revisar el tratado o cualquier cosa, con los usurpadores no se habla ni se discute, a los usurpadores se les combate y se les quita o si se ha tomado la postura de AMLO de no reventar al país, de manera tan violenta, reventado está con la violencia manejada desde Los Pinos que impera, en lugar de amenazar con que se tomarán las calles, cuando sea tarde, obviamente, se aprovecha el movimiento ciudadano para rescatar lo que se pueda de la gran canallada que contra este país lleva años cometiendo la derecha.
Distinto, muy distinto, es el caso de Ivonne Ortega, pero hay un paso tan sólo para ser visto como otro entreguista de mierda.
Asumir como un revés la salida de Guzmán Alcocer, alias “El Teclas”, es lo sensato y hacerlo rápido, es lo inteligente.
Se metió un gol en su propia portería la joven gobernadora, pero aún podría ganar el partido si diera las explicaciones que se necesitan.
Claro que un secretario de Gobernación, es un secretario de Gobernación aún siéndolo de un gobierno usurpador y violando la Constitución y, quizá, el miedo sea más grande que la sensatez y que la inteligencia, pero la inteligencia en ese caso indica que así se reconozca y se diga.
Perdido el prestigio es muy difícil volver a generar ni credibilidad ni certeza y se acabó el plazo de gracia que la buena venta en los medios, a base de declaraciones y medidas a medias, propicia.
Los que votaron por Ivonne Ortega lo hicieron a sabiendas de que era priísta, es cierto. Pero también acudieron los ciudadanos mayoritariamente a votar por ella porque ofrecía fin a la corrupción, fin a la impunidad y transparencia.
Es muy joven Ivonne Ortega, pero quien decide postularse para gobernar lo hace a sabiendas de lo que eso implica y al menos cabe esperar que las decisiones que se tomen se aquilaten debidamente antes de ser tomadas por quienes nos gobiernan de manera legítima.
Ivonne Ortega pudo elegir el borrón y cuenta nueva. No lo hizo y debió llegar, en la decisión elegida, que tantos aplausos le supuso, hasta las últimas consecuencias, sin importar con quién topara en el camino, que habría sido dificultoso, sí, pero de construcción al menos para Yucatán, del Estado de Derecho, que no se aquilata en lo que significa por lo que a la seguridad nacional, pública y jurídica, toca, hasta que se tiene perdido.
Por supuesto que Calderón es un traidor a la patria. Los usurpadores son por definición traidores a la patria. Y como lo que es actúa. ¿Por qué tendríamos que esperar que no hubiera nombrado, violando la Constitución a un español por nacimiento, hijo de padre y madre españoles por nacimiento, como su secretario de Gobernación?
Es como si a Maximiliano se le hubiese pedido que convirtiera a Carlota en su amante y él se casara con una india.
De Fecal no cabe esperar más que traiciones. Y, ternura da, por decir lo menos de lo que opino, que quien se sabe y se asume y ha sido nombrado por una Convención Democrática que representa a la mayoría ciudadana, le pida a Felipillo que haga lo correcto por lo que toca a no rematar lo que quede de PEMEX y de la industria eléctrica o revisar el tratado o cualquier cosa, con los usurpadores no se habla ni se discute, a los usurpadores se les combate y se les quita o si se ha tomado la postura de AMLO de no reventar al país, de manera tan violenta, reventado está con la violencia manejada desde Los Pinos que impera, en lugar de amenazar con que se tomarán las calles, cuando sea tarde, obviamente, se aprovecha el movimiento ciudadano para rescatar lo que se pueda de la gran canallada que contra este país lleva años cometiendo la derecha.
Distinto, muy distinto, es el caso de Ivonne Ortega, pero hay un paso tan sólo para ser visto como otro entreguista de mierda.
Asumir como un revés la salida de Guzmán Alcocer, alias “El Teclas”, es lo sensato y hacerlo rápido, es lo inteligente.
Se metió un gol en su propia portería la joven gobernadora, pero aún podría ganar el partido si diera las explicaciones que se necesitan.
Claro que un secretario de Gobernación, es un secretario de Gobernación aún siéndolo de un gobierno usurpador y violando la Constitución y, quizá, el miedo sea más grande que la sensatez y que la inteligencia, pero la inteligencia en ese caso indica que así se reconozca y se diga.
Perdido el prestigio es muy difícil volver a generar ni credibilidad ni certeza y se acabó el plazo de gracia que la buena venta en los medios, a base de declaraciones y medidas a medias, propicia.