Mouriño: ¿man fashion o secretario de Gobernación?
Revista Siempre
La llegada de Juan Camilo Mouriño a la Secretaría de Gobernación recordó inevitablemente la forma y las circunstancias en que otros políticos han asumido el segundo cargo más importante dentro del gobierno de la República.
De entrada, puede afirmarse que la inauguración de Mouriño en ese puesto no sólo es inédita sino sorprendente. Inédita, no por su juventud. Lázaro Cárdenas llegó a los 36 años —la misma edad del actual secretario— y Miguel Alemán a los 40, así como otros hombres también jóvenes que se forjaron en la Revolución y que ocuparon esa silla en momentos complejos para la seguridad nacional.
Inédita, entonces, porque se desconocen las razones políticas por las cuales el ex jefe de la Oficina de la Presidencia fue elegido para sustituir a Francisco Javier Ramírez Acuña en Bucareli. Una razón de peso, se dirá, es precisamente esa: la cercanía personal que tiene con el presidente Felipe Calderón.
Las reglas del poder —o para ser más precisos: el peso que tiene el factor gobernabilidad en un país— llevan a los jefes de Estado a elegir al encargado de la política interior a partir de exigencias mucho más profundas que las de cercanía, confianza, familiaridad o amistad con el Presidente de la República en turno.
Desde el traidor Victoriano Huerta hasta el empresario Carlos Abascal media una serie de personajes que ocuparon la Secretaría de Gobernación, porque su experiencia y trayectoria garantizaban el orden, la estabilidad del gobierno o bien la convivencia y el acuerdo democrático.
La pregunta, entonces, es: ¿cuál de esas tres, cuatro o más razones respaldan el nombramiento de Mouriño? Hasta ahora lo único que se sabe de él es lo que nos reportan las revistas del corazón y las páginas o espacios sensacionalistas de los medios de comunicación.
Sabemos que le gusta vestir trajes Ermenegildo Zegna, beber ron Appleton, asistir al centro nocturno Love, que nació rico, que convive en cocteles y tertulias con los hombres y mujeres más poderosos de México y el mundo. Pero los mexicanos desconocen hasta este momento si Mouriño tiene algún conocimiento o, más aún, una estrategia para fortalecer la política interior del país.
¿Tiene alguna opinión sobre el tema migratorio, la guerrilla y el narcotráfico? ¿El Cisen es una instancia que logra proporcionar al gobierno la información necesaria para proteger a las instituciones y al Estado mexicano? ¿Cómo debe ser la relación entre los poderes de la federación? ¿Qué tipo de relación mantendrá con los partidos de oposición y los gobernadores?
La sociedad se encuentra no sólo desinformada sino confundida con respecto a dicho funcionario. Se elige a un ministro del interior para que proyecte confianza, seriedad, paz y tranquilidad a la ciudadanía. La forma republicana que ha tratado de asumir el presidente Calderón contrasta, sin embargo, con un secretario al que le gusta construirse una imagen light por no decir frívola. Más cercana a un actor de telenovela que a un funcionario que tiene bajo su responsabilidad la solución de los problemas más delicados de la nación.
Ser uno de los contratistas privilegiados de Pemex tampoco le da en automático el currículum necesario para tomar decisiones estratégicas. Por el contrario, más bien le estorba a su tarea pública ser un gasolinero que puede utilizar el cargo para multiplicar su emporio.
Lo sorprendente también es que Calderón lo haya sacado de la oscuridad o de la protección de Los Pinos, para colocarlo en el blanco de todo tipo de ataques. Su dudosa mexicanidad y su estilo de vida personal eran razones de sobra para no haberlo expuesto a la crítica y a la destrucción mediática.
¿Por qué lo colocó ahí Calderón? ¿Porque realmente es un gran operador político o porque, como se cuenta en los pasillos de la política, el jefe del Ejecutivo estaba harto de que lo mantuviera cercado y alejado de la gente?
La llegada de Juan Camilo Mouriño a la Secretaría de Gobernación recordó inevitablemente la forma y las circunstancias en que otros políticos han asumido el segundo cargo más importante dentro del gobierno de la República.
De entrada, puede afirmarse que la inauguración de Mouriño en ese puesto no sólo es inédita sino sorprendente. Inédita, no por su juventud. Lázaro Cárdenas llegó a los 36 años —la misma edad del actual secretario— y Miguel Alemán a los 40, así como otros hombres también jóvenes que se forjaron en la Revolución y que ocuparon esa silla en momentos complejos para la seguridad nacional.
Inédita, entonces, porque se desconocen las razones políticas por las cuales el ex jefe de la Oficina de la Presidencia fue elegido para sustituir a Francisco Javier Ramírez Acuña en Bucareli. Una razón de peso, se dirá, es precisamente esa: la cercanía personal que tiene con el presidente Felipe Calderón.
Las reglas del poder —o para ser más precisos: el peso que tiene el factor gobernabilidad en un país— llevan a los jefes de Estado a elegir al encargado de la política interior a partir de exigencias mucho más profundas que las de cercanía, confianza, familiaridad o amistad con el Presidente de la República en turno.
Desde el traidor Victoriano Huerta hasta el empresario Carlos Abascal media una serie de personajes que ocuparon la Secretaría de Gobernación, porque su experiencia y trayectoria garantizaban el orden, la estabilidad del gobierno o bien la convivencia y el acuerdo democrático.
La pregunta, entonces, es: ¿cuál de esas tres, cuatro o más razones respaldan el nombramiento de Mouriño? Hasta ahora lo único que se sabe de él es lo que nos reportan las revistas del corazón y las páginas o espacios sensacionalistas de los medios de comunicación.
Sabemos que le gusta vestir trajes Ermenegildo Zegna, beber ron Appleton, asistir al centro nocturno Love, que nació rico, que convive en cocteles y tertulias con los hombres y mujeres más poderosos de México y el mundo. Pero los mexicanos desconocen hasta este momento si Mouriño tiene algún conocimiento o, más aún, una estrategia para fortalecer la política interior del país.
¿Tiene alguna opinión sobre el tema migratorio, la guerrilla y el narcotráfico? ¿El Cisen es una instancia que logra proporcionar al gobierno la información necesaria para proteger a las instituciones y al Estado mexicano? ¿Cómo debe ser la relación entre los poderes de la federación? ¿Qué tipo de relación mantendrá con los partidos de oposición y los gobernadores?
La sociedad se encuentra no sólo desinformada sino confundida con respecto a dicho funcionario. Se elige a un ministro del interior para que proyecte confianza, seriedad, paz y tranquilidad a la ciudadanía. La forma republicana que ha tratado de asumir el presidente Calderón contrasta, sin embargo, con un secretario al que le gusta construirse una imagen light por no decir frívola. Más cercana a un actor de telenovela que a un funcionario que tiene bajo su responsabilidad la solución de los problemas más delicados de la nación.
Ser uno de los contratistas privilegiados de Pemex tampoco le da en automático el currículum necesario para tomar decisiones estratégicas. Por el contrario, más bien le estorba a su tarea pública ser un gasolinero que puede utilizar el cargo para multiplicar su emporio.
Lo sorprendente también es que Calderón lo haya sacado de la oscuridad o de la protección de Los Pinos, para colocarlo en el blanco de todo tipo de ataques. Su dudosa mexicanidad y su estilo de vida personal eran razones de sobra para no haberlo expuesto a la crítica y a la destrucción mediática.
¿Por qué lo colocó ahí Calderón? ¿Porque realmente es un gran operador político o porque, como se cuenta en los pasillos de la política, el jefe del Ejecutivo estaba harto de que lo mantuviera cercado y alejado de la gente?