Los Fox: allá en el rancho grande
Bajo Reserva
Dos días antes de que finalizara su gobierno, Vicente Fox aseguró a reporteros que dejaba todo, que la política quedaba atrás y que sus días los pasaría allá en el rancho... que ahora sabemos es grande.
Fox cumplió. Se mudó de inmediato a su finca en San Francisco del Rincón, Guanajuato, y con él su esposa, Marta Sahagún. Todo parecía tranquilidad; sin embargo, la pareja ex presidencial no pudo olvidar el protagonismo que por seis años tuvo mientras habitó las cabañas de Los Pinos.
Tras su salida, Vicente y Marta no sólo dieron de qué hablar, sino que además surtieron de material periodístico a los medios de información y de armas a sus detractores políticos.
¡Ah, qué días!, exclamaba Marta Sahagún ante periodistas en una de las últimas giras de Vicente Fox por el interior del país.
Ya en la agonía de su gobierno, Fox caminaba con cierta dificultad, con la pierna derecha rígida, por la arremetida que sufrió de una vaquilla, en una tienta en la finca La Estancia, en San Francisco del Rincón, Guanajuato. “Y es que a los 64 años ya no hay que andar de torero”, admitía el guanajuatense.
Pero no dejaba de insistir que lo suyo sería el rancho, y su vida dedicada al campo. Incluso, en su penúltima gira de gobierno, a Yucatán, dijo a colaboradores y reporteros a bordo del TP-01 Presidente Juárez que una vez concluido su mandato “me desapareceré del mapa”.
Pero su afirmación cambió con el tiempo.
En 2007 regresaron los días del protagonismo. Él como fundador del llamado Centro Fox, el cual comenzó a erigirse en terrenos de la familia del ex presidente en el rancho San Cristóbal. Ella tomando de manera personal el control de la Fundación Vamos México. Ambos, en distintos momentos, aseguraron que su misión en el Centro Fox sería promover, desde su nuevo frente de batalla, la investigación, el estudio y sobre todo la democracia en el país.
Y aunque repitieron esta intención casi hasta el cansancio, el escándalo fue a lo largo de 2007 la nota cotidiana de la pareja ex presidencial. Primero exhibiendo una riqueza “cínica y descarada” según el ex amigo de los Fox, Lino Korrodi, al mostrar la opulencia de su rancho, y luego al conocerse que poseían automóviles de lujo: un jeep rojo prestado, una Hummer, que resultó tener en comodato el Estado Mayor Presidencial, y hasta un Jaguar blanco a nombre de la ex primera dama.
Todo esto sin hablar de las joyas que luce doña Marta y que, argumenta, fueron la herencia de una familia que siempre ha sido “acomodada”: la suya.
Las palabras de Vicente Fox, figura polémica de 2007, quedan ahí, en la historia de la política mexicana: “Me encontrarán en mi rancho, en San Cristóbal, luego del 1 de diciembre (de 2006), trabajando por México, Marta y yo”. ¿Cumplieron?, se preguntará usted.
Dos días antes de que finalizara su gobierno, Vicente Fox aseguró a reporteros que dejaba todo, que la política quedaba atrás y que sus días los pasaría allá en el rancho... que ahora sabemos es grande.
Fox cumplió. Se mudó de inmediato a su finca en San Francisco del Rincón, Guanajuato, y con él su esposa, Marta Sahagún. Todo parecía tranquilidad; sin embargo, la pareja ex presidencial no pudo olvidar el protagonismo que por seis años tuvo mientras habitó las cabañas de Los Pinos.
Tras su salida, Vicente y Marta no sólo dieron de qué hablar, sino que además surtieron de material periodístico a los medios de información y de armas a sus detractores políticos.
¡Ah, qué días!, exclamaba Marta Sahagún ante periodistas en una de las últimas giras de Vicente Fox por el interior del país.
Ya en la agonía de su gobierno, Fox caminaba con cierta dificultad, con la pierna derecha rígida, por la arremetida que sufrió de una vaquilla, en una tienta en la finca La Estancia, en San Francisco del Rincón, Guanajuato. “Y es que a los 64 años ya no hay que andar de torero”, admitía el guanajuatense.
Pero no dejaba de insistir que lo suyo sería el rancho, y su vida dedicada al campo. Incluso, en su penúltima gira de gobierno, a Yucatán, dijo a colaboradores y reporteros a bordo del TP-01 Presidente Juárez que una vez concluido su mandato “me desapareceré del mapa”.
Pero su afirmación cambió con el tiempo.
En 2007 regresaron los días del protagonismo. Él como fundador del llamado Centro Fox, el cual comenzó a erigirse en terrenos de la familia del ex presidente en el rancho San Cristóbal. Ella tomando de manera personal el control de la Fundación Vamos México. Ambos, en distintos momentos, aseguraron que su misión en el Centro Fox sería promover, desde su nuevo frente de batalla, la investigación, el estudio y sobre todo la democracia en el país.
Y aunque repitieron esta intención casi hasta el cansancio, el escándalo fue a lo largo de 2007 la nota cotidiana de la pareja ex presidencial. Primero exhibiendo una riqueza “cínica y descarada” según el ex amigo de los Fox, Lino Korrodi, al mostrar la opulencia de su rancho, y luego al conocerse que poseían automóviles de lujo: un jeep rojo prestado, una Hummer, que resultó tener en comodato el Estado Mayor Presidencial, y hasta un Jaguar blanco a nombre de la ex primera dama.
Todo esto sin hablar de las joyas que luce doña Marta y que, argumenta, fueron la herencia de una familia que siempre ha sido “acomodada”: la suya.
Las palabras de Vicente Fox, figura polémica de 2007, quedan ahí, en la historia de la política mexicana: “Me encontrarán en mi rancho, en San Cristóbal, luego del 1 de diciembre (de 2006), trabajando por México, Marta y yo”. ¿Cumplieron?, se preguntará usted.