Un año de riesgos
Desafío
Se han sumado distintas crisis sobre las espaldas de los mexicanos sin el menor asomo de vindicación jurídica. Nada se hizo con los saqueadores de 1982 ni con los cómplices de 1994 ni con los reacomodados que apostaron por la alternancia y luego volvieron a la continuidad sin perder un ápice de sus haberes en el camino.
¿De qué se trataba el cambio entonces si quienes siempre han especulado y medrado con el patrimonio colectivo lo siguen haciendo pero con más eficacia? Una vez más, invito a los lectores a reparar la lista de los grandes privilegiados para que encuentren, como lo ha hecho ya este columnista, los mismos nombres e idénticos privilegios.
Ni siquiera el escenario sufrió alteración alguna. Por ello, permanentemente, se tiene la sensación de que puede producirse una crisis, más cuando llega el final del año y se revisan los antecedentes y se observan las perspectivas.
Es difícil entender qué tiene nuestra economía cuya supuesta resistencia es bastante mayor al blindaje de las naciones en pleno desarrollo, por ejemplo el de la Unión Europea, en donde los controles no son suficientes para evitar la tremenda escalada de carestía que es efecto de las andanadas estadounidenses que especulan con la crecida del «euro», acaso para que alcance a la libra esterlina, y el supuesto abaratamiento del dólar.
En este sentido, ¿cómo puede asegurarse que, en el ámbito interno, nuestras finanzas nacionales están sólidas si el peso se devalúa por partida doble, esto es ante el dólar y el euro, aun cuando se presuma de las mayores reservas monetarias de la historia, un caudal congelado diríamos cuando tanto se requiere construir infraestructura para mirar hacia adelante?
Nos queda claro que, pese a la suficiencia de los elevados economistas al servicio del Gobierno, puede darse un muy severo encontronazo con la realidad en cualquier momento.
Enero, para infortunio general, puede abrir el lapso crítico. Lo peor es que tampoco, a lo largo del año que termina, ha podido lograrse la consolidación política tal y como estiman y proyectan los panegiristas oficiales.
Apenas hace unos días, poco más de una semana, el cuestionado «primer mandatario», atrapado entre todos los fuegos imaginables, pudo asegurarse la disciplina de «su» partido en donde la dirigencia, bajo la batuta del sinuoso Manuel Espino Barrientos, se había desbordado entrando, de lleno, al festín de los chantajes. Y de allí se estima que, cansado de pagar facturas, comience a liquidar a quienes se han sentido protegidos hasta hoy a causa de los contubernios electorales.
Ya va siendo hora de poner el orden. Sin embargo, según es evidente, en la casa presidencial no parece haber suficientes pertrechos para resistir las presiones de quienes reclaman parcelas de poder por los servicios prestados a la causa de la continuidad. En este punto recala la mayor vulnerabilidad del régimen en curso.
Se han sumado distintas crisis sobre las espaldas de los mexicanos sin el menor asomo de vindicación jurídica. Nada se hizo con los saqueadores de 1982 ni con los cómplices de 1994 ni con los reacomodados que apostaron por la alternancia y luego volvieron a la continuidad sin perder un ápice de sus haberes en el camino.
¿De qué se trataba el cambio entonces si quienes siempre han especulado y medrado con el patrimonio colectivo lo siguen haciendo pero con más eficacia? Una vez más, invito a los lectores a reparar la lista de los grandes privilegiados para que encuentren, como lo ha hecho ya este columnista, los mismos nombres e idénticos privilegios.
Ni siquiera el escenario sufrió alteración alguna. Por ello, permanentemente, se tiene la sensación de que puede producirse una crisis, más cuando llega el final del año y se revisan los antecedentes y se observan las perspectivas.
Es difícil entender qué tiene nuestra economía cuya supuesta resistencia es bastante mayor al blindaje de las naciones en pleno desarrollo, por ejemplo el de la Unión Europea, en donde los controles no son suficientes para evitar la tremenda escalada de carestía que es efecto de las andanadas estadounidenses que especulan con la crecida del «euro», acaso para que alcance a la libra esterlina, y el supuesto abaratamiento del dólar.
En este sentido, ¿cómo puede asegurarse que, en el ámbito interno, nuestras finanzas nacionales están sólidas si el peso se devalúa por partida doble, esto es ante el dólar y el euro, aun cuando se presuma de las mayores reservas monetarias de la historia, un caudal congelado diríamos cuando tanto se requiere construir infraestructura para mirar hacia adelante?
Nos queda claro que, pese a la suficiencia de los elevados economistas al servicio del Gobierno, puede darse un muy severo encontronazo con la realidad en cualquier momento.
Enero, para infortunio general, puede abrir el lapso crítico. Lo peor es que tampoco, a lo largo del año que termina, ha podido lograrse la consolidación política tal y como estiman y proyectan los panegiristas oficiales.
Apenas hace unos días, poco más de una semana, el cuestionado «primer mandatario», atrapado entre todos los fuegos imaginables, pudo asegurarse la disciplina de «su» partido en donde la dirigencia, bajo la batuta del sinuoso Manuel Espino Barrientos, se había desbordado entrando, de lleno, al festín de los chantajes. Y de allí se estima que, cansado de pagar facturas, comience a liquidar a quienes se han sentido protegidos hasta hoy a causa de los contubernios electorales.
Ya va siendo hora de poner el orden. Sin embargo, según es evidente, en la casa presidencial no parece haber suficientes pertrechos para resistir las presiones de quienes reclaman parcelas de poder por los servicios prestados a la causa de la continuidad. En este punto recala la mayor vulnerabilidad del régimen en curso.