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jueves, 8 de noviembre de 2007

Indice Político

AUGE Y DECADENCIA DE LAS REPRESAS

FRANCISCO RODRÍGUEZ

LA PREVISIBLE CATÁSTROFE que hoy viven en Tabasco, en Chiapas y en buena parte del sureste mexicano, mueve a la reflexión y a la revisión de datos disponibles. Destaca el hecho de que, a lo largo del siglo XX, se construyeron en el mundo más de 40 mil grandes presas para riego, agua potable y generación de energía eléctrica.

Sus constructores las exhibieron como catedrales de la modernidad, y cual necesarias para fomentar el desarrollo.

Sin embargo, además de desplazar a millones de personas de su hábitat natural, con todo lo que ello implica, las presas no sobrevivieron a la prueba del tiempo. Tan es así que en 1990, por los riesgos que muchas de ellas ya desde entonces representaban, el Banco Mundial creó la Comisión Mundial de Represas que, tras largos estudios, concluyó: "Las presas contribuyeron largamente al desarrollo de la Humanidad… En demasiado casos, el precio pagado por las personas desplazadas y el medio ambiente fue inaceptable y a menudo inútil".

Hoy debería agregarse el término "riesgoso". Sobremanera porque, al menos en nuestro país, el funcionamiento y vigilancia de muchas de ellas se hace bajo estándares de escasa o nula supervisión.

Se inundó el 80% del territorio tabasqueño, por la carencia de una presa de "cambio de régimen" que recibiera el caudal de 2 mil 500 m³/seg que se desahogaban de "Peñitas", lo que, sumado a la ausencia de diques, drenes y muchas otras obras de infraestructura básica, cual la de desazolve de los ríos, causó el peor siniestro que el país ha vivido en lo que va de este siglo.

Se desgajó un cerro en Chiapas, apenas a cinco kilómetros de la cortina de la misma presa "Peñitas", porque ahí, desde hace más de una década, hay una empresa que extrae arenas y otros materiales de la riberas del río, provocando movimientos del terreno, lo que incluso pone en riesgo la estructura de concreto que contiene las aguas de las presas que vienen de La Angostura, Chicoasén y Malpaso.

¿Qué impactos sociales han producido esas grandes obras de desarrollo en las comunidades afectadas, desde la perspectiva de los derechos humanos reconocidos, el ordenamiento interno y en Pactos y Tratados Internacionales ratificados por México?

¿Cuáles los económicos, tras los "incidentes" de la semana anterior?

Todo ello está aún en proceso de medición. Lo que sí puede adelantarse es que, en nuestro país, el modelo energético e hídrico asumido contempla intereses sobre todo urbano/industriales muy grandes. Una relación directa entre el modelo de capitalismo salvaje y el creciente exterminio del campesinado que no consigue huir a subemplearse en los Estados Unidos.

Los modos en que se han gestionado históricamente los recursos tierra y agua han entrado en su máxima crisis.

El deterioro ambiental, la deuda generada por los Pidiriegas (más de un billón 573 mil 981.8 millones de pesos), la insostenibilidad que implican nuevos proyectos para sustituir a las presas que, en promedio, llegan a los 50 años de vida, afectan a toda la sociedad en su conjunto, y no sólo a quienes sufren con inundaciones, lo que implica pérdida de vidas y de patrimonios.

Para pensarlo. Para actuar ya, ¿no cree usted?