Cancelación de la soberanía

María Teresa Jardí
jueves, 25 de octubre de 2007

Ante la imposibilidad de legitimarse. O, no, ni siquiera es que el dictador mexicano criado del Imperio --primer dictador de Latinoamérica, que no será el último, desafortunadamente, de esta era, quizá final del mundo-- haya querido nunca legitimarse.

Cabe dentro de lo posible el que a final de cuentas la casaca militar no haya sido más que un antecedente de lo que simplemente acabaron de afinar en Mérida, gatos y perros asesinados de por medio, Bush y Calderón en una hacienda de Roberto Hernández, empleado, sin ninguna duda, de la CIA en México el último.

Y de lo mismo trató la farsa llamada "toma de posesión", aunque no haya sido más que otra evidencia, patética en el mejor de los casos, del México dividido por el odio generado por la derecha México-yanqui que FeCal encabeza también en México hoy.

Llamado despectivamente dictador, por la parte más pensante del pueblo mexicano, sabios que son siempre los pueblos, FeCal cuando no FeCalPillo, aunque también siga siendo un usurpador pelele.

Ya se sabe que aquí, con cambiar el nombre, hasta se creen que engañan al pueblo. O, sí, a una parte la convencen a través de la deseducación telecrática y otra parte cierra los ojos ante el confort del sueldo por el que se ven obligados a vender la conciencia. Y una más, la única lamentable, en la miseria extrema padece demasiada hambre y cuando el hambre alcanza las neuronas del cerebro difícilmente funcionan en su capacidad entera.

Hace tiempo que las cosas cambian de nombre de cara a ocultar la verdad existente. Y así, por poner un ejemplo sufrido por muchos en carne propia, en México a los delincuentes más delincuentes, a los de ligas mayores, aunque no sueñen ni siquiera con pertenecer al cártel de Los Pinos, a los asesinos y sicarios a sueldo de los que sí pertenecen al cártel de Los Pinos, se les otorga una charola de policía, sin que sean policías y por ende cuidándoles el anonimato para que puedan extorsionar, golpear, torturar y asesinar con impunidad garantizada por El jefe. Es decir, que tiene plumas de pato, cola de pato, caminan como pato y extorsionan como policía, pero se les llama "madrinas". Como a los desaparecidos se les llama "levantados" y a las asesinadas y a los ejecutados "muertos por gastritis".

Puede ser que, incluso el show televisivo, en un búnker militarizado, custodiado por militares, sin pase de lista, aunque ahora digan que un notario dio fe de que el quórum existía, a la par que millones de ciudadanos, damos fe, como testigos privilegiados del canal del Congreso, de que el pase de lista no se dio.

Puede ser que incluso ese show haya sido otro antecedente para acostumbrarnos a lo que venía que se concretiza con el Plan México: La entrega definitiva del destino de México al imperio yanqui.

Es clara la negociación de Mérida. El inicio de la violencia represiva inaudita, que para acallar a los que no están dispuestos a vender la conciencia se necesita para cancelar todo vestigio de soberanía.

Cada día mayor represión y mayor violencia incluso porque cada ejecutado tiene una familia y han sido parte del Plan que por fin la ultraderecha mexicana, neoliberal, apátrida y corruptísima, impone en México por órdenes de Bush, otro vasallo de los amos del mundo: los grandes capitales que destruyen el orbe.

Que aprovechen cada CocaCola que beban, les deseo de corazón, a los intelectuales a modo que forman parte de la clase media necesaria, pasto del fascismo, para que en aras de no perder el pequeño confort, temporal, porque, que no les quepa la menor de las dudas, también van por ellos, cerraron los ojos a pesar de haber sido los destinados a abrir el debate para controlar al menos, alertando a muchos, lo que contra América Latina se instrumenta, usando a la dictadura mexicana.

El Plan México, del que el Plan Panamá sólo es una parte, debe llevar tanto tiempo incubándose como las décadas en que la educación en México se ha bajado hasta convertirnos en un país de analfabetas.