DESDE ESTE OSCURO RINCON
Por Guillermo Merelo
Cuando creemos en tu posible evolución surge siempre uno de tus queridos hijos para dejarnos claro que el panorama es aún oscuro para ti. ¿Cómo piensas evolucionar, cómo piensas enfrentarte a los cambios de una nueva sociedad cuando continúas invitando a tus filas a personajes cada vez más alejados de la realidad?
Uno de esos hijos te vuelve a delatar. Dice que el sida no es un problema de salud pública, sino de moral católica. La promiscuidad, la infidelidad y la homosexualidad deben ser expulsadas de nuestra ranchito global y para ello nada mejor que la acción del Estado. Después de todo, conductas como éstas son la causa de tantos males.
¡Diseñemos políticas públicas acordes a esta realidad! Tratemos mentes, no enfermedades. Salvemos almas, no seres humanos. El Estado debe ser garante de la moral pública… ¿En serio?
¡Oh, pobre derecha! Siguen buscando en tus filas ángeles y serafines, en lugar de servidores públicos serios. ¿Verdaderamente acompaña a este pequeño hijo tuyo algún diseñador de políticas públicas?
Lecciones de Primer Semestre de Políticas Públicas:
La frívola moralización de los problemas que aquejan a la sociedad puede hacer perder de vista uno los objetivos para los que fue creado el Estado: la regulación de la libertad del hombre en su ámbito de convivencia cotidiana. Esto puede trastocar a la sociedad en su conjunto al originar en sus integrantes fracturas difíciles de conciliar.
Acciones como las del gobernador de Jalisco constituyen un mensaje claro de fractura en los principios básicos de la democracia, la cual debe proveer a los ciudadanos de seguridades en torno a los límites que la autoridad tendrá en torno a acciones que acontecen en el ámbito de la vida privada. Hacer un juicio es una acción, cuando éste viene de la autoridad es además una acción pública, una acción reconocida por el Estado.
No conozco un hospital (público o privado) en el que un padecimiento de carácter venéreo sea tratado desde esta particular perspectiva. Imaginemos:
Señor González, sus análisis indican que padece usted sífilis. Esta enfermedad es grave, no tanto por las molestias físicas que usted experimentará, sino por las consecuencias en su pequeña alma humana. Si usted contrajo esta enfermedad es porque es usted un inmoral, cascos ligeros y engaña mujeres. Todo esto lo configura como un peligro para la sociedad. Por gente como usted tendremos que iniciar inmediatamente una campaña de moralización. De no ser así, seguiremos invirtiendo recursos (importantísimos para nuestras campañas electorales) para tratar pervertidos.
¿Porqué estas campañas de depuración del bien público sólo alcanzan al sida? Las enfermedades venéreas en general son tratadas como lo que son: problemas de salud pública, tal vez porque su existencia ha acompañado por siglos al ser humano, particularmente a los varones heterosexuales, con ventajas ante la condena pública.
¿Acaso San Góber no tiene acceso a las cifras que demuestran la incidencia del padecimiento en amas de casa, o es que piensa que las amas de casa son contagiadas por las licencias “homosexuales” de sus maridos? ¿Les dará a ellas condones o preferirá no verlas, borrar su existencia, ya que es mejor para la moral pública y para el ahorro de recursos?
Si palabras como las externadas por el San Gober de Jalisco no se basan en una doble moral, entonces quizá dentro de poco se intente implementar políticas como las siguientes:
• La redistribución de recursos de seguridad pública a los conventos, para que se emprendan campañas a favor de la bondad humana. Total, para qué necesitamos policías en un mundo de moral perfecta.
• Campañas de educación para reconocer y tratar a los chinos, ya que ellos son los causantes de la gripa aviar.
• Reorientación del gasto en vacunas a las órdenes religiosas, para que desde ahí se ore por el bienestar de los niños.
• De hecho, podríamos ver a todos los funcionarios públicos rezando por los pobres en lugar de hacer políticas públicas en su favor. Perdón, olvidaba que ahora, en Jalisco, rezar por las almas es parte de las políticas públicas.
Final
¡Oh, estúpida derecha! Si quieres sobrevivir, no bastará con refugiarte en la incapacidad de tu contraparte izquierda para imponerte. Pareces no darte cuenta de que los extremos que criticas en aquel lado encuentran su reflejo en comentarios tan acertados como los de este pequeño hijo tuyo.
Poco a poco serán las acciones y no las esperanzas las que pongan en su lugar los papeles de cada uno. Se vislumbra lejano el día, pero confío, por el bien de la humanidad, que así será.