LOS MILITARES JUNTO CON EL URSURPADOR SI QUE SON "UN GRAN PELIGRO PARA MEXICO"
Eduardo Ibarra Aguirre
A fuerza del uso y el abuso, los retenes militares y policíacos forman parte del paisaje de las carreteras y autopistas del país. Tanto es así que mi recuerdo más remoto como agraviado por la obstrucción de la libertad de tránsito, se remonta a 1997, en la carretera Mérida-Cancún. Y la más reciente fue en la de Guadalajara al Distrito Federal.
En el medio año de gobierno de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa los agravios a viajeros y pobladores en los retenes castrenses se convirtieron en cotidianos y se registran en los espacios del lector en los diarios, con denuncias sobre revisiones tan exhaustivas como insultantes, extorsiones y amenazas, injurias y tocamientos sexuales.
La recomendación de Vicente Fox Quesada a una ama de casa para que no se amargara la vida leyendo periódicos, pareciera que el actual equipo de gobierno la asumió como propia.
Rescato lo anterior porque una simple revisión de la prensa permitía tomarle el pulso a una conducta de creciente beligerancia del Ejército en los retenes contra los ciudadanos.
La agresiva conducta militar --comprensible en una institución que no está formada ni capacitada para desempeñar funciones de seguridad pública, tenía que llegar el momento en que cobrara vidas humanas, como sucedió el 1 de junio con cinco integrantes de la familia Esparza Galaviz , además de tres heridos de gravedad, en Los Alamillos, Sinaloa.
Si a lo anterior se añade la declaración de Óscar Loza Ochoa , presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, de que “al parecer estaban soldados en estado de ebriedad” y otros testimonios que registran consumo de drogas, el cuadro se completa para que estemos ante un multihomicidio, de acuerdo al sinaloense, porque “los balazos fueron hechos de frente” y “resulta que les dispararon antes de llegar”.
La Procuraduría General de Justicia Militar consignó a 19 elementos del 24 regimiento de caballería motorizada –tres oficiales y 16 de tropa--, mientras ya se cometió otro asesinato en la carretera ribereña de Nuevo Laredo, Tamaulipas. No olvidemos que los soldados sólo ejecutan órdenes y el alto mando y el comandante supremo diseñan las políticas.
Jesús Aguilar Padilla y Eugenio Hernández Flores , gobernadores de Sinaloa y Tamaulipas que apoyan con entusiasmo las políticas de Calderón para militarizar la seguridad pública, se mantienen calladitos.
Pero quien habla hasta por los codos es el senador Alejandro González Alcocer , presidente de la Comisión de Justicia: “Pues ni modo, situaciones como ésta son las que tendremos que aguantar”.
Estos crímenes alientan un clamor: ¡Los soldados a los cuarteles! Pero se pretende disminuirlo con insultantes campañas mediáticas y la resignación de que no queda de otra porque los cuerpos policíacos no están preparados para hacerse cargo del combate al narcotráfico, el que por cierto no transporta sus cargamentos por carreteras y autopistas, como lo sabe muy bien Guillermo Galván Galván .
Tienen muy flaca memoria porque a la Policía Federal Preventiva la especializaron en reprimir movimientos sociales y a la Agencia Federal de Investigación la presumían obsesivamente Fox y Rafael Marcial Macedo de la Concha , novel magistrado del Supremo Tribunal Militar.
Además, como bien sostuvo Calderón Hinojosa ante la alemana DPA , “la causa fundamental del problema que se vive no está en México sino en Estados Unidos”.
Entonces para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo. Amén de que en 37 años de operaciones antinarcóticos ni uno solo de los grandes lavadores de dinero ha sido detenido. Todo se limita a burreros y capos operativos que, además, son encarcelados cuando dejan de ser funcionales al segundo negocio más grande y rentable en México y en la aldea global.