CIUDAD PERDIDA
Miguel Angel Velázquez
Miedo como moneda de cambio
* Presión en Los Pinos para limpiar Xochiaca
* Hacer el aeropuerto, obsesión blanquiazul
Al precio que sea, no importan los límites legales o económicos, construir el aeropuerto de la ciudad de México sobre los terrenos de Atenco es la segunda obsesión más patológica de Felipe Calderón.
Directamente, sin personeros que medien, Los Pinos ha venido ejerciendo presión constante sobre las autoridades del Distrito Federal para que a la brevedad dejen libre el Bordo de Xochiaca, donde hasta ahora se deposita la basura que generan los habitantes de la capital, y algunos municipios del estado de México, porque será allí, en esos terrenos, donde pasará la carretera que una a la capital con el aeropuerto.
Esta empresa se ha convertido, decíamos, en la segunda obsesión de Felipe Calderón -la primera, como se sabe, es apoderarse del Distrito Federal-, y la alimentan, por un lado, el fracaso de Fox, y por el otro, el miedo a la represión que se ha infundido en los pobladores de aquella parte de Texcoco.
Fox no pudo por tonto, por prepotente -combinación que eleva a su poseedor al grado de la idiotez-, y Calderón supone, enmendando algunos de los errores cometidos, como el no pagar suficiente indemnización a los dueños de las tierras, que podrá tener el paso libre, así se tenga que erogar todo el dinero que sea necesario.
Pero para quienes no quieren vender sus terrenos porque no saben hacer otra cosa que cultivar la tierra, o porque su sentido de pertenencia a esos lugares es total, también existe remedio. Para los necios hay, primero, la amenaza, y después la cárcel. Así de claro, así de cruel.
Calderón quiere pasar por donde no pudo Fox, quiere que su deseo se cumpla a costa de lo que sea para demostrar que él sí puede dominar a los opositores, y comprar a los indecisos.
En Atenco ya se sabe de la nueva embestida, se cuentan las ofertas que los cabilderos han ido a prometer, y en su caso se refuerzan las convicciones de quienes no quieren abandonar sus lugares, aunque se pague bien, aunque aterroricen las amenazas.
Pero se haga lo que se haga, por lo pronto las autoridades del Distrito Federal han empezado a sentir el peso de una decisión desafortunada, por decir lo menos. Además de que no hay un lugar para depositar los desechos de los habitantes de la ciudad.
En la metrópoli cada poblador produce un kilo con 300 gramos al día de basura, lo que genera más de 20 mil toneladas de desechos cada 24 horas, es decir, se genera el material suficiente para levantar, todos los días, un nuevo cerro de basura, lo que implica tener un lugar, lo suficientemente grande y seguro, donde alojarla. Eso parece que ya no existe en el DF.
Conscientes del problema, en Los Pinos no hay quien se preocupe por la grave situación que genera, tanto en lo social como en lo ambiental, crear un nuevo destino para la basura. Aún le quedan al tiradero de Xochiaca cuando menos cuatro años de existencia, tiempo suficiente para que la ciudad de México pueda crear un ámbito propicio para tal tarea.
No obstante, la intención es cerrar ya el actual tiradero, porque en caso de que los afanes, buenos y malos, de Calderón lleguen a triunfar, el panista quiere inaugurar la terminal aérea antes de que concluya 2012. A ver si es cierto.
De pasadita
La joven encargada de los menesteres en la delegación Miguel Hidalgo dice que sí es legal y sí está permitido que los titulares acudan a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público a pedir recursos. Por ello, este fin de semana casi se terminó de firmar una carta que, cuando menos, una decena de delegados ha preparado para hacerle saber al secretario Carstens que también requieren de mayores fondos para invertir en sus comunidades.
Gilberto Ensástiga, quien encabeza la protesta, asegura que la misiva es el primer paso, pero si esta manera de hacerse de recursos es legal, decimos nosotros, ¿para qué diablos sirve el show de los asambleístas cada año con el cuento de la aprobación del presupuesto? Mejor que cada cual le envíe su cartita a Carstens, y asunto concluido. Lo malo es que nos perderemos el show. Ni modo.
* Presión en Los Pinos para limpiar Xochiaca
* Hacer el aeropuerto, obsesión blanquiazul
Al precio que sea, no importan los límites legales o económicos, construir el aeropuerto de la ciudad de México sobre los terrenos de Atenco es la segunda obsesión más patológica de Felipe Calderón.
Directamente, sin personeros que medien, Los Pinos ha venido ejerciendo presión constante sobre las autoridades del Distrito Federal para que a la brevedad dejen libre el Bordo de Xochiaca, donde hasta ahora se deposita la basura que generan los habitantes de la capital, y algunos municipios del estado de México, porque será allí, en esos terrenos, donde pasará la carretera que una a la capital con el aeropuerto.
Esta empresa se ha convertido, decíamos, en la segunda obsesión de Felipe Calderón -la primera, como se sabe, es apoderarse del Distrito Federal-, y la alimentan, por un lado, el fracaso de Fox, y por el otro, el miedo a la represión que se ha infundido en los pobladores de aquella parte de Texcoco.
Fox no pudo por tonto, por prepotente -combinación que eleva a su poseedor al grado de la idiotez-, y Calderón supone, enmendando algunos de los errores cometidos, como el no pagar suficiente indemnización a los dueños de las tierras, que podrá tener el paso libre, así se tenga que erogar todo el dinero que sea necesario.
Pero para quienes no quieren vender sus terrenos porque no saben hacer otra cosa que cultivar la tierra, o porque su sentido de pertenencia a esos lugares es total, también existe remedio. Para los necios hay, primero, la amenaza, y después la cárcel. Así de claro, así de cruel.
Calderón quiere pasar por donde no pudo Fox, quiere que su deseo se cumpla a costa de lo que sea para demostrar que él sí puede dominar a los opositores, y comprar a los indecisos.
En Atenco ya se sabe de la nueva embestida, se cuentan las ofertas que los cabilderos han ido a prometer, y en su caso se refuerzan las convicciones de quienes no quieren abandonar sus lugares, aunque se pague bien, aunque aterroricen las amenazas.
Pero se haga lo que se haga, por lo pronto las autoridades del Distrito Federal han empezado a sentir el peso de una decisión desafortunada, por decir lo menos. Además de que no hay un lugar para depositar los desechos de los habitantes de la ciudad.
En la metrópoli cada poblador produce un kilo con 300 gramos al día de basura, lo que genera más de 20 mil toneladas de desechos cada 24 horas, es decir, se genera el material suficiente para levantar, todos los días, un nuevo cerro de basura, lo que implica tener un lugar, lo suficientemente grande y seguro, donde alojarla. Eso parece que ya no existe en el DF.
Conscientes del problema, en Los Pinos no hay quien se preocupe por la grave situación que genera, tanto en lo social como en lo ambiental, crear un nuevo destino para la basura. Aún le quedan al tiradero de Xochiaca cuando menos cuatro años de existencia, tiempo suficiente para que la ciudad de México pueda crear un ámbito propicio para tal tarea.
No obstante, la intención es cerrar ya el actual tiradero, porque en caso de que los afanes, buenos y malos, de Calderón lleguen a triunfar, el panista quiere inaugurar la terminal aérea antes de que concluya 2012. A ver si es cierto.
De pasadita
La joven encargada de los menesteres en la delegación Miguel Hidalgo dice que sí es legal y sí está permitido que los titulares acudan a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público a pedir recursos. Por ello, este fin de semana casi se terminó de firmar una carta que, cuando menos, una decena de delegados ha preparado para hacerle saber al secretario Carstens que también requieren de mayores fondos para invertir en sus comunidades.
Gilberto Ensástiga, quien encabeza la protesta, asegura que la misiva es el primer paso, pero si esta manera de hacerse de recursos es legal, decimos nosotros, ¿para qué diablos sirve el show de los asambleístas cada año con el cuento de la aprobación del presupuesto? Mejor que cada cual le envíe su cartita a Carstens, y asunto concluido. Lo malo es que nos perderemos el show. Ni modo.