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lunes, 30 de abril de 2007

FeCAL NO VAYAS A LLORAR, PERO AQUI NO PUEDES HACER FRAUDE, TE VAN GANANDO DESCARADAMENTE!!

Lucha antinarco en México, caída libre

ricardo ravelo

México, D.F., 30 de abril (apro).- Con base en su experiencia en la Fiscalía General de Colombia y como excombatiente del narcotráfico en ese país sudamericano, Gustavo de Greiff suelta:

“La lucha contra el narcotráfico en México y cualquier otra parte del mundo está perdida. No entiendo por qué se insiste en seguir combatiendo el tráfico de drogas por medio de la represión, si estas medidas han fracasado en los últimos 40 años. La solución debe ser legalizar la producción y consumo, y con eso terminamos con el problema”.

De Greiff es un veterano de la diplomacia y de la política. Colombiano de origen, un día el presidente César Gaviria lo invitó a colaborar en su gabinete. De Greiff se desempeñaba como rector de una universidad local. Y de buenas a primeras tuvo que dejar la cómoda oficina académica para entrar a la vorágine del combate al narcotráfico.

Durante su paso por la Fiscalía General de Colombia –uno de los más importantes cargos en el gobierno–, De Greiff Restrepo no tuvo una encomienda fácil:

Se dio a la tarea de organizar a todo un Ejército para emprender la tarea más ardua que se haya realizado en Colombia en los últimos años: desarticular al cártel de Medellín, entonces encabezado por el más poderoso capo que haya existido en la historia de ese país: Pablo Escobar Gaviria.

Aquella batalla encabezada por De Greiff tuvo todo el respaldo del gobierno de Colombia. También de la DEA.

Guerra de mil mdd

Durante cuatro años, el gobierno colombiano redujo sus presupuestos en educación, descobijó el campo y desatendió otros renglones importantes, pues todos los recursos se concentraron en la lucha contra el narcotráfico.

Más de mil millones de dólares costó, en su primera fase, la arremetida contra el cártel de Medellín y otros grupos de narcotraficantes de la Costa Atlántica y los afincados en el llamado Valle del Cauca.

Después de todo este trabajo, que costó cerca de 600 vidas –entre policías, militares, jueces, abogados y funcionarios del gobierno–, se logró desarticular al poderoso cártel de Medellín. Pero desde esa fecha (1992-1994) Gustavo de Greiff vive con una frustración.

“Lo que más me duele es que toda esta batalla no sirvió para nada. El tráfico de drogas siguió boyante. Colombia continuó exportando cocaína a Estados Unidos, a través de México, la droga aumentó y el precio empezó a disminuir. Todo esto es muy doloroso, pero me llevó a la conclusión de que la represión contra el narcotráfico no es la mejor estrategia. Desgraciadamente México va por el mismo camino, y lo que veo es que toda esa lucha resultará un verdadero fracaso”.

De Greiff fue entrevistado por Apro para conocer su opinión sobre la violencia desatada por el narcotráfico en México y sobre el reacomodo de los cárteles, detalles que constan en un informe elaborado por la Secretaría de la Seguridad Pública Federal (SSPF), y que se sostiene que, en los últimos cinco meses, la dinámica del narco cambió:

Existen nuevas alianzas –algunas efímeras y otras más sólidas– que son la causa de la cruenta violencia que enfrenta el país por todas partes y que, según datos oficiales, suman más de 600 vidas.

En resumen, el informe de la SSPF establece que el cártel del Sinaloa –ahora llamado del Milenio– es el más poderoso, y le sigue en poder y fuerza el del Golfo. Sin embargo, este grupo criminal enfrenta una crisis interna: están divididos sus cabecillas Eduardo Costilla, “El Coss”; Ezequiel Cárdenas, “El Tony Tormenta”, y “El Lazca”, líder de Los Zetas.

En una posición con menor poder, pero con significativa presencia en el país, está el cártel de Juárez, bajo el mando de Vicente Carrillo, “El Viceroy”.

Le siguen los cárteles de Tijuana, el de Pedro Díaz Parada, mismo que se rearticuló ahora con nuevas cabezas, y el de los hermanos Amezcua, reforzado en el negocio de las metanfetaminas con una alianza con los hermanos Arellano Félix.

Frente a este panorama, De Greiff no tiene dudas:

El presidente Felipe Calderón tiene la guerra perdida y, según los datos de que dispone, el gobierno atiende y apoya a los grupos que más provecho le han sacado a la postura de la prohibición, lo que ha convertido la lucha antidrogas en un combate sin resultados.

Gustavo de Greiff analizó su fracaso en la embestida contra el cártel de Medellín. Cuenta: “Empecé a ver nuestras limitaciones. Dije: ‘estamos teniendo éxito en cuanto a perseguir a unos cuantos narcotraficantes individualizados, pero el problema de las drogas continúa’.

“Desgraciadamente después (Colombia) entró al negocio de la heroína. Antes y ahora la droga sigue produciéndose en Colombia. El consumo sigue siendo igual o mayor, el precio de la droga no aumenta ni se hace más difícil su adquisición, por el contrario, disminuye. Entonces pensé y sigo pensando que la solución más racional sigue siendo la legalización o regulación legal de la producción, comercio y consumo”.

--¿Esto no detonaría un mayor consumo, partiendo de la base de que buena parte de la sociedad tiene problemas de adicción?

--Esta regularización de las drogas tendría que estar apoyada con campañas educativas para disminuir el consumo y darle asistencia médica a los adictos.

--Esta lucha infructuosa contra el narcotráfico en Colombia, ¿usted cree que pueda repetirse en el caso de México, ahora que el gobierno le declaró la guerra a los cárteles?

--No sólo lo creo, sino estoy seguro. Mientras exista la prohibición que da lugar a muchas utilidades para los narcotraficantes y, naturalmente beneficios para los corruptos, porque al estar prohibida la producción y tráfico de drogas, (se) tiene la necesidad, por parte de los productores, de corromper a las autoridades para que miren hacia otra parte: a los policías para que no los persigan y a los jueces para que los absuelvan.

“Mientras eso subsista, mientras haya esa posibilidad de obtener grandes utilidades y mientras la corrupción florezca, es imposible acabar con el narcotráfico”.

Después de evaluar que la batalla contra el narco en Colombia fue frustrante –“el negocio continúa como si nada hubiera pasado”, dice–, el exembajador colombiano en México sostiene que la solución al problema del tráfico de drogas es su legalización, entendida no como una invitación a consumir sino como una regulación que establezca quién pueda producir, bajo qué controles y a quiénes se puede vender (la droga), que no se venda a menores de edad y que, sobre todo, se dé asistencia médica a los adictos”.

--Se puede decir que este camino que emprendió el presidente Felipe Calderón es una ruta que usted ya conoce muy bien. ¿Qué vislumbra en el futuro inmediato?

--No quiero ser profeta de desastres, pero creo que si se mira la experiencia colombiana, si se mira al espejo colombiano, se verá que va a ser un fracaso. Y es un fracaso porque como el narcotráfico vive de la corrupción y de grandes utilidades, eso es el resultado de la prohibición.

A pesar de la guerra que enfrenta el gobierno contra los narcos, para Gustavo de Greiff nuestro país sigue siendo un país clave para el trasiego de droga y para la introducción de los cargamentos que provienen de Colombia.

Con base en la información con la que cuenta, traza las rutas más socorridas por los capos colombianos:

“México sigue siendo un territorio clave, porque el mercado consumidor más grande es Estados Unidos. Los que nos atacan a nosotros, a los países latinoamericanos productores de droga, diciendo que somos los culpables de que haya ese tráfico, pues se equivocan.

“Los culpables son ellos, que tienen un mercado asegurado para los narcotraficantes, un mercado extenso de consumidores, el más extenso del mundo, porque si bien últimamente se ha abierto el mercado europeo, los Estados Unidos siguen siendo los mayores consumidores de cocaína, de mariguana, y consumen una tercera parte de la heroína que se consume en el mundo”.

El papel del Ejército

--¿Esta violencia que se está presentando en México puede llegar, según usted lo percibe, a un nivel de mayor intensidad?

--Creo que va a ser igual, va a tener la misma intensidad que tiene en la actualidad. Ahora se ha exacerbado un poco por la represión, pero si usted examina los periódicos aquí en México, en Colombia y Perú desde hace diez años, encuentra que prácticamente está sucediendo lo mismo que ocurre hoy. En Colombia hubo momentos en que se metió al Ejército en la lucha contra el narcotráfico, lo cual yo considero que es un error.

“Se involucró a la policía, lo cual era apenas lógico, porque el problema del narcotráfico, mientras exista la prohibición, es un problema policiaco y no del Ejército. Bueno, pero se le involucró (al Ejército), y sucedió exactamente lo mismo que hoy está sucediendo: violencia, represión, una cantidad de presos de presuntos narcotraficantes y verdaderos narcos y otros falsos capos, porque eso es lo que sucede con la represión”.

--¿Es viable la batalla contra el narco como la está ejecutando el gobierno de México?

--Las acciones represivas dan partes de triunfos cuando muchas veces los presos son apenas aparentes narcotraficantes, y no reales narcotraficantes. Pero supongamos que sí, que se está atacando a verdaderos narcotraficantes… ¿Y qué? Por cuanto tiempo va a ser posible mantener esas redadas y esos operativos. No se puede mantener permanentemente al Ejército involucrado en operativos, ni siquiera a la policía misma se la puede mantener en forma permanente.

“Pasa la fiebre de los operativos, pasan los partes de victoria y los narcos vuelven a ocupar los sitios que deja vacíos la autoridad. Y es peor cuando se le encarcela o se le mata a un narco en un operativo, porque inmediatamente es remplazado. Y todos quedan felices de que algunos hayan salido del negocio porque otros llegan a sustituirlos y a gozar de las prerrogativas y de las utilidades que produce el narcotráfico”.

Para Gustavo de Greiff, el gobierno de México está aplicando una mala copia del modelo colombiano, sin tener en cuenta si éste fue fructífero, exitoso o no lo fue.

Cabe señalar que en los años setenta, Colombia empezó a exportar cocaína, en los noventa continuó exportando esa droga casi en la misma cantidad y con mayor pureza.

Entonces, “¿dónde está el éxito? Entre 1998 y 2006, Colombia ha extraditado a más de 450 individuos y las exportaciones de cocaína siguen siendo iguales. Aumentan las intercepciones de cocaína y se piensa que va haber menos droga en el mercado. Y es mentira: sigue habiendo la misma cocaína en el mercado y el precio no aumenta, por el contrario, disminuye”.

--¿Entonces no tiene sentido la extradición de los capos?

--Se puede decir que es una forma de castigo, pero en cuanto al problema de las drogas, no es una solución. Las extradiciones han servido para el aplauso y el éxito político. Pero el negocio de las drogas sigue igual de boyante y poderoso.

“Insisto: son 40 años de lucha contra las drogas. Y todo ha sido un fracaso. ¿Por qué no intentamos cambiar la estrategia? Seguramente los grandes intereses del gobierno están anclados en la lógica de la prohibición”.