HECHOS Y NOMBRES
Alejandro Envila Fisher
27/03/2007 12:20:21 a.m.
Aborto, pierde el PAN
Si pensaban rebasar al PRD por la izquierda, los panistas tenían que haber visto hace tiempo que no toda la discusión se centra en subsidios ni se reduce al ámbito de lo económico. También hay postulados y definiciones históricas ante los grandes temas, que fijan las posiciones de cada organización. Los panistas no valoraron así la realidad y por ello, una vez más bajo el argumento de la defensa de sus propios principios, en el caso del aborto se dejaron atrapar, como partido, por una discusión que no los llevará a ningún buen puerto, y que además de dividirlos, los volverá a colocar en el banquillo de los acusados; quizá en el de los innecesariamente derrotados, como los defensores del conservadurismo más recalcitrante, y con el mismo discurso que han utilizado en los últimos 50 años para defender el hecho de que una creencia religiosa permanezca plasmada en la ley.
En principio, el PAN había decidido no entrar como partido, al menos en forma tradicional, al debate sobre el aborto que el PRD detonó en el DF. Con la llegada de una mujer a la dirigencia local, Mariana Gómez del Campo, los panistas dieron un paso importante hacia su propia evolución cuando acordaron que dejarían que la posición del partido frente al tema fuera fijada por las mujeres panistas, primero para evitar ser tachados otra vez como partido misógino, y después para hacerse a un lado de un debate en el que tienen mucho que perder y prácticamente nada que ganar. Esto porque su involucramiento en el tema sólo los lleva a confirmar simpatías de grupos conservadores de las que ya gozaban, pero en cambio los aleja del votante apartidista que no ve las cosas desde la perspectiva confesional, sino desde la que impone a diario la vida secular.
Sin embargo la estrategia panista, que por lo menos prometía novedad, nunca pudo ser puesta en práctica porque viendo la importancia mediática que adquiriía el tema, Carlos María Abascal Carranza decidió que este podría ser el asunto que lo posicionaría definitivamente como la gran figura en activo dentro del panismo, y que lo catapultaría definitivamente rumbo a la dirigencia nacional como el relevo de Manuel Espino.
Sabedor de que ningún panista iba a reprocharle en público por combatir el aborto aunque ello implicara desatender un acuerdo del partido que buscaba privilegiar la participación de las mujeres, Abascal se lanzó a fondo en parte por sus convicciones personales, pero también porque considera, y quizá no se equivoque, que dar esa gran batalla de la forma más pública posible, le permitirá ganarse las simpatías del panismo tradicional al que Espino no lo puede acercar.
Lo delicado del asunto es que al hacer pública una posición como partido sobre el tema y llevarla hasta los extremos que implican frases como la de “ley de sangre”, acuñada por el propio Abascal, el PAN llevó a los niveles nacionales un debate en el que no tiene nada que ganar. Y como una vez más fueron los varones y no las mujeres panistas quienes tomaron la iniciativa y encabezaron la discusión, la posición del partido se ve tan frágil y machista como en las otras ocasiones en que abordaron este debate. Para colmo, la discusión creció tanto que hasta el presidente Felipe Calderón intervino y tomó partido en ella cuando hizo votos porque la mayoría perredista en la ALDF no avasallara a las minorías y porque la ley se quedara como actualmente se encuentra. Desafortunadamente para el presidente, la votación sobre la despenalización del aborto en el DF se dará apenas unos días después de que la Ley del ISSSTE sea aprobada por una sólida mayoría, pero contra la voluntad de las minorías del Frente Amplio Progresista. Con ese antecedente, si el PRD, el PRI y el Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina apoyan la despenalización en el DF, la decisión habrá sido tan legal y legítima como la reforma a la Ley del ISSSTE que se promueve desde Los Pinos.
AL DEBATE
Habrá que averiguar con detenimiento la vversión que indica que Oliverio Juárez, el secretario ejecutivo, notificó legalmente dos veces a los partidos Convergencia, del Trabajo, Nueva Alianza, revolucionario Institucional y Alternativa, del acuerdo ACU-011-07 del Consejo General. La idea de Juárez, que sólo habría seguido órdenes superiores, era según se rumora en el IEDF, darles tiempo para impugnar esa resolución del Consejo General porque el término que corrió a partir de la primera notificación, ya se había vencido. De haber ocurrido así, Juárez estaría metido en un serio problema que podría llevar hasta a su destitución; pero su jefe también tendría que rendir cuentas y ofrecer explicaciones.
27/03/2007 12:20:21 a.m.
Si pensaban rebasar al PRD por la izquierda, los panistas tenían que haber visto hace tiempo que no toda la discusión se centra en subsidios ni se reduce al ámbito de lo económico. También hay postulados y definiciones históricas ante los grandes temas, que fijan las posiciones de cada organización. Los panistas no valoraron así la realidad y por ello, una vez más bajo el argumento de la defensa de sus propios principios, en el caso del aborto se dejaron atrapar, como partido, por una discusión que no los llevará a ningún buen puerto, y que además de dividirlos, los volverá a colocar en el banquillo de los acusados; quizá en el de los innecesariamente derrotados, como los defensores del conservadurismo más recalcitrante, y con el mismo discurso que han utilizado en los últimos 50 años para defender el hecho de que una creencia religiosa permanezca plasmada en la ley.
En principio, el PAN había decidido no entrar como partido, al menos en forma tradicional, al debate sobre el aborto que el PRD detonó en el DF. Con la llegada de una mujer a la dirigencia local, Mariana Gómez del Campo, los panistas dieron un paso importante hacia su propia evolución cuando acordaron que dejarían que la posición del partido frente al tema fuera fijada por las mujeres panistas, primero para evitar ser tachados otra vez como partido misógino, y después para hacerse a un lado de un debate en el que tienen mucho que perder y prácticamente nada que ganar. Esto porque su involucramiento en el tema sólo los lleva a confirmar simpatías de grupos conservadores de las que ya gozaban, pero en cambio los aleja del votante apartidista que no ve las cosas desde la perspectiva confesional, sino desde la que impone a diario la vida secular.
Sin embargo la estrategia panista, que por lo menos prometía novedad, nunca pudo ser puesta en práctica porque viendo la importancia mediática que adquiriía el tema, Carlos María Abascal Carranza decidió que este podría ser el asunto que lo posicionaría definitivamente como la gran figura en activo dentro del panismo, y que lo catapultaría definitivamente rumbo a la dirigencia nacional como el relevo de Manuel Espino.
Sabedor de que ningún panista iba a reprocharle en público por combatir el aborto aunque ello implicara desatender un acuerdo del partido que buscaba privilegiar la participación de las mujeres, Abascal se lanzó a fondo en parte por sus convicciones personales, pero también porque considera, y quizá no se equivoque, que dar esa gran batalla de la forma más pública posible, le permitirá ganarse las simpatías del panismo tradicional al que Espino no lo puede acercar.
Lo delicado del asunto es que al hacer pública una posición como partido sobre el tema y llevarla hasta los extremos que implican frases como la de “ley de sangre”, acuñada por el propio Abascal, el PAN llevó a los niveles nacionales un debate en el que no tiene nada que ganar. Y como una vez más fueron los varones y no las mujeres panistas quienes tomaron la iniciativa y encabezaron la discusión, la posición del partido se ve tan frágil y machista como en las otras ocasiones en que abordaron este debate. Para colmo, la discusión creció tanto que hasta el presidente Felipe Calderón intervino y tomó partido en ella cuando hizo votos porque la mayoría perredista en la ALDF no avasallara a las minorías y porque la ley se quedara como actualmente se encuentra. Desafortunadamente para el presidente, la votación sobre la despenalización del aborto en el DF se dará apenas unos días después de que la Ley del ISSSTE sea aprobada por una sólida mayoría, pero contra la voluntad de las minorías del Frente Amplio Progresista. Con ese antecedente, si el PRD, el PRI y el Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina apoyan la despenalización en el DF, la decisión habrá sido tan legal y legítima como la reforma a la Ley del ISSSTE que se promueve desde Los Pinos.
AL DEBATE
Habrá que averiguar con detenimiento la vversión que indica que Oliverio Juárez, el secretario ejecutivo, notificó legalmente dos veces a los partidos Convergencia, del Trabajo, Nueva Alianza, revolucionario Institucional y Alternativa, del acuerdo ACU-011-07 del Consejo General. La idea de Juárez, que sólo habría seguido órdenes superiores, era según se rumora en el IEDF, darles tiempo para impugnar esa resolución del Consejo General porque el término que corrió a partir de la primera notificación, ya se había vencido. De haber ocurrido así, Juárez estaría metido en un serio problema que podría llevar hasta a su destitución; pero su jefe también tendría que rendir cuentas y ofrecer explicaciones.