FeCAL NO AGUANTO Y ENFURECIO
daniel lizárraga
Mérida, Yuc., 4 de marzo (apro).- A punto estaba de terminar una conferencia de prensa que sirvió de colofón a una tersa reunión bilateral México-Estados Unidos, cuando una pregunta lanzada desde la prensa estadunidense hizo enrojecer de coraje al presidente mexicano Felipe Calderón.
“Usted tiene parientes que trabajan en Estados Unidos, ¿Qué ha aprendido de ellos? ¿Quieren convertirse en ciudadanos? ¿Están ahí legalmente?”, inquirió un enviado del periódico Washington Times, un diario de extrema derecha. El cuestionamiento fue previamente acordado con sus compañeros quienes siguieron la gira del presidente George Bush por América Latina.
Apenas terminó hablar este periodista, el resto de sus compañeros rieron a carcajadas. La forma en que habían puesto en aprietos a Calderón los puso contentos. Lo festejaron.
Con la mirada clavada en el reportero y el rostro un tanto desencajado, Calderón dijo que sus parientes son gente que trabaja y paga sus impuestos al gobierno estadunidense.
“Es gente que cosecha las verduras que usted se come, gente que sirve los platos en los restaurantes con los alimentos que usted consume, gente que contribuye a la prosperidad de Estados Unidos”, le respondió Calderón.
Sin quitarle la mirada de encima al periodista del Washington Times, Calderón reconoció que hace mucho tiempo que no ve a esos familiares e ignora cuál sea ahora su situación migratoria.
“Pero ojalá un día los pueda ver. Soy alguien que cree en la libertad y en el trabajo. Ojalá pueda algún día verlos, y saludarlos y abrazarlos; sabedor de que vivimos en países que verdaderamente defienden la libertad”, agregó.
Tanto en esta reunión bilateral, como en otras giras de trabajo por el país e incluso en el extranjero y durante la campaña que lo llevó a al Presidencia, Calderón siempre utilizó como referencia para hablar del tema migratorio su origen michoacano y, sobre todo, el hecho de haber conocido el dolor de las familias mexicanas al momento de separarse.
En esta ocasión, aprovechó el duro cuestionamiento de la prensa estadunidense para advertir que hay muchas familias en México que quieren ver a sus hijos de regreso.
“Ellos (los emigrantes), son de lo mejor de nuestra gente, porque es gente audaz, la más joven, la más fuerte, la más talentosa que ha superado enormes adversidades para llegar allá”, agregó.
Para el mandatario mexicano, no sólo el hecho de tener lazos de sangre con algunos inmigrantes lo ha hecho trabajar en búsqueda de una nueva reforma a la ley migratoria que garantice los derechos laborales de los paisanos en Estados Unidos.
“Yo trabajo para que un día la frontera en lugar de que cruce la mano de obra, mejor venga la inversión aquí en donde está la mano de obra. Debemos entender que la prosperidad de Norteamérica sólo puede darse el día que demos un cauce formal, legal, sólido esta forma en que deben colaborar los factores de trabajo”, afirmó.
Esa fue la última pregunta. Los periodistas estadunidenses hicieron tres y los mexicanos tres, la mayoría de ellas destinadas a que ambos mandatarios explicaran de qué manera y cómo pudiera darse una reforma migratoria cuando el ambiente político en Estados Unidos no es el más adecuado.
Un día antes, en la hacienda Temozón, Calderón pidió al gobierno estadunidense trabajar para disminuir el consumo de drogas, a fin de enfrentar a las bandas de narcotraficantes y protestó por la construcción del muro en la frontera norte.