EL QUE NUNCA TUVO Y LLEGA A TENER, LOCO SE QUIERE VOLVER
Proceso
Si algo ha cambiado en los primeros cien días del gobierno de Felipe Calderón es el Estado Mayor Presidencial (EMP), que luego de respetar durante varios sexenios los principios de legalidad, sensatez y discreción en sus operativos de seguridad, procede ahora cada vez con más ostentación, violencia y otros excesos que afectan derechos de las personas, expone Proceso en su edición 1584.
Bajo el mando del general de Brigada Diplomado de Estado Mayor Jesús Castillo –a quien sus subordinados suelen referirse como “JC”–, en los actos de Felipe Calderón en zonas urbanas el EMP despliega cientos de elementos hasta en dos kilómetros a la redonda y coloca decenas de vallas metálicas, mientras las azoteas se usan para apostar equipos de francotiradores.
A diferencia de su comportamiento habitual de las últimas dos décadas, muchos elementos del EMP, hiperreactivos, responden a golpes a la menor provocación no sólo contra manifestantes pacíficos o seguidores de Andrés Manuel López Obrador, sino también contra reporteros y fotógrafos, además de maltratar a comerciantes e impedir el trabajo de servidores públicos.
Los guardias de Calderón han encontrado en la ostentosidad una nueva razón de ser, y en la brutalidad un pasatiempo, destaca el reportaje que publica Proceso este domingo.