DESAFIO
Rafael Loret de Mola
*Sólo “Equivocaciones”
*Diplomacia Maniatada
*Invasiones Mexicanas
El respeto estadounidense a las soberanías ajenas no responde a la normatividad del derecho internacional ni, mucho menos, a la garantía de autodeterminación de los pueblos; responde, siempre, a los intereses y perspectivas de la mayor potencia militar de la historia. De allí la tremenda complejidad de las relaciones bilaterales de México con el gigante del norte cuyo único punto de equilibrio ha sido, siempre, la razón jurídica en ausencia de un ejército capaz de contrarrestar al de la Unión Americana que, por cierto, se da el lujo de incorporar a no pocos mexicanos muchas devueltos a su origen en las mortajas cuya última capa es la bandera de las barras y estrellas.
Es fama que los Estados Unidos jamás han padecido una invasión a su territorio –salvo la protagonizada por los dorados de Villa en Columbus- ni sostenido en éste ninguna guerra contra otra nación; las que se han dado han sido intestinas, sobre todo la llamada “de secesión” en el siglo XIX que marcó la exaltación de Lincoln y su lucha contra la arraigada esclavitud que conformaba el modelo de vida en los estados sureños de la Unión. Todavía hoy, la discriminación racial y la xenofobia siguen siendo factores incendiarios entre los estadounidenses quienes toman para sí el gentilicio genérico, americanos, con un profundo desdén hacia los pueblos situados al sur de sus fronteras.
En estas circunstancias, y en vísperas del arribo de George Bush a México –acaso promovida para atemperar, en lo posible, el creciente ánimo antiyanqui en toda Latinoamérica si bien destinada a ampliar condiciones y perspectivas para asegurar los intereses norteamericanos-, no puede soslayarse la extraña incursión de las fuerzas del Departamento Seguridad Interna de los Estados Unidos, y de su titular, Michael Chertoff, a suelo mexicano, con el supuesto de seguir el rastro de cárteles y bandas cuyas redes, por cierto, se extienden hacia la poderosa nación vecina sin sufrir alteraciones, esto es toda la presión se concentra en la frontera y hacia abajo del continente.
El propio Chertoff, al amparo de los voceros del Departamento de Estado de su país, ha expresado que en, todo caso, de haberse producido el incidente citado habría sido un error “inadvertido”, esto es sin que hubiese conciencia plena de la violación territorial como si mojoneras, ríos, aduanas y hasta bardas, no existiesen sino en la imaginación de los emigrantes mexicanos quienes son blancos, incluso, de los intratables “cazadores” de Arizona llamados “minutemen” acaso porque son tan rápidos que les bata un minuto para aniquilar a sus presas humanas. Contra esta realidad, en cambio, no hay siquiera una posible “inadvertencia”. Los pretextos superficiales los ejerce el fuerte y el débil los acepta o sufre las consecuencias.
Lo anterior, esto es la violación de la soberanía mexicana, no es novedad alguna. Recuérdese los incidentes en Caborca, Sonora, hace dos décadas cuando incluso hubo constancias de ataques provenientes de aeronaves estadounidenses sobre uno de los ranchos cuya propiedad se atribuyó a los Caro Quintero, Miguel Ángel y Rafael, los mismos que, por cierto, fincaron... en San Cristóbal, en la heredad que hoy es de los Fox. Los círculos siempre se cierran aun con alternancias políticas de por medio. Tal es, a no dudarse, uno de los secretos mayor guardados dentro del establishment.
Cuando ocurrió lo de Caborca, en 1986, el ejército mexicano acabó por asumir una responsabilidad que, desde luego, no tenía: el destacamento asignado a la región estaba apenas a trescientos metros del sitio del incidente y hubo constancias de que ni un solo soldado se movilizó hacia este punto. Pero se optó por esta salida para zanjar la gravedad del “incidente” sin siquiera distraer a los hábiles diplomáticos.
Debate
Meses antes de aquella incursión militar, que se dio el lujo de bombardear territorio mexicano sin la menor consecuencia, el entonces presidente Miguel de la Madrid había sido conminado, en Washington, a suscribir un acuerdo para posibilitar el sobrevuelo de aeronaves estadounidenses sobre territorio mexicano con el propósito de captar en donde se hallaban los núcleos infectados por el cultivo de estupefacientes amén de los bunkers de los poderosos carteles intratables. De la Madrid, actuando para las cámaras de televisión, se negó por supuesto si bien amplió el disimulo grotesco con el que la hegemonía priísta solía adaptarse a las controversias que no podía justificar con la ley en la mano. Y la “vigilancia” se extendió alevosamente, sobre todo después de secuestro y asesinato del agente de la DEA, Enrique “Kike” Salazar.
Vale el antecedente para subrayar la vulnerabilidad de nuestro gobierno frente a las desbordadas ambiciones de la Casa Blanca y sus redes “de inteligencia”, llamadas así quizá para subrayar que quienes aceptan las directrices de las mismas carecen de células grises.
¿Cuántos más riesgos correremos ahora cuando es evidente la debilidad estructural de un gobierno que tomó posesión utilizando la puerta trasera del Congreso y mantenido bajo sospecha aun cuando, sólo en apariencia, el nuevo mandatario rebose de buenas intenciones y sea reconocido por un mayor número de sus coterráneos, sobre todo los influidos por las exitosas campañas mediáticas? Insisto: a mayor vulnerabilidad, más posibilidades de injerencia externa. No falla, por desgracia, la ecuación.
Es esto lo que debieran considerar el presidente de la República y sus asesores ante la arribazón del más belicistas de los huéspedes de la Casa Blanca quien, seguramente, habrá de pasar sus propias facturas. Y Calderón, desde luego, no tendrá otro remedio que seguir pagándolas, hacia fuera y adentro, copado por los cuatro costados, casi inmovilizado ante las presiones de todo tipo. Menos mal que, a través de los discursos, se le reconocerá su “efectiva” cruzada contra el narco... a pesar de las evidencias sobre la expansión del mismo. ¿O alguno de ustedes, amables lectores, habría podido suponer que una pacífica ciudad, como Aguascalientes, se convertiría, de pronto, en uno de los garitos de la mafia organizada? Este es el hecho, lo demás sobra.
Lamentablemente, nuestro gobierno poco podrá remontar.
El Reto
Bush vendrá con sus maletas rebosantes de condiciones, sobre todo en lo relacionado con los auxilios financieros... por más que se hable del blindaje económico que nos envuelve, dicen, en una resistente burbuja a pesar de los sacudimientos bursátiles internacionales. No se olvide que también Ernesto Zedillo, el gran simulador, hablaba, a la vista de las catástrofes naturales tan frecuentes por ausencia de infraestructura, de que los “huracanes” financieros no le preocupaban, ni siquiera los provenientes del Asia, porque la solidez económica estaba garantizada. Con ello, claro, se resistió la alternancia... por la vía de la continuidad, el antónimo del cambio.
¿Qué podrá ofrecer México a cambio de los analgésicos en verdes divisas? Bush tiene buena memoria y no olvida el desplante de Fox cuando optó por no solidarizarse con el vecino por la invasión a Irak, tan terriblemente dolorosa. Aquel gesto de dignidad, uno de los pocos de la anterior administración, nos sigue saliendo muy caro y, por supuesto, no hemos dejado de pagar por ello.
A Calderón le tocará, sin duda, bailar con la más fea. ¿No merece siquiera, ante tal perspectiva, hacer una profunda revisión histórica para intentar salvar algo de la dignidad perdida?
La Anécdota
Cuando le comenté a un alto miembro del ejército mexicano, lo que habían divulgado los ex agentes Erick Krauss y Alex Pacheco en su obra “En La Línea” –Plaza y Janes, 2004-, acerca de que eran nuestras fuerzas armadas las que habitualmente violaban el territorio estadounidense para proteger los cargamentos de drogas, el mílite me respondió –“Ciudad Juárez”, Océano, 2005-:
--¡Por favor!¿Ha visto usted cómo vigilan la frontera? Tienen cámaras de televisión, conectadas por satélite, que captan cualquier movimiento; censores, radares, patrullas y, para colmo, armamento. No tenemos un equivalente con capacidad de fuego. Ellos son el ejército más poderoso del mundo. Nosotros no tenemos armas ni para contestarles siquiera. Buenos, nos darían en la made, para decirlo con toda claridad. Ni modo que nos aventuremos a entrar como Pedro por su casa. ¿Ya vio lo que hicieron en Irak?
No me quedó, la verdad, la menor duda sobre el punto.
*Sólo “Equivocaciones”
*Diplomacia Maniatada
*Invasiones Mexicanas
El respeto estadounidense a las soberanías ajenas no responde a la normatividad del derecho internacional ni, mucho menos, a la garantía de autodeterminación de los pueblos; responde, siempre, a los intereses y perspectivas de la mayor potencia militar de la historia. De allí la tremenda complejidad de las relaciones bilaterales de México con el gigante del norte cuyo único punto de equilibrio ha sido, siempre, la razón jurídica en ausencia de un ejército capaz de contrarrestar al de la Unión Americana que, por cierto, se da el lujo de incorporar a no pocos mexicanos muchas devueltos a su origen en las mortajas cuya última capa es la bandera de las barras y estrellas.
Es fama que los Estados Unidos jamás han padecido una invasión a su territorio –salvo la protagonizada por los dorados de Villa en Columbus- ni sostenido en éste ninguna guerra contra otra nación; las que se han dado han sido intestinas, sobre todo la llamada “de secesión” en el siglo XIX que marcó la exaltación de Lincoln y su lucha contra la arraigada esclavitud que conformaba el modelo de vida en los estados sureños de la Unión. Todavía hoy, la discriminación racial y la xenofobia siguen siendo factores incendiarios entre los estadounidenses quienes toman para sí el gentilicio genérico, americanos, con un profundo desdén hacia los pueblos situados al sur de sus fronteras.
En estas circunstancias, y en vísperas del arribo de George Bush a México –acaso promovida para atemperar, en lo posible, el creciente ánimo antiyanqui en toda Latinoamérica si bien destinada a ampliar condiciones y perspectivas para asegurar los intereses norteamericanos-, no puede soslayarse la extraña incursión de las fuerzas del Departamento Seguridad Interna de los Estados Unidos, y de su titular, Michael Chertoff, a suelo mexicano, con el supuesto de seguir el rastro de cárteles y bandas cuyas redes, por cierto, se extienden hacia la poderosa nación vecina sin sufrir alteraciones, esto es toda la presión se concentra en la frontera y hacia abajo del continente.
El propio Chertoff, al amparo de los voceros del Departamento de Estado de su país, ha expresado que en, todo caso, de haberse producido el incidente citado habría sido un error “inadvertido”, esto es sin que hubiese conciencia plena de la violación territorial como si mojoneras, ríos, aduanas y hasta bardas, no existiesen sino en la imaginación de los emigrantes mexicanos quienes son blancos, incluso, de los intratables “cazadores” de Arizona llamados “minutemen” acaso porque son tan rápidos que les bata un minuto para aniquilar a sus presas humanas. Contra esta realidad, en cambio, no hay siquiera una posible “inadvertencia”. Los pretextos superficiales los ejerce el fuerte y el débil los acepta o sufre las consecuencias.
Lo anterior, esto es la violación de la soberanía mexicana, no es novedad alguna. Recuérdese los incidentes en Caborca, Sonora, hace dos décadas cuando incluso hubo constancias de ataques provenientes de aeronaves estadounidenses sobre uno de los ranchos cuya propiedad se atribuyó a los Caro Quintero, Miguel Ángel y Rafael, los mismos que, por cierto, fincaron... en San Cristóbal, en la heredad que hoy es de los Fox. Los círculos siempre se cierran aun con alternancias políticas de por medio. Tal es, a no dudarse, uno de los secretos mayor guardados dentro del establishment.
Cuando ocurrió lo de Caborca, en 1986, el ejército mexicano acabó por asumir una responsabilidad que, desde luego, no tenía: el destacamento asignado a la región estaba apenas a trescientos metros del sitio del incidente y hubo constancias de que ni un solo soldado se movilizó hacia este punto. Pero se optó por esta salida para zanjar la gravedad del “incidente” sin siquiera distraer a los hábiles diplomáticos.
Debate
Meses antes de aquella incursión militar, que se dio el lujo de bombardear territorio mexicano sin la menor consecuencia, el entonces presidente Miguel de la Madrid había sido conminado, en Washington, a suscribir un acuerdo para posibilitar el sobrevuelo de aeronaves estadounidenses sobre territorio mexicano con el propósito de captar en donde se hallaban los núcleos infectados por el cultivo de estupefacientes amén de los bunkers de los poderosos carteles intratables. De la Madrid, actuando para las cámaras de televisión, se negó por supuesto si bien amplió el disimulo grotesco con el que la hegemonía priísta solía adaptarse a las controversias que no podía justificar con la ley en la mano. Y la “vigilancia” se extendió alevosamente, sobre todo después de secuestro y asesinato del agente de la DEA, Enrique “Kike” Salazar.
Vale el antecedente para subrayar la vulnerabilidad de nuestro gobierno frente a las desbordadas ambiciones de la Casa Blanca y sus redes “de inteligencia”, llamadas así quizá para subrayar que quienes aceptan las directrices de las mismas carecen de células grises.
¿Cuántos más riesgos correremos ahora cuando es evidente la debilidad estructural de un gobierno que tomó posesión utilizando la puerta trasera del Congreso y mantenido bajo sospecha aun cuando, sólo en apariencia, el nuevo mandatario rebose de buenas intenciones y sea reconocido por un mayor número de sus coterráneos, sobre todo los influidos por las exitosas campañas mediáticas? Insisto: a mayor vulnerabilidad, más posibilidades de injerencia externa. No falla, por desgracia, la ecuación.
Es esto lo que debieran considerar el presidente de la República y sus asesores ante la arribazón del más belicistas de los huéspedes de la Casa Blanca quien, seguramente, habrá de pasar sus propias facturas. Y Calderón, desde luego, no tendrá otro remedio que seguir pagándolas, hacia fuera y adentro, copado por los cuatro costados, casi inmovilizado ante las presiones de todo tipo. Menos mal que, a través de los discursos, se le reconocerá su “efectiva” cruzada contra el narco... a pesar de las evidencias sobre la expansión del mismo. ¿O alguno de ustedes, amables lectores, habría podido suponer que una pacífica ciudad, como Aguascalientes, se convertiría, de pronto, en uno de los garitos de la mafia organizada? Este es el hecho, lo demás sobra.
Lamentablemente, nuestro gobierno poco podrá remontar.
El Reto
Bush vendrá con sus maletas rebosantes de condiciones, sobre todo en lo relacionado con los auxilios financieros... por más que se hable del blindaje económico que nos envuelve, dicen, en una resistente burbuja a pesar de los sacudimientos bursátiles internacionales. No se olvide que también Ernesto Zedillo, el gran simulador, hablaba, a la vista de las catástrofes naturales tan frecuentes por ausencia de infraestructura, de que los “huracanes” financieros no le preocupaban, ni siquiera los provenientes del Asia, porque la solidez económica estaba garantizada. Con ello, claro, se resistió la alternancia... por la vía de la continuidad, el antónimo del cambio.
¿Qué podrá ofrecer México a cambio de los analgésicos en verdes divisas? Bush tiene buena memoria y no olvida el desplante de Fox cuando optó por no solidarizarse con el vecino por la invasión a Irak, tan terriblemente dolorosa. Aquel gesto de dignidad, uno de los pocos de la anterior administración, nos sigue saliendo muy caro y, por supuesto, no hemos dejado de pagar por ello.
A Calderón le tocará, sin duda, bailar con la más fea. ¿No merece siquiera, ante tal perspectiva, hacer una profunda revisión histórica para intentar salvar algo de la dignidad perdida?
La Anécdota
Cuando le comenté a un alto miembro del ejército mexicano, lo que habían divulgado los ex agentes Erick Krauss y Alex Pacheco en su obra “En La Línea” –Plaza y Janes, 2004-, acerca de que eran nuestras fuerzas armadas las que habitualmente violaban el territorio estadounidense para proteger los cargamentos de drogas, el mílite me respondió –“Ciudad Juárez”, Océano, 2005-:
--¡Por favor!¿Ha visto usted cómo vigilan la frontera? Tienen cámaras de televisión, conectadas por satélite, que captan cualquier movimiento; censores, radares, patrullas y, para colmo, armamento. No tenemos un equivalente con capacidad de fuego. Ellos son el ejército más poderoso del mundo. Nosotros no tenemos armas ni para contestarles siquiera. Buenos, nos darían en la made, para decirlo con toda claridad. Ni modo que nos aventuremos a entrar como Pedro por su casa. ¿Ya vio lo que hicieron en Irak?
No me quedó, la verdad, la menor duda sobre el punto.