QUE NADITA DE LO QUE HACE EL ESPURIO IMPACTA, POBRE ALCOHOLICO!
Florence Toussaint.- Felipe Calderón arribó a la presidencia en una situación muy crítica porque las elecciones no fueron limpias, intervino en ellas el ex presidente Fox, y después se negaron al recuento de votos. Como la diferencia con López Obrador fue marginal, la imagen que quedó en todo el mundo, inclusive entre quienes votaron por el propio Calderón, fue la de un triunfo poco claro y eso, obviamente, le quita legitimidad y fuerza.
Como candidato dividió al país con su campaña de odio y creó encono entre la ciudadanía, haciendo más difícil la ya de por si complicada política nacional. Luego, la toma de posesión fue verdaderamente desastrosa, entre empujones, codazos, rodeado del Estado Mayor Presidencial, sin saber qué hacer con la banda presidencial. Realmente una imagen terrible, lamentable.
La noche anterior en Los Pinos es patética. El cambio de poder entre Vicente Fox y Calderón resultó cuestionable porque es la primera vez que un presidente de la República toma o recibe el mando del anterior frente a las cámaras y no frente a los poderes de la nación y en tribuna nacional. En síntesis, la imagen que tiene es la de un presidente que no quiere la gente y, por lo tanto, se duda mucho de su legitimidad.
En el transcurso de los días quiso legitimarse a través de golpes de mano con los narcotraficantes, pero digamos que su imagen siempre está asociada con el ejército, creando un simbolismo en torno a su figura.
Es un presidente que se apoya en la fuerza de las armas para poder gobernar. Con sus opiniones vertidas en el extranjero está creando otra percepción muy antipopular, en la medida en que brinda la bienvenida a los capitales extranjeros, porque en otros países se están expropiando. Está diciendo nosotros no somos un país soberano ni un país que veamos por el bien público, sino por el bien de las empresas trasnacionales. Con ello se refuerza la impresión del presidente antipopular que va a gobernar de espaldas a las grandes mayorías y plegado o secuestrado por los poderes fácticos.
Otros elementos que construyen esa imagen antipopular son las alzas en gasolina, luz, tortillas, leche y otros. Los panistas están demostrando, ya lo hicieron con Fox, ahora con Calderón, que no tienen capacidad diplomática ni en el manejo de la imagen adecuada. Las cosas que decía Fox, ahora son las cosas que hace Calderón: ponerse una casaca militar desabrochada, y una gorra y un saco que le quedaban grandes. Parecía una caricatura. No sé quién o qué asesor le dice que haga eso porque lo único que sucede es que su imagen se vea ridícula, empequeñecida.
No podemos olvidar las imágenes que hemos visto a lo largo de los años durante los regímenes militares en América del Sur, Argentina y Chile. Esa figura militar pegada, oculta o gobernando es una imagen que a los mexicanos siempre nos ha chocado.
El discurso
En términos de discurso, creo que lo sigue haciendo mal porque dice que es el presidente del empleo, peor no dice cómo es que va a generar esos empleos. Lo único que ha dicho es que mediante la inversión extranjera, pero eso es totalmente abstracto en la mente de las personas debería decir de qué manera y cómo lo hará. Por el tema de la tortilla, sin conocer la situación real del campo y de los sembradores de maíz y la importación, porque es evidente que no la conoce, está dando una imagen de que no ha funcionado.
Los secretarios de Estado están jugando, asimismo, un papel poco claro. Por ejemplo, el secretario de Gobernación no ha tomado cartas en el asunto de Oaxaca, no ha hecho prácticamente nada El secretario de Comunicaciones y Transportes lo único que está generando allí es bloquear la iniciativa de un medio público para el D.F. La actuación de los secretarios y su imagen es acorde y en consonancia con la de Calderón, es decir, un
Gabinete Antipopular
Los secretarios de Estado han salido menos y se advierte que se trata de una estrategia, de una orden de que nadie se mueva si no hay línea de la presidencia, que no se pueden dar entrevistas si no son previamente acordadas. Hay un intento de no hacer lo que hacía Fox, cuando cada secretario hablaba por su lado y decían lo que querían. Tratan de no cometer el mismo error ordenando el control de la información. Estamos en un momento de censura.
En materia de medios ni se diga. Ni siquiera la Suprema Corte de Justicia ha dictaminado el caso de la Ley Televisa, y sin embargo esa televisora y otras empresas están actuando como si la ley ya hubiese sido aprobada, cuando no lo ha sido, y está interpuesta una acción de inconstitucionalidad en la misma Corte. Se trata, en síntesis, de una continuidad del gobierno de Fox pero peor, exacerbado.
Carola García, investigadora de la UNAM y Alma Rosa Alva de la Selva, docente, desmenuzaron la actividad política de Felipe Calderón.
Carola García Calderón.- Durante los dos primeros meses de gobierno de Felipe Calderón Hinojosa su presencia pública ha transitado más al ámbito mediático y menos al espacio público. Una paradoja que al final, según avance el sexenio con ese tránsito, tendrá como corolario que su presencia en los medios no corresponda a la realidad.
Presencia tardía, vale la pena señalar, porque hasta antes de la campaña electoral Calderón era prácticamente desconocido ante los ojos del público, no ante los ojos de los panistas, quienes en la contienda interna contra Santiago Creel favorecieron al michoacano con su voto.
Hasta cierto punto, la victoria de Calderón en las elecciones internas del PAN se puede explicar sencillamente: a diferencia de Creel, favorito de Fox, Calderón no realizó una campaña abierta ante los medios masivos de comunicación sino más bien cerrada, enfocándose a los militantes de Acción Nacional.
En sus primeras semanas como candidato, Calderón continuó siendo una figura mediática minúscula. Aun a riesgo de sonar baladí, un claro ejemplo de lo anterior fue su caracterización en El Privilegio de Mandar. Al momento de ganar la candidatura por el PAN, entró a formar parte de un "elenco" protagonizado por Creel, Diego Fernández de Cevallos y Fox. A los productores de la serie les costó trabajo encontrar a la persona idónea para caracterizarlo, tanto que cambiaron tres veces de actor. Inútilmente: el de Calderón fue el personaje menos acabado de las caracterizaciones y de menor intensidad que Madrazo, López Obrador, "Martita" o el Vocero.
Hechos los ajustes necesarios en la estrategia de campaña, sobre todo el cambio de publicista, Calderón se posicionó ampliamente, volviéndose poco a poco, gracias a los golpes mediáticos y la guerra sucia, una figura cotidiana entre el público televisivo. De allí en adelante, quedó de manifiesto que gobernaría con los medios a partir de una fuerte presencia mediática.
Basten algunos ejemplos para corroborar lo anterior. El primero, la toma de posesión nocturna del 31 de noviembre, con todo y los traspiés de Fox al colocarle la banda presidencial. Otro, la fotografía con las Chivas. Si bien es costumbre que los presidentes se tomen la foto con el campeón del fútbol mexicano, con la Selección Nacional y con otros deportistas que ganan premios, la foto de referencia es por demás simbólica.
El día que el equipo ganó el campeonato, Jorge Vergara, dueño del club, señaló que dedicaban el triunfo a Calderón y que las Chivas "van tan bien como el gobierno de Calderón".
Otro momento reciente fue la sesión del Consejo de Seguridad, en la que nombró a Roberto Campa como titular del mismo. Lo destacable allí, como en otros eventos, fue que estuvo cercado el espacio: ni un solo acceso público para evitar cualquier protesta.
Calderón-Salinas
Calderón se emparenta con los anteriores ex presidentes: quiere ser la cabeza en los periódicos, el personaje más importante, el que abra los noticieros, la primera nota en la radio, las ocho columnas en la prensa, para decir "soy el presidente".
El modo de proceder de Calderón es muy similar al de Salinas por cuanto que sus elecciones fueron muy cuestionadas. Salinas mandó a hacer carteles y papelería en los que figuraba: "Carlos Salinas de Gortari, presidente de México". Calderón, antes de que el Trife formalizara que había ganado la elección, presentaba en todos sus eventos la frase "presidente de México", con el mensaje implícito de "yo he sido electo y se van a tener que acostumbrar, por muy cuestionada que haya sido la elección".
El mensaje es "yo tengo la fuerza", o quizá la lectura sea "yo no gané la elección, pero estoy aquí y me estoy legitimando al aparecer en los medios de comunicación".
Por eso le parece muy importante aparecer como el jefe máximo de las fuerzas armadas, que lo es, pero con el mensaje: "yo soy el jefe nato, tengo el apoyo del ejército, aquí no hay golpismo, el ejército me respalda". Es decir, gobernará con los medios y el ejército a un lado, más que con el ejercicio de la política. Y demás, con un Secretario de Gobernación caracterizado como duro, y a quien no le guste aquí hay mano dura y pasión por México.
Acompañarse del ejército y vestirse con un uniforme de campaña tuvo un interés deliberado. Es un acto que los anteriores presidentes "civiles" no habían hecho. Sí realizaban saludos con las fuerzas armadas, pero no se habían puesto un uniforme de campaña.
Alma Rosa Alva de la Selva.- En el corto tiempo del régimen de Felipe Calderón la imagen presidencial se ha deteriorado. El desempeño de quien ahora representa la institución ejecutiva frente a los medios es la de buscar la proyección de un mandatario fuerte y un régimen de fuerza invulnerable.
En su desempeño frente a los medios, Calderón ha tenido apariciones muy breves, quizás porque no quiere mostrar su falta de experiencia y fortaleza, y no quiere que se le escape esa debilidad frente a los medios, sobre todo con aquellos que son críticos. En síntesis, no quiere mostrar flancos débiles. Si hubiese de calificarlo, diría que ha sido hasta ahora un personaje muy gris. No ha logrado lo que esa política de comunicación, me imagino, pretende: una institución presidencial y un mandatario fuerte.
Además, comienza a definir su política de comunicación como cerrada, manifestándose en el control de las emisiones informativas gubernamentales a través de las diferentes secretarías de Estado, así como la cancelación de los boletines y las conferencias de prensa por parte de funcionarios de las distintas dependencias centrales.
Control de información
Se quiere evitar aquella práctica que con muchos desaciertos se registró en el sexenio pasado: tener un pronunciamiento público cotidiano, un vocero que salga a la luz pública y dé la opinión, el punto de vista, la postura oficial de la presidencia. Todo eso quedó atrás. Esa política va a ser de hermetismo, cerrazón y control de información.
Se comienza a percibir también una oposición sumada a la que existía antes de las elecciones, incluso, se nota la irritación por las políticas erráticas, por ejemplo en el alza del precio de la tortilla y otros insumos básicos.
Frente a esa irritación se asoma una actitud de incertidumbre y de temor por la respuesta que puede haber tanto del narcotráfico como de los sectores populares afectados por la liberalización del precio de maíz.
Con estas decisiones recientemente tomadas, aunado a una política de comunicación que no consideramos correcta, se intenta presentar una imagen presidencial fuerte, con una toma de decisiones muy clara y con apoyos del ejército y de la armada. En la realidad, las cosas no están funcionando y lo que vemos es un Presidente empequeñecido que paga facturas constantemente y que está siendo, incluso, acotado por los poderes formales, entre ellos el Ejército, y las fuerzas del narcotráfico. Es un cóctel político de poder muy desfavorable.
Al mismo tiempo, para enfatizar la imagen de jefe de Estado y jefe supremo de las fuerzas armadas, se pone indumentaria militar no convencional, subrayando con ello, que tiene el respaldo del Ejército, y que se deja fotografiar con una chaqueta militar que le quedaba grande.
Otro frente es el de los grandes consorcios que dieron su apoyo en la etapa electoral al ex candidato panista, que ahora se quieren hacer visibles para sellar un acuerdo entre la clase empresarial y el gobierno federal.