LA CORRUPCION SE "MAMA"
* Éste es un mal crónico que durante años ha afectado al gobierno y el resto de la gente, como lo demuestra un estudio de Transparencia Internacional
Por Feliciano J. Espriella
En nuestra edición 1849 publicamos una nota sobre los altos niveles de corrupción que impera en nuestro país, la cual abordó el tema desde la perspectiva del sector oficial. En esta ocasión lo haremos desde la otra cara de la moneda, la de la población, partiendo del supuesto de que para que haya funcionarios corruptos, necesariamente tiene que haber corruptores.
En todas las encuestas que ha realizado Transparencia Internacional, organismo dedicado a estudiar el fenómeno de la corrupción en el mundo, hemos salido muy mal parados. Situándonos invariablemente en las últimas posiciones, y hay quienes a manera de chiste de mal gusto aseguran que no nos califican en el último lugar porque sobornamos a los encuestadores.
La corrupción la mama el mexicano
La corrupción no es exclusiva del mundo de los políticos o funcionarios públicos de todos los niveles (federal, estatal y municipal), se da a nivel de la iniciativa privada, en el ámbito académico, social, laboral y se inculca desde la infancia al mexicano.
Quien diga que sólo a nivel de gobierno hay corrupción miente rotundamente, porque los escandalosos casos de empresarios y banqueros involucrados cuando se realizó la reprivatización bancaria fueron muchos, aunque es cierto que la exigencia mayor y directa es para quienes detenten el poder.
Según el último estudio del organismo Transparencia Internacional, aplicado entre ciudadanos de 163 países, México se ubica en el lugar 70 a nivel mundial en cuanto a corrupción, dentro de un espectro donde en primer sitio (los menos corruptos) están Finlandia, Islandia y Nueva Zelanda y en el último Haití.
Los magros resultados en 2006 de muchos países, año en el que México continuó descendiendo hacia las últimas posiciones, indican que los intermediarios, quienes actúan para facilitar la corrupción, siguen ayudando a las clases políticas a blanquear, guardar y beneficiarse de otras formas de la riqueza adquirida injustamente, lo que a menudo incluye activos estatales saqueados. La presencia de intermediarios dispuestos a colaborar, muchas veces formados en potencias económicas o que operan desde ellas, fomenta la corrupción; esto implica que los corruptos saben que habrá un banquero, contador, abogado u otro especialista dispuesto a ayudarles a generar, mover o guardar sus ingresos ilícitos.
En México, como en todas partes del mundo, existen los aparatos e instituciones para controlar o erradicar en la medida de lo posible la corrupción. Tenemos leyes y sanciones para los funcionarios y ciudadanos que incurran en ella, pero mientras siga habiendo alguien que ofrezca una mordida y un funcionario o servidor público que la reciba, será muy difícil erradicarla.
Hace algunos años la revista Selecciones de Riders Digest hizo un experimento en México, donde repartió o perdió intencionalmente 10 carteras en varias ciudades del país (grandes, medianas y pequeñas) con 350 pesos, una foto familiar, los números de un teléfono celular y de una casa particular, así como una estampita religiosa.
Todo ello con la finalidad de que quien se encontrará las carteras no tuviera excusa o pretexto para no entregarlos. El resultado fue que en la Ciudad de México de las 10 carteras sólo una se regresó y paradójicamente quien le devolvió fue una mesera que no ganaba esa cantidad en una semana.
Sin embargo, otras carteras de las que se “extraviaron” fueron recogidas por personas de traje, bien vestidas o con un nivel económico digamos que bueno, y no la devolvieron, lo cual muestra (si bien no es estadístico) que cuando la gente tiene valores bien fundados, así sea muy pobre, no es deshonesta o realiza actos indebidos.
En ciudades como Monterrey, de las 10 carteras sólo se devolvieron dos, en San Miguel Allende, Guanajuato, se regresaron tres. Ese experimento, aunque no es indicativo es interesante, porque al comentar algunos de los resultados de San Miguel Allende, algunas personas comentaron: “Es que ahí hay gringos y son tarados”; los mexicanos nos sentimos muy listos cuando hacemos una transa.
En otra escena, una secundaria pública del Distrito Federal, se analizó otra situación: ahí se realizan exámenes de escuelas privadas de sistema abierto a nivel preparatoria y a unos pasos de la entrada, una bien organizada mafia de estudiantes en colaboración con maestros y directivos de esos planteles venden los exámenes. Los exámenes los venden un grupo de estudiantes, los consiguen por medio de maestros y cuestan entre 100 y 200 pesos, pero no garantizan que pasen las pruebas. “Aquí todo es transa, las escuelas privadas buscan que repruebes y repruebes para que sigas pagando colegiatura”, comentó un alumno de 24 años de edad y quien tiene cuatro años tratando de terminar la preparatoria abierta.
La Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) publicó un manual donde se expone que si un empresario o inversionista quiere poner una empresa o industria en la Ciudad de México, tiene que realizar cerca de 50 trámites, lo cual es una excesiva regulación y burocratismo.
Pero lo que no se debe dejar de lado es que la corrupción existe en cualquier ámbito o nivel porque hay dos personas o partes que lo permiten: el que la ejerce y el que la fomenta.
Especialistas, académicos y líderes de organizaciones sociales coinciden en que es difícil medir los índices de corrupción en una región, estado o país, porque ésta siempre se da "por debajo del agua", "en lo oscurito", o bien porque es tan amplia y diversa que lo mismo ocurre en las grandes dependencias y consorcios que los barrios, cárceles o escuelas.
La corrupción en la sociedad civil
La sociedad civil no está limpia ni exenta de realizar actos de corrupción. Por ejemplo, el burócrata que no trabaja, el profesor que no da clases, el investigador que no investiga, el alumno que exige su diploma aún cuando no sabe nada, el automovilista que da mordida, todos ellos participan de esta forma de vida.
La mordida ha pasado a ser, desgraciadamente, una de las normas de la vida cotidiana. La visión del mundo y de la acción social en términos de transa y de componenda se encuentra, por mala fortuna, sumamente extendida.
La información también aparece plagada de corrupción; en el manejo de la comunicación social tienen mucho que ver los intereses políticos y económicos. Es bueno que surjan a la luz pública los actos corruptos sin importar la fuente o las intenciones del denunciante; toda corrupción debe ser castigada. Cuando el denunciante ocurre en delito también debe ser castigado.
Índice de corrupción en el mundo
El soborno transnacional efectuado por empresas transnacionales con sede en los grandes países exportadores del mundo sigue siendo moneda corriente, pese a que existen leyes internacionales contra el soborno que penalizan esta práctica.
Así lo reveló el Índice de Fuentes de Soborno (IFS) 2006, elaborado por
Transparencia Internacional (TI) y que dio a conocer Poder Ciudadano. El trabajo examina la práctica de pagos de sobornos por parte de empresas con sede en los principales 30 países exportadores del mundo, entre los que se encuentra México.
Se basa en una encuesta anónima, que contiene dos preguntas realizadas a 11,232 ejecutivos de empresas de 125 países, acerca de las prácticas comerciales de las compañías extranjeras en su país.
A los efectos de evaluar el lado de la oferta del soborno, se los consultó acerca de la propensión a realizar pagos adicionales e indocumentados por parte de las empresas extranjeras que más negocios hacen en sus respectivos países.
Con la información recolectada se construyó un índice según el cual un puntaje de 10 indica la percepción de que no existe corrupción, mientras que cero significa que la corrupción se considera desenfrenada.
El trabajo destaca que si bien existen variaciones entre las puntuaciones de los países, los datos no arrojan ganadores y que si bien Suiza encabeza el índice con 7.8, dista mucho de ser perfecto.
De acuerdo con el estudio India se ubica en el último lugar de la clasificación con un puntaje de 4.6. Lo sigue China con 4.9; Rusia con 5.1; Turquía 5.2; y Taiwán 5.4. Entre los países mejor clasificados, la lista la encabeza Suiza con 7.8 puntos y luego aparecen Suecia 7.6; Australia 7.6; Austria 7.5; y Canadá 7.4.
Las compañías de los países más ricos por lo general quedan clasificadas en la primera mitad del índice, aunque continúan rutinariamente ofreciendo sobornos, particularmente en los países con economías en desarrollo. Las compañías de las mayores potencias exportadoras emergentes, India, China y Rusia, ocupan los rangos más bajos.
En este sentido, la presidenta de Transparencia Internacional Huguette Labelle, opinó que “las compañías que sobornan frustran decisivamente los mejores esfuerzos de los gobiernos de países en desarrollo por mejorar la gobernabilidad y, de ese modo, perpetúan el círculo vicioso de la pobreza”.
El bajo puntaje de algunos países plantea preocupantes dudas en torno al compromiso de los Estados con la Convención Antisoborno de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Es el caso de Turquía (5.2); Italia (5.9); y Francia (6.5), grandes exportadores que registraron puntuaciones bajas, lo cual los sitúa en la mitad inferior de la tabla general.
Por otra parte, Estados Unidos que abrió nuevos caminos con su Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero de 1977, debería de estar marcando la pauta, pero su clasificación está por debajo de muchos países miembros de la OCDE, con 7.2 puntos.
El Reino Unido, en tanto, no ha dado muestras de una aplicación mínima de la Convención pese a los escándalos de corrupción que envuelven a firmas como British Aerospace, alcanza una puntuación de 7.3.
Labelle agregó que “es una hipocresía que las empresas basadas en países miembros de la OCDE continúen dispensando sobornos por todo el mundo, mientras que sus gobiernos sólo aplican la ley mediante la retórica y no en los hechos.
“En el mundo global no sirve ser transparente fronteras adentro y corrupto hacia fuera”, declaró Laura Alonso, directora ejecutiva de Poder Ciudadano, y agregó, “además de exportar bienes y servicios, las naciones más desarrolladas deberían exportar transparencia y buenas prácticas. De este modo, contribuirían a fomentar el desarrollo de las economías, la reducción de la pobreza y una distribución del ingreso mundial más equitativa”.
Las 30 economías clasificadas en el IFS son: Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, China, Francia, Alemania, Hong Kong, India, Israel, Italia, Japón, Malasia, México, Países Bajos, Portugal, Rusia, Arabia Saudita, Singapur, Sudáfrica, Corea del sur, España, Suecia, Suiza, Taiwán, Turquía, Emiratos Árabes Unidos, Reino Unido y Estados Unidos.
Características de la encuesta
El IFS clasifica a países y no a empresas y señala el éxito y el fracaso de los gobiernos en controlar la corrupción transnacional de empresas con sede en sus países. Indica, asimismo, el éxito y el fracaso de las empresas en garantizar que sus empleados se rijan por los más altos estándares de la práctica comercial.
El lado de oferta de la corrupción en las transacciones internacionales implica una responsabilidad compartida entre las empresas que operan en el extranjero y sus gobiernos nacionales. Por lo tanto, el IFS no identificó casos de corrupción ni evalúa la conducta dentro de la propia empresa.
Recomendaciones transparentes
“Los puntajes de cada país reflejan tanto la responsabilidad de sus autoridades como la de sus empresas, en su mayoría multinacionales. Tanto los gobiernos como las empresas deben estar dispuestos a suscribir un compromiso y tomar acción. El compromiso puede expresarse mediante la adherencia de los países a convenciones anticorrupción internacionales y la instauración de códigos de conducta en las empresas. La acción debe incluir tanto medidas preventivas como de aplicación.
Firmar convenciones internacionales como la Convención de la OCDE contra el Soborno o la Convención de las Naciones Unidas, y promulgar leyes que denuncian el soborno” recomendó TI.
Factor desintegrante
La corrupción en principio es un mal para la sociedad, porque destruye, debilita, desarticula, resquebraja, desintegra cualquier proyecto nacional de Estado y de sociedad. En principio, bajo ninguna posibilidad se puede aceptar la corrupción, porque “lesiona al ente social”. De acuerdo con este principio, generalmente se han hecho muchos juicios sobre la corrupción en México. Sin embargo evidentemente es necesario ir más allá de esta realidad lacerante y buscar respuestas más profundas, que nos puedan dar claridad sobre un fenómeno que ha sido constante en los últimos siglos de nuestro país, y que tal parece es el origen de todos nuestros males.
Desde hace décadas, o quizá siglos, al inicio de una nueva administración federal, en la población ha surgido la esperanza de que también sea el inicio de un verdadero combate a la corrupción. No ha sucedido anteriormente, pero a lo mejor Felipe Calderón sí se atreve a tomar el toro por los cuernos y nos da la sorpresa. No pasará mucho tiempo para constatar sus intenciones.