DE CURAS Y PEDERASTAS
Félix Fuentes
Bien. En cuanto promulgue el Presidente de la República las nuevas reformas al Código Penal Federal se dispondrá de instrumentos legales para proceder contra autores de abusos sexuales en agravio de menores, incluso para inhabilitar a sacerdotes e imponerles penas de hasta 30 años de prisión.
Falta que jueces, magistrados y ministros cumplan los nuevos mandatos, en vez de agigantar índices de injusticia, los cuales han colocado a nuestro país como a uno de los más corruptos del mundo.
Durante decenios, los medios de comunicación han hecho innumerables denuncias sobre ataques de barbarie a niños por sacerdotes católicos y la justicia mexicana, si merece este nombre, se ha mantenido al margen, tal vez por temor a individuos nefastos metidos en sotanas.
El “padre” Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo y creador de colegios confesionales, es el más grande ejemplo de pederastia. De él se han escrito millones de páginas en periódicos, revistas y diversos libros sobre sus crímenes y arrebatos sexuales.
Los escándalos de Maciel penetraron las entrañas mismas del Vaticano, donde incluso recibió protección del papa Juan Pablo II. El nuevo pontífice, Benedicto XVI, parece dispuesto a limpiar a la Iglesia católica de esas alimañas y en un gesto sin precedentes exigió al creador del Instituto Cumbres que renuncie a todo ministerio público de su actividad sacerdotal y lleve “una vida reservada de oración y penitencia”.
A juicio de eruditos del derecho canónico, la orden de Benedicto XVI equivale a la “muerte eclesial” del intocable Maciel, a divinis. Sin embargo, las autoridades mexicanas han hecho caso omiso de las denuncias contra el sobrino de dos obispos, expulsado tres veces de otros tantos seminarios y quien antes de ser cura, a los 20 años de edad, creó la congregación Legionarios de Cristo.
¿Dejarías que tus niños se acerquen a sus colegios? Es pregunta formulada en el libro La forza dell’ amore. Por supuesto que no. El autor de esta columna retiró a sus tres hijos cuando a uno de ellos se le invitaba a “retiros espirituales” en el estado de Morelos y empezó a recibir insinuaciones propias de degenerados sexuales.
En México ha sido denunciado Maciel por religiosos que fueron víctimas o conocen de sus actos de pederastia. A su vez, el sociólogo Fernando González presentó uno de tantos libros sobre el mismo individuo, señalándolo de abusos sexuales en agravio de seminaristas.
El propio Fernando González exhibe las redes de complicidad entre instituciones eclesiásticas y la élite política mexicana, relacionada con Maciel. Sin embargo, ninguna autoridad se ha ocupado de esos casos, pese a tantas evidencias.
Se supone que en adelante no se harán de la vista gorda las procuradurías de justicia e investigarán y consignarán a los jueces cuantos asuntos de esa ruindad sean conocidos, en la inteligencia de que funcionará por fin la balanza de la justicia sobre agresiones de tan extrema gravedad.