EL ESPURIO ENGAÑA A LOS MEXICANOS
Señales de oropel
Militarizar la política con el pretexto de una supuesta cruzada contra la delincuencia, polarizar más a la sociedad mexicana haciendo de la Presidencia una figura casi inaccesible, y endurecer la respuesta gubernamental a las demandas sociales en nombre del estado de derecho, es en lo que se han convertido los Operativos Antinarcóticos que han revivido el uso excesivo de promocionales en radio y televisión con el mensaje del presidente Felipe Calderón colocando al Ejército y demás fuerzas armadas como su principal sostén.
De esta manera, el Gobierno entrante ha estado vendiendo a la opinión pública una campaña mediática de seguridad con el señuelo de la seguridad pública con el propósito de combatir su aislamiento social y necesidad de legitimidad, utilizando como bandera la guerra contra el narcotráfico.
En el fondo de este escenario propagan! dístico, parece inscribirse la lógica de un discurso de endurecimiento presidencial dirigido a los gobernadores de entidades ajenas al panismo, y de igual forma enviar mensajes por adelantado de los movimientos que planean realizar el Ejército, la PGR y la PFP, como dando el pitazo, para que los mafiosos escapen sin contratiempo alguno.
Asimismo, se confirmaría que los operativos son de ornato y únicamente servirían para fortalecer la imagen pública del Presidente, si no: ¿Por qué en Michoacán no se detuvo a ningún integrante de La Familia? ¿Por qué en Baja California no se logró nada espectacular?
Felipe Calderón ha continuado el criticado estilo de Fox: La presidencia mediática. Y en esta dirección se han manejado los operativos, que se han caracterizado principalmente por ser una simulación.
A contraparte un hecho es real: Sigue aumentando ! el número de jóvenes adictos a las drogas de nuevo tipo, que se han agregado al menú anfetamínico del que se nutren cotidianamente.
La popularización de estos fármacos es uno de los rasgos cruciales consolidados durante los primeros 30 días de gobierno de Calderón. Y surge la duda: ¿Dónde están las campañas de Salud Pública en este sentido a la par que la de combatir el narcotráfico? ¿Por qué la Secretaría de Salud está más ocupada en cuestiones abortivas y morales, que en impulsar acciones preventivas en contra de las adicciones que amenazan la juventud mexicana? ¿Por qué el Gobierno de Calderón no se ha mostrado sensible ni reactivo a un mal que amenaza con desintegrarnos y destruirnos?
Cada año se ha incrementado en 20 por ciento el número de jóvenes adictos al consumo de drogas, socavando los cimientos de las futuras generaciones. Asimismo, este fenómeno se da entre las elites del poder, con lo que se corrompe por fuera y por dentro al sistema político y social en su conjunto.
El despliegue propagandístico en radio y TV en torno a estos operativos, evidencia una semiótica de la mentira, de la ausencia de políticas públicas preventivas en la materia, pero sobre todo, de la falta de voluntad presidencial para combatir de raíz el flagelo del narcotráfico en México.