ASIMETRIAS
Fausto Fernández Ponte
Lo que Viene...
I
¿Qué nos depara el futuro a los mexicanos? ¿Qué es lo que vendrá o, dicho de otro jaez, lo que ya inexorablemente viene? La respuesta es obvia: más de lo mismo, pero agravado. Lo dice el pasado.
Y lo dice el presente:
1) La crisis de la tortilla nos embelmatiza la crisis cíclica de una economía de capital, mercado y consumo salvaje y, ergo, inviable para el pueblo de México. Alto costo de la vida, miserables ingresos.
2) La represión violenta a las disidencias sociales y políticas cuyo origen es la desigualdad y la injusticia propiciada por la forma de organización económica prevaleciente.
3) La cesión incondicional --por parte del Estado y el Gobierno-- de la soberanía nacional y las riquezas naturales de México a la voracidad del empresariado mexicano y consorcios trasnacionales.
4) Simulación grotesca e ilegal de la procuración de justicia, pues lleva al Ejército al desempeño ajeno a los de sus potestades como las de realizar tareas de policía. El Presidente es rehén del Ejército.
5) Y rehén de otros intereses creados, pues permite el acceso mayor de poderes fácticos --como los de la Iglesia Católica y el gran empresariado-- y dominio de éstos sobre los poderes formales.
6) La influencia cada vez más de los intereses de los consorcios trasnacionales de Estados Unidos y España en la economía del país e intensificación frenética del saqueo de México.
7) La agudización de la dependencia de la economía mexicana con respecto de la de EU y la destrucción del entramado productivo agrícola e industrial y científico de México.
II
Los pitonisos del antaño remoto no era, como bien sabríalo el caro leyente poseedor de conciencia encendida, hombres dotados de poderes extraordinarios por algún ente supremo sobrenatural. No.
Y no. Era lisa y llanamente hombres --y mujeres-- muy inteligentes que habían desarrollado, por sí mismos o por imperativos de la cultura de cofradías-- recursos intelectuales para agudizar la perspicacia.
Y, por supuesto, veían el futuro en la proverbial bola de cristal y otros rituales y expresiones de esoterismo para impactar al ignaro raso y reformar su autoridad, alcance y credibilidad sobre los demás.
Acudían los nigromantes de la antigüedad al empleo de una parafernalia amplia cuyo efecto era el de impactar la psique colectiva y, de esa guisa, atizar la fogarata de las supersticiones.
Estos personajes hablaban con los seres supremos --poderes enteléquicos-- y recibían instrucciones o consejos de éstos. Hoy sabemos que hablar con un dios es metafórico, sino es que hipérbole.
Por supuesto, hay quienes, en los altos sitiales del poder material y espiritual, como George W. Bush o el Papa Ratzinger, creen a pie juntillas que hablan con Dios. Y así se lo informan a los creyentes.
Sin embargo, nótese que, convenientemente, esos sumos sacerdotes del poder trasnacional y la dominación cultural mediante un nigromantismo alambicado, no hablan del futuro, sino del presente.
O del pasado. El señor Ratzinger le ha reprochado a otras religiones organizadas --se organizan para fines de control social o económico-- ciertos episodios de la preteridad.
III
Y el señor Bush, que desde que está alcohólicamente sobrio y volvió a nacer como cristiano, habla regularmente --¿por el teléfono rojo, suponemos?-- con Dios, ordenándole invadir Irak y ahorcar a Saddam.
Pero el señor Ratzinger --con un glorioso pasado nazi en su curriculum vitae-- ni don George W. (quien evadió el servicio militar y se libró así de ir a la guerra en Vietnam) no saben qué vendrá.
En efecto. La perspicacia de esos personajes, no obstante que gozan del privilegio de hablar con Dios, no va más allá del día siguiente. No tienen la menor idea de lo que ocurrirá en meses y años próximos.
En esa misma circunstancia está Felipe Calderón, a quien millones de sus compatriotas consideran un mandatario espurio --fue investido mediante fraude electoral-- y pelele de los poderes fácticos.
Ignórase si el Presidente Calderón habla regularmente con Dios, pero sí sábese que tiene contacto constante con quienes sí lo hacen --el cardenal Norberto Rivera y el propio señor Bush--.
Por ello, no sorprendería descubrir que Dios instruyó a don Felipe
permitir el aumento en el precio de la tortilla y otros bienes de consumo necesario, reprimir a los oaxaqueños y combatir al narco.
Todo es posible. Pero lo que parece improbable es que don Felipe sepa qué es lo que viene, pues su actuación como jefe del Estado mexicano y del Gobierno indican que nuestro futuro es triste.
De hecho, el futuro ya es presente. Lo que está ocurriendo es lo que ocurrirá con mayor intensidad. Crisis de inestabilidad social. Crisis de ingobernabilidad política. La plutocracia contra el pueblo.
Glosarios:
Alambicado: Agudo, perspicaz, complicado, rebuscado.
Ignaro: Que no tiene noticia de las cosas.
Pitonisos: Relativo a pitonisa. Adivinadora, encantadora, hechicera.
Lo que Viene...
I
¿Qué nos depara el futuro a los mexicanos? ¿Qué es lo que vendrá o, dicho de otro jaez, lo que ya inexorablemente viene? La respuesta es obvia: más de lo mismo, pero agravado. Lo dice el pasado.
Y lo dice el presente:
1) La crisis de la tortilla nos embelmatiza la crisis cíclica de una economía de capital, mercado y consumo salvaje y, ergo, inviable para el pueblo de México. Alto costo de la vida, miserables ingresos.
2) La represión violenta a las disidencias sociales y políticas cuyo origen es la desigualdad y la injusticia propiciada por la forma de organización económica prevaleciente.
3) La cesión incondicional --por parte del Estado y el Gobierno-- de la soberanía nacional y las riquezas naturales de México a la voracidad del empresariado mexicano y consorcios trasnacionales.
4) Simulación grotesca e ilegal de la procuración de justicia, pues lleva al Ejército al desempeño ajeno a los de sus potestades como las de realizar tareas de policía. El Presidente es rehén del Ejército.
5) Y rehén de otros intereses creados, pues permite el acceso mayor de poderes fácticos --como los de la Iglesia Católica y el gran empresariado-- y dominio de éstos sobre los poderes formales.
6) La influencia cada vez más de los intereses de los consorcios trasnacionales de Estados Unidos y España en la economía del país e intensificación frenética del saqueo de México.
7) La agudización de la dependencia de la economía mexicana con respecto de la de EU y la destrucción del entramado productivo agrícola e industrial y científico de México.
II
Los pitonisos del antaño remoto no era, como bien sabríalo el caro leyente poseedor de conciencia encendida, hombres dotados de poderes extraordinarios por algún ente supremo sobrenatural. No.
Y no. Era lisa y llanamente hombres --y mujeres-- muy inteligentes que habían desarrollado, por sí mismos o por imperativos de la cultura de cofradías-- recursos intelectuales para agudizar la perspicacia.
Y, por supuesto, veían el futuro en la proverbial bola de cristal y otros rituales y expresiones de esoterismo para impactar al ignaro raso y reformar su autoridad, alcance y credibilidad sobre los demás.
Acudían los nigromantes de la antigüedad al empleo de una parafernalia amplia cuyo efecto era el de impactar la psique colectiva y, de esa guisa, atizar la fogarata de las supersticiones.
Estos personajes hablaban con los seres supremos --poderes enteléquicos-- y recibían instrucciones o consejos de éstos. Hoy sabemos que hablar con un dios es metafórico, sino es que hipérbole.
Por supuesto, hay quienes, en los altos sitiales del poder material y espiritual, como George W. Bush o el Papa Ratzinger, creen a pie juntillas que hablan con Dios. Y así se lo informan a los creyentes.
Sin embargo, nótese que, convenientemente, esos sumos sacerdotes del poder trasnacional y la dominación cultural mediante un nigromantismo alambicado, no hablan del futuro, sino del presente.
O del pasado. El señor Ratzinger le ha reprochado a otras religiones organizadas --se organizan para fines de control social o económico-- ciertos episodios de la preteridad.
III
Y el señor Bush, que desde que está alcohólicamente sobrio y volvió a nacer como cristiano, habla regularmente --¿por el teléfono rojo, suponemos?-- con Dios, ordenándole invadir Irak y ahorcar a Saddam.
Pero el señor Ratzinger --con un glorioso pasado nazi en su curriculum vitae-- ni don George W. (quien evadió el servicio militar y se libró así de ir a la guerra en Vietnam) no saben qué vendrá.
En efecto. La perspicacia de esos personajes, no obstante que gozan del privilegio de hablar con Dios, no va más allá del día siguiente. No tienen la menor idea de lo que ocurrirá en meses y años próximos.
En esa misma circunstancia está Felipe Calderón, a quien millones de sus compatriotas consideran un mandatario espurio --fue investido mediante fraude electoral-- y pelele de los poderes fácticos.
Ignórase si el Presidente Calderón habla regularmente con Dios, pero sí sábese que tiene contacto constante con quienes sí lo hacen --el cardenal Norberto Rivera y el propio señor Bush--.
Por ello, no sorprendería descubrir que Dios instruyó a don Felipe
permitir el aumento en el precio de la tortilla y otros bienes de consumo necesario, reprimir a los oaxaqueños y combatir al narco.
Todo es posible. Pero lo que parece improbable es que don Felipe sepa qué es lo que viene, pues su actuación como jefe del Estado mexicano y del Gobierno indican que nuestro futuro es triste.
De hecho, el futuro ya es presente. Lo que está ocurriendo es lo que ocurrirá con mayor intensidad. Crisis de inestabilidad social. Crisis de ingobernabilidad política. La plutocracia contra el pueblo.
Glosarios:
Alambicado: Agudo, perspicaz, complicado, rebuscado.
Ignaro: Que no tiene noticia de las cosas.
Pitonisos: Relativo a pitonisa. Adivinadora, encantadora, hechicera.