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viernes, 10 de noviembre de 2006

QUE BUSH Y EL PROzac UNAN SUS TRAUMAS PARA QUE NO SE SIENTAN SOLOS

Califica el presidente de "constructiva y muy amistosa" la reunión en la Casa Blanca

Trabajar "por el bien de EU", acuerdan Bush y demócratas
El mandatario comió con Nancy Pelosi y Steny Hoyer, quienes antes eran un peligro para el país

Admite el republicano George Allen su derrota en Virginia ante James Webb para la Cámara alta


DAVID BROOKS

Washington, 9 de noviembre. El presidente George W. Bush seguramente sufría de indigestión al comer hoy con los nuevos líderes demócratas de la Cámara de Representantes, y para el postre se confirmó que el Senado había caído en manos de sus contrincantes.

Comieron seleccionando de la carta del comedor de la Casa Blanca, y como todos los jueves la especialidad era comida tex-mex. Sentados a la mesa de Bush estaban la próxima presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, el representante Steny Hoyer y el vicepresidente Dick Cheney; éstos, hasta hace 72 horas enemigos que intercambiaban acusaciones de ser traidores a la patria, irresponsables y peligro para la nación, expresaron hoy su voluntad de trabajar de manera civil y bipartidista por el bien del país.

"Sostuvimos una... la llamaría conversación constructiva y muy amistosa", dijo Bush a la prensa al término de la sesión gastronómica. Agregó que "ambos de nosotros reconocemos, o digo todos los tres reconocemos, que cuando uno gana uno tiene una responsabilidad para hacer lo mejor que se pueda por el país", pero no explicó a cuál de los cuatro reunidos estaba contando como presentes.

"Vamos a trabajar juntos", aseguró el mandatario, y aunque reconoció que "no vamos a estar de acuerdo sobre todo tema, sí estamos de acuerdo en que amamos a América igualmente..."

Pocas horas después, el candidato republicano George Allen concedió su derrota ante el demócrata James Webb, en Virginia; con ello confirmó la mayoría demócrata en el Senado y la conquista de todo el Congreso en la pasada elección. Ahora el amor tendrá que ser más generoso.

La Casa Blanca intenta digerir la derrota, habla en público de "cooperación bipartidista" con el nuevo liderazgo legislativo demócrata y en privado elabora estrategias sobre cómo sobrevivirá sus últimos dos años de presidencia.

De hecho, con la conclusión de los comicios, la elección presidencial de 2008 acaba de arrancar y de aquí en adelante ambos partidos determinarán cada paso político calculado con eso en mente.

Mientras tanto, el giro dramático de poder en Washington ya se está manifestando. A diferencia de México y otros países donde hay una distribución relativa del poder parlamentario entre los partidos, aquí la bancada de mayoría no sólo controla la jerarquía de las cámaras, sino que asume la presidencia de todos los comités, controla el avance o no de todo proyecto de ley e impone sus reglas en el procedimiento legislativo desde cómo y cuándo se realizan audiencias e investigaciones oficiales hasta cómo se gobierna al interior de la institución.

De repente, figuras que durante años estuvieron reducidas a ofrecer grandes denuncias y discursos, ahora tendrán poder para implementar medidas e iniciativas de su agenda política y podrán limitar el poder del Ejecutivo, que gozaba de un casi apoyo total legislativo en los últimos seis años.

Primero, estará Nancy Pelosi, la primera mujer en el puesto más poderoso de Washington después del presidente y el vicepresidente, como presidenta de la Cámara de Representantes, una figura política acusada durante las elecciones por el propio Bush y los republicanos de ser un "peligro" para la seguridad y los "valores" del país por su posición liberal.

Junto con ella, uno de dos críticos de la guerra en Irak y otras políticas republicanas, Steny Hoyer o John Murtha, ocupará el puesto de líder de la mayoría demócrata.

Al comenzar las sesiones el nuevo Congreso a principios de 2007, figuras como el representante John Conyers, quien ha llamado a la destitución del presidente y realizó una investigación a fondo de las irregularidades y fraudes en las elecciones presidenciales en Ohio, está por ser el presidente del poderoso Comité Judicial de la Cámara.

Otros "liberales" que ocuparán importantes puestos incluyen a Barney Frank, uno de los representantes más talentosos y críticos de los conservadores, ocupará la presidencia del Comité de Servicios Financieros, mientras Henry Waxman podría ser el titular del Comité de Reforma Gubernamental que supervisa las prácticas, quien fue crítico feroz de las maniobras y engaños oficiales para justificar la guerra en Irak.

Charles Rangel ha sido crítico de la guerra y de las políticas conservadoras y podría ocupar la presidencia de otro influyente comité.

A la vez, varios demócratas conservadores serán elevados a puestos clave, como Collin Peterson (antiaborto, pro libertad de portar armas) en la presidencia del Comité de Agricultura, Ike Skelton (pro militar) en el Comité de Fuerzas Armadas y Tom Lantos ­ferviente defensor de Israel­ en el Comité de Relaciones Exteriores.

En el Senado, el centrista Harry Reid se convertirá en líder de la mayoría. Pero a su lado habrá figuras poco apetentes para Bush y los líderes republicanos, incluyendo a Edward Kennedy como probable presidente del Comité de Asuntos de Salud, Educación y Laborales; Joe Biden, en el Comité de Relaciones Exteriores; Carl Levin como jefe del Comité de Servicios Armados y Patrick Leahy ­feroz crítico de la legalización de la tortura y la anulación del habeas corpus para los llamados "combatientes enemigos"­ en el cargo de presidente del Comité Judicial.

Nuevo balance de poder

Pero qué tan grave será este nuevo balance de poder dependerá de si los demócratas podrán superar su falta de consenso interno y posiciones fragmentadas y hasta contradictorias para enfrentar el Ejecutivo; y, a la inversa, qué tan hábil será la Casa Blanca en negociar (y mantener divididos) con los demócratas. Cada lado ya está promoviendo sus agendas inmediatas.

Los demócratas han indicado que un incremento del salario mínimo nacional de 5.15 a 7.25 dólares la hora será una de las primeras medidas que promoverá el nuevo Congreso. Junto con ello, se han mencionado los temas de la independencia energética, reducción del costo de las medicinas y otras medidas domésticas.

Por su parte, la Casa Blanca buscará acelerar la aprobación de medidas de seguridad e inteligencia, más fondos para la guerra y otras prioridades el próximo mes antes de concluir esta legislatura.

Pero esta elección giró sobre la guerra y ese será el tema central del debate político, aunque no queda claro qué cambiará como resultado de la nueva correlación de fuerzas políticas. Harry Reid, el nuevo líder del Senado, reiteró hoy que "en Irak y aquí en casa los estadunidenses dejaron claro que están cansados de los fracasos de los últimos seis años".

Por su parte, Bush reconoció las implicaciones del voto, pero intenta reinterpretarlas a su modo en torno a la guerra. En comentarios al salir de la primera reunión de su gabinete después de la elección, dijo que "el pueblo estadunidense ha tomado su decisión; yo respeto los resultados como también mi gabinete".

Agregó que es hora de poner detrás las elecciones y trabajar conjuntamente al ennumerar varias prioridades. Pero reiteró que la "guerra contra el terror" e Irak como "frente central" de la confrontación es asunto que "sin importar de cuál partido somos, todos tenemos una responsabilidad de asegurar que estas tropas tienen los recursos y apoyo que requieren para prevalecer". Señaló: "estoy abierto a cualquier idea o sugerencia que nos ayude a lograr nuestras metas de derrotar a los terroristas y asegurar que el gobierno democrático de Irak sea exitoso".

Fue notable la ausencia del encargado de esa guerra en la reunión del gabinete, el despedido secretario de Defensa Donald Rumsfeld. El presidente informó que el jefe del Pentágono estaba ofreciendo un discurso en Kansas llamado Landon Lecture, pero no comentó que Landon fue el candidato presidencial republicano que compitió por la Casa Blanca contra Franklin Delano Roosevelt y sufrió una derrota abrumadora al ganar sólo dos estados de la unión.

El sacrificio de Rumsfeld es un intento para cambiar de canal y remover una de las figuras más polémicas y responsables del desastre en Irak, como también para abrir el paso al retorno de algunos de los políticos veteranos del gobierno de Bush padre para tratar de rescatar al presidente.

Como escribió hoy la columnista Maureen Dowd, del New York Times, "Papi Bush y James Baker le dieron a hijito la presidencia para que jugara con ella, pero la rompió. Entonces ahora se la están quitando", al comentar sobre el anuncio de que Robert Gates será el sustituto del renunciado Rumsfeld, quien también es del equipo de asesores íntimos de George Bush padre.

Para algunos, ese sacrificio no es suficiente. Cindy Sheehan, la figura más conocida del movimiento contra la guerra (arrestada anoche una vez más frente a la Casa Blanca), dijo hoy que "no es suficiente que Bush esté sacrificando la carrera de Rumsfeld para intentar pacificar la demanda de rendir cuentas. Bush también sacrificó la vida de mi hijo y continúa sacrificando a nuestros hijos y al pueblo iraquí para una guerra basada en mentiras, y no estamos dispuestos a fingir que eso esté bien".

Pero aunque todos registran que la votación fue en buena medida de repudio a la guerra, pocos tienen propuestas sobre qué hacer. Por lo tanto, no se esperan cambios drásticos por el momento, y dirigentes de ambos partidos desean evitar a todo costo acusaciones de ser los que "perdieron Irak".

Lo que está causando la indigestión es que con esta elección sí se acabó la era Bush. David Gergen, analista y ex alto funcionario en presidencias de ambos partidos políticos, dijo a una cadena de noticias: "esta elección marcó el fin de la larga era de política conservadora en este país... y eso es resultado de la guerra en Irak". Añadió que se trató más de un voto de protesta contra la política de Bush y sus aliados republicanos que en favor de los demócratas.

Por eso ambos partidos son percibidos por la ciudadanía con cierto escepticismo y sospecha. Es evidente que los republicanos sufrieron una grave derrota, pero aún no está claro si los demócratas pueden cantar victoria. El voto fue por "un cambio" aceptan ambos, pero falta ver si son capaces de cumplir con los deseos del pueblo o si una vez más reducen lo que llaman democracia a una obra de teatro.

La Jornada