NADA PERSONAL
Actos presidencialistas no legitiman
Tania__________
Entender la dinámica y supuestos de la transición democrática está costándoles más de lo que se suponía a quienes una esperaría mayor comprensión de lo que implica el paso de un México de caudillos a una república donde impera el Estado de derecho. Lo que confunde a estos analistas nostálgicos del hombre fuerte, del jefe máximo del poder, es la tarea de legitimación que tendría por delante Felipe Calderón de ser designado presidente electo. Dicen ellos que Felipe debería verse en el espejo salinista, donde la imagen por excelencia de legitimación fue el Quinazo, lo cual le permitió a Salinas hacer las reformas que le redituaron un buen desempeño hasta el último año de su sexenio. En su valoración del problema argumentan que el Quinazo calderonista bien podría ser el enjuiciamiento a los hijos de Marta Sahagún (hay quienes no dudan en incluirla a ella también en el castigo).
Esta clase de razonamiento, que plantea como estrategia válida, natural, el uso autoritario del poder inherente al presidencialismo para alcanzar gobernabilidad, surge de una confusión mayor.
En primer lugar legitimidad y desempeño no son lo mismo ni se determinan recíprocamente. Una autoridad puede ser ampliamente legítima —es decir: reconocida como verdadera, en su origen, nombramiento, atribuciones y tareas, por parte de los que están sometidos a su poder— mas no lograr un buen desempeño en su gobierno. O lo contrario: ser ilegítima pero llevar su gobierno a altos niveles de desempeño.
Segundo, gobernar a base de golpes de poder es lo que define la esencia del autoritarismo lo que propiciaba precisamente el régimen presidencialista, sometiendo a su autoridad el orden legal e institucional. El Quinazo sólo demostró quién mandaba, sin reparo ni contrapesos, en aquel México de hace casi un par de décadas.
Tercero, que es la confusión mayor, Felipe Calderón sería un presidente ilegítimo sólo por obra y gracia de un supuesto fraude denunciado por un candidato (supongo que los partidos de la Coalición optarán por mantenerse en la legalidad institucional) y algunos seguidores que, aunque se sumaran en la totalidad de quienes lo apoyaron en las urnas, son finalmente una minoría ante el resto de electores y de la nación.
La legitimidad de Felipe Calderón como presidente electo, de ser designado así por el tepjf, se basa en fundamentos plenamente legales:
Debe afirmarse, en primer lugar, que la legitimidad democrática de la presidencia de Calderón deriva, primero, del reconocimiento y cumplimiento de las reglas de toda democracia: elecciones válidas, lo que calificará el tepjf; y, segundo, del respeto y consolidación de lo que conforma la estructura interna de la democracia: la división de poderes, lo cual, ha dicho el mismo Felipe, él mismo habrá de velar porque así sea. Quedaría por parte de los otros poderes, especialmente del Legislativo, y demás fuerzas políticas y sociales, sobre todo del prd, garantizarlo de igual manera.
En segundo lugar —ya lo hemos señalado aquí—, corresponde a su equipo de gobierno apuntalar la legitimidad de la autoridad del Ejecutivo por medio de la institucionalización de sus decisiones y actos de gobierno.
Todo lo anterior —igualmente debe decirse— no es excluyente del ejercicio legítimo de la aplicación del peso de la ley, trátese de quien se trate. Al contrario, es condición del reconocimiento de toda autoridad, es decir, de su legitimidad.
El bolso de Tania…
La imagen es desoladora —no me refiero al cumplimiento literal del presidente Vicente Fox de lo que manda el artículo 69 constitucional, lo cual sí hizo, pero por tercera persona, el secretario técnico de la Mesa Directiva, y no directa, personalmente, él, el presidente de la república, al presidente de la cámara, el panista Jorge Zermeño. Me refiero a ésta: el presidente electo, Vicente Fox, en julio de 2000, celebrando junto con miles y miles de personas en el Ángel, contrastada con la del pasado viernes: el presidente saliente, Vicente Fox, yéndose solo del Palacio Legislativo sin poder siquiera traspasar la entrada del salón de plenos.
tania@revistavertigo.com
Tania__________
Entender la dinámica y supuestos de la transición democrática está costándoles más de lo que se suponía a quienes una esperaría mayor comprensión de lo que implica el paso de un México de caudillos a una república donde impera el Estado de derecho. Lo que confunde a estos analistas nostálgicos del hombre fuerte, del jefe máximo del poder, es la tarea de legitimación que tendría por delante Felipe Calderón de ser designado presidente electo. Dicen ellos que Felipe debería verse en el espejo salinista, donde la imagen por excelencia de legitimación fue el Quinazo, lo cual le permitió a Salinas hacer las reformas que le redituaron un buen desempeño hasta el último año de su sexenio. En su valoración del problema argumentan que el Quinazo calderonista bien podría ser el enjuiciamiento a los hijos de Marta Sahagún (hay quienes no dudan en incluirla a ella también en el castigo).
Esta clase de razonamiento, que plantea como estrategia válida, natural, el uso autoritario del poder inherente al presidencialismo para alcanzar gobernabilidad, surge de una confusión mayor.
En primer lugar legitimidad y desempeño no son lo mismo ni se determinan recíprocamente. Una autoridad puede ser ampliamente legítima —es decir: reconocida como verdadera, en su origen, nombramiento, atribuciones y tareas, por parte de los que están sometidos a su poder— mas no lograr un buen desempeño en su gobierno. O lo contrario: ser ilegítima pero llevar su gobierno a altos niveles de desempeño.
Segundo, gobernar a base de golpes de poder es lo que define la esencia del autoritarismo lo que propiciaba precisamente el régimen presidencialista, sometiendo a su autoridad el orden legal e institucional. El Quinazo sólo demostró quién mandaba, sin reparo ni contrapesos, en aquel México de hace casi un par de décadas.
Tercero, que es la confusión mayor, Felipe Calderón sería un presidente ilegítimo sólo por obra y gracia de un supuesto fraude denunciado por un candidato (supongo que los partidos de la Coalición optarán por mantenerse en la legalidad institucional) y algunos seguidores que, aunque se sumaran en la totalidad de quienes lo apoyaron en las urnas, son finalmente una minoría ante el resto de electores y de la nación.
La legitimidad de Felipe Calderón como presidente electo, de ser designado así por el tepjf, se basa en fundamentos plenamente legales:
Debe afirmarse, en primer lugar, que la legitimidad democrática de la presidencia de Calderón deriva, primero, del reconocimiento y cumplimiento de las reglas de toda democracia: elecciones válidas, lo que calificará el tepjf; y, segundo, del respeto y consolidación de lo que conforma la estructura interna de la democracia: la división de poderes, lo cual, ha dicho el mismo Felipe, él mismo habrá de velar porque así sea. Quedaría por parte de los otros poderes, especialmente del Legislativo, y demás fuerzas políticas y sociales, sobre todo del prd, garantizarlo de igual manera.
En segundo lugar —ya lo hemos señalado aquí—, corresponde a su equipo de gobierno apuntalar la legitimidad de la autoridad del Ejecutivo por medio de la institucionalización de sus decisiones y actos de gobierno.
Todo lo anterior —igualmente debe decirse— no es excluyente del ejercicio legítimo de la aplicación del peso de la ley, trátese de quien se trate. Al contrario, es condición del reconocimiento de toda autoridad, es decir, de su legitimidad.
El bolso de Tania…
La imagen es desoladora —no me refiero al cumplimiento literal del presidente Vicente Fox de lo que manda el artículo 69 constitucional, lo cual sí hizo, pero por tercera persona, el secretario técnico de la Mesa Directiva, y no directa, personalmente, él, el presidente de la república, al presidente de la cámara, el panista Jorge Zermeño. Me refiero a ésta: el presidente electo, Vicente Fox, en julio de 2000, celebrando junto con miles y miles de personas en el Ángel, contrastada con la del pasado viernes: el presidente saliente, Vicente Fox, yéndose solo del Palacio Legislativo sin poder siquiera traspasar la entrada del salón de plenos.
tania@revistavertigo.com
Revista Vertigo