LOS BUITRES DEL CONSEJO COORDINADOR EMPRESARIAL AL ACECHO

La rifa del tigre

Vertigo / Darío Celis Estrada

Las cúpulas empresariales ven los toros desde la barrera, analizan cuidadosamente los movimientos políticos y aguardan el mejor momento para realizar su propio proceso electoral.
Del curso que tome el escenario de la política nacional dependerá el perfil del nuevo presidente del Consejo Coordinador Empresarial, la llamada cúpula de cúpulas del sector privado.
El cambio de estafeta se debió dar en mayo, pero dado el caliente ambiente preelectoral, los líderes empresariales no quisieron correr riesgos innecesarios y optaron llegar muy unidos al 2 de julio.
Y no se diga el curso que la política tomó después de las elecciones. Vamos, ni siquiera el aval del Tribunal Electoral a Felipe Calderón ha sido suficiente para que el cce retome su proceso de cambio en la presidencia.
Tienen hasta marzo y es muy factible que se consume en febrero de 2007, un mes antes de su límite extremo. Ni siquiera la toma de posesión formal del 1 de diciembre da la suficiente certidumbre.
Los empresarios quieren saber cuál será el estilo de gobernar de Calderón, quiénes ocuparán las principales carteras de gobierno y, sobre todo, cómo será la interlocución con el Congreso y qué actitud adoptará Andrés Manuel López Obrador.
En la medida que se disipen esas dudas, los empresarios designarán a su líder. Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas, pues al interior del cce se vive una coyuntura muy particular.
A diferencia de otros años y sexenios, presidir el cce no es precisamente el puesto que quisiera alguien que se jacte de ser empresario. Esto se traduce en que no haya muchos candidatos visibles.
Son dos, pero uno ya se está autodescartando. Se trata del más influyente y que goza de la simpatía de los hombres de negocios más reconocidos del país: Valentín Díez Morodo, vicepresidente de Grupo Modelo.
Dicen los enterados que el industrial quemó sus naves con Santiago Creel cuando peleaba la candidatura del pan a la presidencia. El problema es que los empresarios lo ven como su líder más viable.
Así lo han manifestado los poderosos integrantes del Grupo de los 10, que integra a las empresas más influyentes de Monterrey. Pero también lo quieren en la silla del cce los industriales de la ciudad de México.
Para ellos es crucial llevar a la presidencia a un hombre con las cartas de Díez Morodo, debido a los desafíos que se le ponen enfrente a las empresas del país. Pero este personaje no irá, a menos que se lo pidan los agremiados.
Y mientras el ejecutivo deshoja la margarita, el otro suspirante mueve sus fichas para llegar a la presidencia. Se trata de León Halkin, quien recientemente dejó el liderazgo de la Confederación Nacional de Cámaras Industriales.
No es tan bien visto como Díez Morodo, pero conserva posiciones estratégicas que le dan cierta fuerza política, como mantener la representatividad patronal ante el Instituto Mexicano del Seguro Social y el Infonavit.
Paradójicamente, los empresarios no son muy democráticos que digamos. Terminarán imponiendo al que consideren que tenga el mejor perfil para representarlos y lo harán en el último momento.
Lo que es un hecho es que el ungido tendrá que lidiar con un gobierno, el de Calderón, que denota tintes de autoritarismo, no muy afecto a la crítica, además de una oposición radicalizada, sobre todo en la izquierda.