FeCAL Quiza alcance a volar tan alto como las aguilas, pero, la caida sera fatal, caera herido de muerte
No anda ni corre y quiere volar
Julio Pomar
Del tiempo decimonónico mexicano nos viene una sentencia, seguro de origen indígena por la forma de frasearla, que se aplica a los impacientes del corazón. Dice: “No andas, corres; no corres, vuelas”. Con lo que se llamaba a serenar la demasiada urgencia de culminar cosas más allá de la propia capacidad o perspectiva. Pareciera que esto se puede aplicar al presidente designado Felipe Calderón. No ha asumido el cargo que tramposamente le asignó el Tribunal Electoral del Poder Ejecutivo Federal y ya anda queriendo volar por las inciertas nubes del porvenir, más allá del próximo sexenio, además sin percatarse de que Fox, al llegar a la presidencia en el 2000 pretendió algo muy parecido y, como en casi todo, fracasó, excepto en los negocios fraudulentos de sus familiares o de la señora Marta.
El equipo de la transición calderonista, al cual por fin, después de avisar dramáticamente su retiro de toda vida política, se incorporó el frustrado candidato a presidir al PAN, Carlos Medina Plascencia, informó que tienen un proyecto de política transexenal de Felipe Calderón que se proyecta hasta el año 2030, con lo cual, dijo el propio Medina, pretenden que el país sea ajeno a coyunturas políticas, que sólo pueden ser los cambios de sexenio, las elecciones donde presumiblemente pueda perder el panismo la presidencia, o las situaciones sociales o internacionales que se presenten al margen de la voluntad de los gobernantes en turno, etc. Ni los soviéticos en su momento de mayor esplendor se mostraron tan magnificentemente confiados en el futuro, pues ellos sólo se atrevieron a diseñar modestos planes de quinquenio, aunque sí alardearon que ya estaban a punto de transitar del socialismo a la etapa superior del comunismo.
El solo hecho de plantarse en esta mariguanez futurológica da mucho que pensar en cuanto al equilibrio emocional que embarga a los colaboradores de Calderón en la aventura de la presidencia designada que habrán de vivir, si es que antes no se les atraviesa la estorbosa historia con sus miles de inconvenientes y desastres. Quieren que haya planes y proyectos, enmarcados en una estrategia general destinada a “evitar decisiones unilaterales o muy voluntariosas (sic ¿querría decir “voluntaristas”?) de quienes llegan a ejercer una responsabilidad, cartera o la autoridad”. El coordinador del “Plan 20-30”, como ya se le enuncia, indicó que “es imprescindible que se tenga un rumbo muy claro de hacia dónde se va, hacia dónde se quiere llegar en el transcurso del tiempo”. Ni los augures griegos se atrevieron a tanto. Esto es, a falta de posicionamientos claros del presidente designado, Calderón, están llamando a creerles que se mantendrán en el poder por 24 años más, o sea, cuatro sexenios, tiempo en el que están revelando que quieren preservar el poder para ellos. Zaratustra en acción, pues. El PRI, que se mantuvo siete décadas en el poder, jamás tuvo tentaciones parecidas; simplemente las realizó en la práctica.
Lo que parecería una audacia “intelectual” de políticos panistas, se advierte desmentida por la experiencia previa, de lo cual da excelente registro el diario El Universal en su edición de este martes 10: Fox como presidente electo anunció la creación del proyecto llamado Iniciativa México Visión 2025, dos días antes de asumir el cargo en el 2000. Estuvo listo el plan a mediados del primer año de Fox. Se dijo que el proyecto era un programa de infraestructura nacional en el que participaban empresarios, analistas, especialistas en desarrollo, y consideraba infraestructura energética, comunicaciones y transportes, agua, desarrollo territorial y servicios urbanos.
Calderón haría el día siguiente, o sea, el miércoles 11, el anuncio formal del plan 20-30, dentro del marco de la infecundidad de aquél otro plan transexenal foxista que nunca, absolutamente nunca trascendió más allá de la reunión en que se enunció. El bote-pronto se impuso a lo largo del sexenio del guanajuatense y jamás se vieron frutos reales, positivos, de ese peloteo de frontón administrativo y político. La improvisación y la liviandad folklórica caracterizaron el sexenio que se va. La reforma del Estado se quedó, por ejemplo, en la pura frase del deseo, pues no hubo tal. Y Calderón parece caminar por la misma senda, a falta de posicionamientos de verdadero líder o siquiera administrador, que ya debía estarlos dando en la víspera de su asunción designada. En la forma de agarrar el taco (o la cuchara) se conoce al comelón, dicen. Es visible que no puede tratarse sino de otro sueño guajiro que pareciera ya estar configurado una calderolandia, en vez de la caduca foxilandia.
Julio Pomar
Del tiempo decimonónico mexicano nos viene una sentencia, seguro de origen indígena por la forma de frasearla, que se aplica a los impacientes del corazón. Dice: “No andas, corres; no corres, vuelas”. Con lo que se llamaba a serenar la demasiada urgencia de culminar cosas más allá de la propia capacidad o perspectiva. Pareciera que esto se puede aplicar al presidente designado Felipe Calderón. No ha asumido el cargo que tramposamente le asignó el Tribunal Electoral del Poder Ejecutivo Federal y ya anda queriendo volar por las inciertas nubes del porvenir, más allá del próximo sexenio, además sin percatarse de que Fox, al llegar a la presidencia en el 2000 pretendió algo muy parecido y, como en casi todo, fracasó, excepto en los negocios fraudulentos de sus familiares o de la señora Marta.
El equipo de la transición calderonista, al cual por fin, después de avisar dramáticamente su retiro de toda vida política, se incorporó el frustrado candidato a presidir al PAN, Carlos Medina Plascencia, informó que tienen un proyecto de política transexenal de Felipe Calderón que se proyecta hasta el año 2030, con lo cual, dijo el propio Medina, pretenden que el país sea ajeno a coyunturas políticas, que sólo pueden ser los cambios de sexenio, las elecciones donde presumiblemente pueda perder el panismo la presidencia, o las situaciones sociales o internacionales que se presenten al margen de la voluntad de los gobernantes en turno, etc. Ni los soviéticos en su momento de mayor esplendor se mostraron tan magnificentemente confiados en el futuro, pues ellos sólo se atrevieron a diseñar modestos planes de quinquenio, aunque sí alardearon que ya estaban a punto de transitar del socialismo a la etapa superior del comunismo.
El solo hecho de plantarse en esta mariguanez futurológica da mucho que pensar en cuanto al equilibrio emocional que embarga a los colaboradores de Calderón en la aventura de la presidencia designada que habrán de vivir, si es que antes no se les atraviesa la estorbosa historia con sus miles de inconvenientes y desastres. Quieren que haya planes y proyectos, enmarcados en una estrategia general destinada a “evitar decisiones unilaterales o muy voluntariosas (sic ¿querría decir “voluntaristas”?) de quienes llegan a ejercer una responsabilidad, cartera o la autoridad”. El coordinador del “Plan 20-30”, como ya se le enuncia, indicó que “es imprescindible que se tenga un rumbo muy claro de hacia dónde se va, hacia dónde se quiere llegar en el transcurso del tiempo”. Ni los augures griegos se atrevieron a tanto. Esto es, a falta de posicionamientos claros del presidente designado, Calderón, están llamando a creerles que se mantendrán en el poder por 24 años más, o sea, cuatro sexenios, tiempo en el que están revelando que quieren preservar el poder para ellos. Zaratustra en acción, pues. El PRI, que se mantuvo siete décadas en el poder, jamás tuvo tentaciones parecidas; simplemente las realizó en la práctica.
Lo que parecería una audacia “intelectual” de políticos panistas, se advierte desmentida por la experiencia previa, de lo cual da excelente registro el diario El Universal en su edición de este martes 10: Fox como presidente electo anunció la creación del proyecto llamado Iniciativa México Visión 2025, dos días antes de asumir el cargo en el 2000. Estuvo listo el plan a mediados del primer año de Fox. Se dijo que el proyecto era un programa de infraestructura nacional en el que participaban empresarios, analistas, especialistas en desarrollo, y consideraba infraestructura energética, comunicaciones y transportes, agua, desarrollo territorial y servicios urbanos.
Calderón haría el día siguiente, o sea, el miércoles 11, el anuncio formal del plan 20-30, dentro del marco de la infecundidad de aquél otro plan transexenal foxista que nunca, absolutamente nunca trascendió más allá de la reunión en que se enunció. El bote-pronto se impuso a lo largo del sexenio del guanajuatense y jamás se vieron frutos reales, positivos, de ese peloteo de frontón administrativo y político. La improvisación y la liviandad folklórica caracterizaron el sexenio que se va. La reforma del Estado se quedó, por ejemplo, en la pura frase del deseo, pues no hubo tal. Y Calderón parece caminar por la misma senda, a falta de posicionamientos de verdadero líder o siquiera administrador, que ya debía estarlos dando en la víspera de su asunción designada. En la forma de agarrar el taco (o la cuchara) se conoce al comelón, dicen. Es visible que no puede tratarse sino de otro sueño guajiro que pareciera ya estar configurado una calderolandia, en vez de la caduca foxilandia.