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martes, 16 de agosto de 2011

Fox y Peña, la mutación de las tepocatas

Serpientes y Escaleras: Salvador García Soto

El PRI siempre ha sido buen cliente para Fox: lo fue cuando lo sacó de Los Pinos en el año 2000; y también ahora en 2011, en que los priístas lo contratan.

“Anden, acérquense, vengan a tomarse la foto con el próximo presidente de México”, le decía, eufórico, Vicente Fox al personal de sus oficinas en el momento en que despedía de su rancho al gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto. La anécdota ocurrió el pasado 25 de noviembre de 2010, cuando el priísta visitó las instalaciones del Centro Fox, en San Cristóbal, Guanajuato, y daba cuenta de que, ya desde entonces, el ex presidente tenía claro quién era su candidato al 2012. Un acercamiento un tanto raro.

Fox ha mantenido un discurso cada vez más crítico hacia el PAN y hacia el gobierno de Felipe Calderón, al tiempo que ha dedicado elogios públicos a Peña Nieto, al que ha llegado a llamar un “demócrata” y ha ubicado como parte de “una nueva generación de políticos del PRI”. Las simpatías foxistas, derivadas en parte de su resentimiento hacia Calderón y los calderonistas, que siente que lo maltrataron a él y a su gente, también tienen que ver con un acercamiento que tuvo el guanajuatense con el gobernador priísta.

Aquella entrevista del año pasado en el Centro Fox fue más que una visita de cortesía. Peña Nieto acudió al rancho del ex presidente a sellar un convenio con el cual el gobierno mexiquense aportaba recursos —cuyo monto no fue precisado— a cambio de enviar a personal, estudiantes y funcionarios del Estado de México a actividades académicas y de capacitación en el complejo que administran el ex presidente y su esposa Martha Sahagún.

Ese financiamiento, del que no se informó oficialmente, fue parte de los acuerdos suscritos entre el gobernador mexiquense y el ex mandatario guanajuatense. Y aunque Peña no es el único gobernador que ha firmado ese tipo de convenio con el Centro Fox, y es común que el ex presidente haga labores de cabildeo para invitar a gobernadores de otros estados, incluidos varios priístas, el apoyo de Peña a las actividades del complejo foxista sirvió para sellar una suerte de pacto entre los dos políticos con miras al 2012.

Porque no hay otra manera de entender que el hombre que llevó a cabo el logro histórico de “sacar al PRI de Los Pinos”, en menos de 12 años de aquella alternancia y de la campaña en la que se refería a los priístas como “tepocatas, sanguijuelas y víboras prietas” haya cambiado su convicción y su percepción sobre el PRI y los priístas para considerarlos ahora “demócratas” y miembros de una “nueva generación política”.

En su nueva etapa de empresario y promotor de la capacitación social y política, el ex presidente Fox no discrimina y recientemente, antes de las pasadas elecciones en Coahuila, tuvo como alumnos de su Centro, dándole clases y asesorías para candidatos, al priísta Rubén Moreira, actual gobernador electo de los coahuilenses, y quien derrotara en las pasadas elecciones del 4 de julio ni más ni menos que al compadre del presidente Calderón, Guillermo Anaya.

Está visto, pues, que el PRI siempre ha sido buen cliente para Fox; lo fue cuando, a punta de patadas e ingeniosos discursos, los sacó de Los Pinos aquel 2 de julio del 2000, y siguen siendo buenos clientes los priístas en este 2011, cuando Fox vuelve a promover y a buscar la alternancia en la Presidencia, pero ahora para meter al PRI de regreso a Los Pinos.

NOTAS INDISCRETAS… Cuando ya todos dan los santos óleos a un periodo extraordinario de sesiones en la Cámara de Diputados, que ya no fue, falta saber qué sepultó los acuerdos y reformas pendientes que tendrán que esperar a septiembre, con todo y los riesgos de que se contaminen por el jaloneo presupuestal y las elecciones presidenciales en puerta. En San Lázaro se afirma que fueron las diferencias entre Enrique Peña y Manlio Fabio Beltrones las que al final impidieron convocar a un extraordinario para aprobar las reformas política y laboral. Los acuerdos que los dos políticos del PRI habían alcanzado, con la intermediación de Francisco Rojas, se vinieron abajo por un tema en particular: las candidaturas ciudadanas. Los cálculos políticos y la tensión entre los dos priístas hizo que al final Peña decidiera no ir adelante con la reforma política, sobre todo después del diálogo de Beltrones con Javier Sicilia y las organizaciones ciudadanas, en el que se comprometió la aprobación de dicha reforma. Los peñistas ya habían cedido en las candidaturas independientes, aunque después del 2012, pero ante la presión que surgió después del encuentro de Chapultepec con Sicilia, y ante el riesgo de que Manlio se alzara como el impulsor de esa reforma ante el movimiento ciudadano, decidieron no apoyarlas y eso frenó toda la reforma. Ni hablar, seguimos secuestrados por la adelantada sucesión… Los dados repiten. Escalera para abrir semana.