Tiempos difíciles

Julio Pimentel Ramírez

México vive tiempos difíciles –aunque, para ser precisos, los ha padecido a lo largo de su historia, sobre todo en etapas específicas del devenir nacional—, en los que pareciera que la sociedad se encuentra en un callejón sin salida y en los que es inminente, por tercera vez en los ciclos centenarios del acontecer nacional, un estallido social de incalculables consecuencias.

En todos los ámbitos de la realidad la situación de profunda crisis es preocupante, sobre todo a la luz de la incapacidad, cinismo y corrupción de la clase dominante empezando por el ocupante ilegitimo de Los Pinos e incluyendo a las cúpulas partidarias, sin olvidar a la oligarquía económica que decide el destino de la Nación.

Así vemos que mientras unos cuantos se enriquecen a manos llenas y ocupan lugares destacados en la lista de millonarios de Forbes, cada día miles de mexicanos son lanzados a las filas de la pobreza, al grado de que ya tres de cada cuatro compatriotas no tienen las condiciones mínimas para una vida digna.

Es común escuchar que ocho millones de jóvenes, calificados eufemísticamente como “ninis”, “ni estudian ni trabajan”, excluidos y despojados de esperanza en un futuro mejor, forman parte del “Ejercito de Reserva” del narcotráfico y el crimen organizado. No es de extrañar que un alto porcentaje de los más de 28 mil ejecutados, en lo que va de esta administración, sean personas menores de 35 años, adolescentes muchos de ellos.

Mientras el gobierno espurio busca distraer la atención llamando a discutir el tema de la legalización de la droga (Calderón, en consonancia con la estrategia estadounidense sobre el combate al narcotráfico, ya decidió no modificar sustancialmente su “guerra” contra los cárteles), siguen las matanzas y se hace evidente la corrupción en la Policía Federal, que dirige Genaro García Luna, favorito de Felipe Calderón y quien públicamente es denunciado por vínculos con la delincuencia organizada.

Por otra parte, en el terreno de las relaciones laborales la administración calderonista sigue la misma política belicosa con el titular de la Secretaría del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, a la cabeza: los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas fueron sometidos a una estrategia de asedio y persecución que liquidó una empresa estratégica para el desarrollo nacional y lanzó al desempleo a miles de trabajadores.

Más de 16 mil electricistas resisten, no bajan la guardia y necesitan el respaldo del movimiento social para no ser engañados en la mesa de negociaciones que sostienen con el gobierno federal, acostumbrado al engaño y la traición.

En este ámbito, en el que se recortan derechos laborales y se afectan pensiones, actualmente otro sector importante en la actividad económica se encuentra en crisis: la Compañía Mexicana de Aviación (CMA) está a las puertas de una quiebra que, además de afectar a miles de trabajadores, fortalece a sus competidoras extranjeras y debilita al país en la medida en que representa una disminución del flujo de divisas y un retroceso en la presencia de México en diversos aeropuertos internacionales.
Si bien aquí se trata de una empresa privada, se hace indispensable la intervención del gobierno en la búsqueda de una solución adecuada. No se olvide que estas compañías áreas son parte de las previas políticas de rescate y privatización que enriqueció a unos cuantos privilegiados, entre ellos a Gastón Azcárraga accionista principal de CMA.

En la ocasión presente no hay justificación, ni económica ni ideológica, para que el Estado no emprenda una nueva operación de rescate, pero esta vez para contribuir a consolidar una entidad que sea, al menos en una parte significativa, propiedad de sus trabajadores, tal como lo proponen las organizaciones sindicales, quienes además ceden prestaciones para contribuir a que se salve la empresa.

Según informes de último momento, se crearía el Nuevo Grupo Aeronáutico (Mexicana, Click y Link) con la participación accionaria de los trabajadores, empresa con vuelo incierto, dada la fuerte carga financiera que la tiene al borde de la quiebra.

De este modo vemos que la segunda administración panista, que en esencia es similar a las priístas que la precedieron, lleva al país al borde del precipicio. Pero como en todos los tiempos difíciles que han vivido los mexicanos, sí hay salida. La reserva moral del pueblo mexicano es enorme, la dignidad permanece no obstante la podredumbre imperante, la identidad no se ha esfumado a pesar de los esfuerzos por diluirla en el egoísmo y la banalidad.

La regeneración está en marcha al lado de Andrés Manuel López Obrador, se organiza a la luz pública calladamente sin odios ni rencores, con la convicción de que un Proyecto Alternativo de Nación es posible. Es cierto: sólo el Pueblo salvará al Pueblo.