El PAN y la “operación” Veracruz
Julián Andrade
Hace poco más de un año, al menos desde junio de 2009, se inició en el gobierno federal y en su partido, el PAN, todo un proyecto para arrebatarle al PRI la gubernatura de Veracruz.
Ese estado es importante porque representa una reserva de votos estratégicos para el priísmo y porque lo gobierna uno de sus mejores operadores, Fidel Herrera Beltrán.
Desde el año pasado, en círculos panistas se preveía una contienda cerrada, con una diferencia de apenas 3 por ciento entre los partidos mayoritarios, tomando en cuenta el voto duro.
Desde aquellos meses ya se tenía un aspirante claro para contender por el panismo: Miguel Angel Yunes, quien era director del ISSSTE.
Una de las primeras apuestas fue lograr que los partidos pequeños postularan candidato, ya que podían quitar una buena tajada de votos al PRI.
La verdad es que el asunto no se complicó, porque el senador Dante Delgado tenía el propósito de buscar la gubernatura y lo hizo por su partido (Convergencia) y por el PRD.
Los estrategas panistas esperaban que Delgado obtuviera al menos 250 mil votos y no se equivocaron, ya que el senador logró 336 mil sufragios. También se elaboró un detallado análisis de los probables candidatos priístas para determinar sus fortalezas y debilidades.
Parte de esta estrategia consistió en la irrupción de llamadas, grabadas de modo ilegal, que tuvieron, sin duda alguna, el objetivo de dañar al “mejor activo que tiene el PRI” en el estado, Herrera Beltrán, y de afectar, de paso, al candidato Javier Duarte.
Pero aún hay más, y no es nada edificante para nuestra democracia. En el plan para derrotar al priísmo veracruzano tuvieron un papel muy importante las dependencias federales, sobre todo las relacionadas con los temas sociales.
Los panistas tuvieron acceso “a los beneficiarios de los programas federales, para que se induzca a éstos la necesidad de la correspondencia para con el partido y se tenga el compromiso del voto el día de la elección”, de acuerdo con documentos en los que se detalla la estrategia.
Y si a esto sumamos el apoyo de Elba Esther Gordillo y del Partido Nueva Alianza al candidato del PAN, tenemos una película un poco más clara de lo que ocurrió en Veracruz el domingo pasado.
Lo que ya no estaba en los planes de los panistas es su derrota y por ello ahora observamos una triste “pejenización” de un partido tradicionalmente apegado a la legalidad.
Las peticiones del recuento “voto por voto”, cuando los sufragios ya fueron contados y donde no procede, dan una idea de lo lejos que estamos de un principio básico: que el perdedor acepte los resultados.
Sé que no es políticamente correcto, pero vale la pena mirar, aunque sea de vez en cuando, el otro lado de la moneda.