Entre percepciones y realidades
Por Esto: Guillermo Fabela Quiñones
En tanto la violencia en muchas partes del país sigue imparable, en el “gobierno” de Felipe Calderón siguen actuando como si nada ocurriera.
Según el secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, el fenómeno ha contribuido incluso a generar más inversiones extranjeras, particularmente en Ciudad Juárez, donde continúa aumentado la producción de las maquiladoras y se han incrementado las exportaciones. Por supuesto, tales declaraciones no podría hacerlas en la urbe fronteriza, pues la población no se deja llevar por percepciones, sino por realidades y hechos concretos, absolutamente contrarios al punto de vista del funcionario.
Como a los afectados por un estado de cosas lamentable no es posible seguirlos engañando, los meses venideros serán muy tensos para los mexicanos, con riesgos cada vez mayores por la terquedad del inquilino de Los Pinos en mantener políticas públicas que atentan brutalmente contra las clases mayoritarias.
Las instituciones están secuestradas por una oligarquía irresponsable y voraz, situación que necesariamente habrá de tener consecuencias negativas en el tejido social. Basta ver la resolución de la segunda sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en contra de los mineros en paro en la mina de Cananea. Así, la Secretaría del Trabajo asumió como definitivo e inatacable el fallo del máximo tribunal del país, que beneficia al Grupo México y lesiona los legítimos intereses de los trabajadores, cuya huelga puede ser rota por la fuerza pública si así lo ordenara Germán Larrea, el poderoso propietario de una mina histórica que mucho contribuyó a la formulación de las ideas sindicalistas del movimiento revolucionario que este año celebra su primera centuria, a partir de que en 1906 estalló la huelga que detonó las protestas de la incipiente clase trabajadora del porfiriato.
Hoy, cien años después, los mineros de Cananea son víctimas de la mezquindad y voracidad de un oligarca que se sabe protegido por un “gobierno” incapaz de actuar imparcialmente en los conflictos entre los factores de la producción, al igual que lo fueron los trabajadores de Luz y Fuerza del Centro, extinguida por decreto con la única finalidad de privatizar sus bienes y liquidar al gremio de trabajadores más antiguo del país, el Sindicato Mexicano de Trabajadores. Tal parcialidad en favor de los empresarios, necesariamente tendrá consecuencias lamentables, no sólo en el aspecto económico, sino en el social, al generarse condiciones que exacerban una lucha de clases que podría desembocar en mayor violencia, pero esta vez de carácter reivindicatorio.
De ahí la validez del señalamiento de que los miembros del gabinete de Calderón, o viven en el limbo, o son tan irresponsables como los principales oligarcas, para quienes resulta inaceptable que los trabajadores tengan derechos elementales. ¡Hasta les pareció un privilegio que los electricistas del SME comieran tres veces al día, como lo señalaron algunos que aplaudieron el golpe contra el sindicato en octubre pasado! Entonces no sólo se acabó con una importante fuente de trabajo que daba sustento a más de 44 mil familias, sino que se generó una crisis laboral que acrecentó las tensiones sociales en el país, como así habrá de suceder ahora que la Suprema Corte declaró improcedentes las justas reclamaciones de los mineros de Cananea.
Por esto resulta sospechoso, por decirlo de algún modo, que el Grupo México de Larrea, patrocinara la producción de un cine-minuto propagandístico en apoyo al Ejército Mexicano, el cual está siendo exhibido en las salas cinematográficas del país con gran profusión. En este producto cinematográfico, en el que no se escatimaron gastos, se busca crear una imagen positiva de las fuerzas armadas, en un momento en que su imagen pública está por los suelos, no sólo por su ineficaz contribución en la lucha contra el crimen organizado, sino por los abusos de militares contra la población civil.
Sin embargo, el patrocinio de un oligarca como Larrea, en vez de beneficiar al Instituto Armado, lo perjudica al patentizar sin tapujos una alianza inaceptable, toda vez que el Ejército Mexicano está para servir a la nación, no a intereses particulares. Si no es así, semejante cine-minuto hace suponer que las tropas están al servicio de la oligarquía.
¿Por qué tanto interés de Grupo México en demostrar su admiración por las tropas y patentizar su alta preparación? Muy flaco favor se le hace así a un Ejército que nació al triunfo de una revolución que acabó con privilegios feudales, y que durante ochenta años ha demostrado su raigambre popular y gran profesionalismo. Sería muy lamentable que modificara su actitud por la terquedad de Calderón de convertirlo en un ejército represor, con el pretexto de combatir al crimen organizado.
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