El subconsciente traiciona a Calderón

María Teresa Jardí

Como sabe que está llenando el país de paramilitares Calderón se refiere a civiles como si fueran cuatro gatos asesinados, sobre los que no pueden, porque se les sale la represión de las manos, ocultar que nada tienen que ver con ajustes de cuentas “entre narcos”.

Es claro que con la inteligencia no fue bendecido Calderón en el reparto de bienes que Dios, —Alá, la Vida, el Arquitecto de la Naturaleza… en términos de cada religión o creencia propia—, otorgara a cada uno de los hombres como característica propia. Felipe Calderón Hinojosa nació gafe y no tiene agilidad mental ninguna. Y tampoco lo acompaña ni una sola de esas capacidades que en listas, al menos, hacen ver a las personas. Y por eso una y otra vez el subconsciente lo traiciona.

Si bien, en algunos casos, como salta a la vista, con sus declaraciones busca hacer estallar al país. Al igual que lo está haciendo Gómez Mont y que a la menor oportunidad lo hacen también algunos de los otros impresentables que hoy componen el gabinete usurpador en México.

Desesperados que están los fascistas panistas por hacer estallar aunque sea a un grupo ajeno al narco. Los narcos para eso ya no le sirven al desgobierno protector de “El Chapo”. Más allá de que, como también saben todos, con la protección a “El Chapo”, han desprestigiado, mucho me temo que de manera irrecuperable, al Ejército Nacional que hoy quiere leyes a modo para reprimir, a sabiendas de que se corrompió al aceptar el mandato de un ilegítimo gobernante que además sobradamente ha demostrado ser un corrupto.

Aunque a veces sepa lo que dice y porqué y para qué lo dice. Igual en muchos de los casos la estupidez domina a Felipe Calderón. Y así a niños que le contestan: que no están, como es obvio que no están, preparados para presentar ningún examen, les responde, a bote pronto, que: “ni modo”, haciendo públicamente el ridículo en horas pico ante la telebasura, que se ve vía Cable, Sky, etc., no sólo en México sino en muchos otros lugares del mundo. Lugares donde los mexicanos damos lástima por aguantar como desgobernante a una persona tan, pero tan, tonta.

Qué entenderá por civil Calderón. Porque es obvio que civiles son todos los ejecutados y asesinados y desaparecidos que no son policías o militares. Más allá de que en todo caso, dado el número de asesinados, de uno y del otro lado, si se pudieran tratar las ejecuciones como cuestiones de sumas y restas, que es lo que lo lleva a hacer esa declaración, que lo ubica como el gobernante, que aunque no usurpara, tampoco tendría el tamaño para ser ni bedel de la Presidencia. Daños colaterales, que incluso en los términos cuantitativos que como referencia usa Calderón para justificar la sandez sin sentido de su dicho, serían los de las muertes de los militares y de los policías. Porque los civiles ya pasan de veinte mil en tan sólo tres años.

También muertes lamentables las de policías y las de militares. La muerte no natural, en general, siempre es lamentable. Y más aún cuando la muerte tiene el contenido de absurdez que la apropiación ilegal de la vida del otro ha adquirido en México, por parte de un usurpador, que se sabe ilegítimo, y quien también ha demostrado que tiene alma de asesino. No cualquiera. Como Franco, aunque a Franco fuera mucho más inteligente y bastante menos corrupto.

Daños colaterales serían los de los policías y los militares, si el ejercicio pudiera ser reducido a un problema de sumas y restas. Amén de que no son lo mismo unas muertes que las otras y si, como los generales reconocen, el ejército “es sacado a la calle para matar”, no puede, en estricto derecho, exigir que el otro a él no lo mate, cuestión de lógica elemental incluso. Equivocado también en ese sentido está el Ejército. Su salida a la calle, si algún sentido hubiera tenido, habría sido el de desanimar. Pero aceptó convertirse en protector de “El Chapo”, matando a sus contrincantes para hacerlo, lo que nada tiene que ver tampoco con una guerra contra el narcotráfico y hoy acepta mantenerse en la calle, con todas las garantías de su lado, legalizando lo ilegal y lo ilegítimo, a sabiendas de que lo que se quiere es usarlo para reprimir al pueblo. Todos harían bien en ponerse un bozal.

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