"Los Zetas" y sus narcomantas contra Calderón y "El Chapo"
Proceso: Jorge Carrasco Araizaga
MÉXICO, D.F., (Proceso).- En su batida contra el narcotráfico el gobierno federal ha dado algunos golpes que difunde con espectacularidad. Sin embargo, mueve a suspicacia el hecho de que las bandas combatidas sean precisamente enemigas y competidoras de El Chapo Guzmán, “el capo del sexenio”. En los nueve años de gobierno panista no se realizado ninguna acción significativa en contra de los intereses de este narcotraficante y la organización que encabeza.
La discutida estrategia del gobierno de Felipe Calderón contra el narcotráfico se torna insostenible cuando de Joaquín El Chapo Guzmán Loera se trata.
Desde que se fugó del penal de Puente Grande, en Jalisco, el 19 de enero de 2001, el narcotraficante sinaloense transita a sus anchas por el país, al amparo de un gran aparato de protección. Es el prófugo más famoso de las presidencias panistas.
En cuanto burló la cárcel El Chapo se fue a la playa, en la costa de Michoacán. Habitantes del municipio de Aquila lo vieron en La Privada, un exclusivo club residencial localizado en una bahía de la costa central del Pacífico. En este lugar también buscaron refugio, en su momento, Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, y Javier Arellano Félix, El Tigrillo.
“Cuando estaba la noticia en la televisión (sobre la fuga de El Chapo), por acá había una presencia inusual de militares y de policías en los alrededores”, relataron habitantes de la región a Proceso (Edición Especial No. 25, El México Narco, segunda parte).
En esa zona de la costa michoacana se localiza El Tamarindillo, otra privilegiada bahía de la que el expresidente Vicente Fox y su esposa, Marta Sahagún, pretenden adueñarse y que no ha sido ajena al trasiego de cocaína (Proceso 1694).
Unas semanas después de que Fox asumió la presidencia, El Chapo se le fugó al responsable de los penales de máxima seguridad, el entonces subsecretario de seguridad Pública, Jorge Tello Peón, actual secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Desde el inicio de su gestión, Calderón tuvo a Tello como su asesor externo. Fue hasta 2008 cuando comenzó a trabajar formalmente en la Presidencia, y desde marzo de 2009 lo integró a su gabinete.
Identificado como “el capo del panismo”, El Chapo no sólo se mueve en lugares públicos, sino que aparece en el lugar 701 en la lista que publica Forbes sobre los hombres más ricos del mundo.
Tanta fama y visibilidad la han utilizado en su contra sus enemigos en el mundo del narcotráfico. Por ejemplo, el jueves 11, en una demostración de coordinación y despliegue territorial, manos que identificaron como de Los Zetas colocaron 44 mantas en 26 ciudades de siete estados del país para reclamarle al gobierno de Calderón su presunta protección a El Chapo.
Este grupo, integrado por desertores de cuerpos de élite del Ejército y que desde finales de 2008 se escindió del cártel del Golfo, colocó las mantas en entidades donde tiene presencia: Nuevo León, Sinaloa, Tamaulipas, Coahuila, Veracruz, Tabasco y Quintana Roo.
Los mensajes responsabilizan a El Chapo de las recientes matanzas de jóvenes en Torreón, Coahuila, y Ciudad Juárez, Chihuahua.
A diferencia de la narcopropaganda dirigida a autoridades o a cárteles enemigos, en esta ocasión las mantas se presentaron como “una carta a la ciudadanía”.
Según Los Zetas, las órdenes de las masacres salieron de Durango y Culiacán. Además, acusan al gobierno de Calderón de arremeter sólo contra los narcotraficantes enemigos del capo sinaloense.
MÉXICO, D.F., (Proceso).- En su batida contra el narcotráfico el gobierno federal ha dado algunos golpes que difunde con espectacularidad. Sin embargo, mueve a suspicacia el hecho de que las bandas combatidas sean precisamente enemigas y competidoras de El Chapo Guzmán, “el capo del sexenio”. En los nueve años de gobierno panista no se realizado ninguna acción significativa en contra de los intereses de este narcotraficante y la organización que encabeza.
La discutida estrategia del gobierno de Felipe Calderón contra el narcotráfico se torna insostenible cuando de Joaquín El Chapo Guzmán Loera se trata.
Desde que se fugó del penal de Puente Grande, en Jalisco, el 19 de enero de 2001, el narcotraficante sinaloense transita a sus anchas por el país, al amparo de un gran aparato de protección. Es el prófugo más famoso de las presidencias panistas.
En cuanto burló la cárcel El Chapo se fue a la playa, en la costa de Michoacán. Habitantes del municipio de Aquila lo vieron en La Privada, un exclusivo club residencial localizado en una bahía de la costa central del Pacífico. En este lugar también buscaron refugio, en su momento, Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, y Javier Arellano Félix, El Tigrillo.
“Cuando estaba la noticia en la televisión (sobre la fuga de El Chapo), por acá había una presencia inusual de militares y de policías en los alrededores”, relataron habitantes de la región a Proceso (Edición Especial No. 25, El México Narco, segunda parte).
En esa zona de la costa michoacana se localiza El Tamarindillo, otra privilegiada bahía de la que el expresidente Vicente Fox y su esposa, Marta Sahagún, pretenden adueñarse y que no ha sido ajena al trasiego de cocaína (Proceso 1694).
Unas semanas después de que Fox asumió la presidencia, El Chapo se le fugó al responsable de los penales de máxima seguridad, el entonces subsecretario de seguridad Pública, Jorge Tello Peón, actual secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Desde el inicio de su gestión, Calderón tuvo a Tello como su asesor externo. Fue hasta 2008 cuando comenzó a trabajar formalmente en la Presidencia, y desde marzo de 2009 lo integró a su gabinete.
Identificado como “el capo del panismo”, El Chapo no sólo se mueve en lugares públicos, sino que aparece en el lugar 701 en la lista que publica Forbes sobre los hombres más ricos del mundo.
Tanta fama y visibilidad la han utilizado en su contra sus enemigos en el mundo del narcotráfico. Por ejemplo, el jueves 11, en una demostración de coordinación y despliegue territorial, manos que identificaron como de Los Zetas colocaron 44 mantas en 26 ciudades de siete estados del país para reclamarle al gobierno de Calderón su presunta protección a El Chapo.
Este grupo, integrado por desertores de cuerpos de élite del Ejército y que desde finales de 2008 se escindió del cártel del Golfo, colocó las mantas en entidades donde tiene presencia: Nuevo León, Sinaloa, Tamaulipas, Coahuila, Veracruz, Tabasco y Quintana Roo.
Los mensajes responsabilizan a El Chapo de las recientes matanzas de jóvenes en Torreón, Coahuila, y Ciudad Juárez, Chihuahua.
A diferencia de la narcopropaganda dirigida a autoridades o a cárteles enemigos, en esta ocasión las mantas se presentaron como “una carta a la ciudadanía”.
Según Los Zetas, las órdenes de las masacres salieron de Durango y Culiacán. Además, acusan al gobierno de Calderón de arremeter sólo contra los narcotraficantes enemigos del capo sinaloense.