Resquebrajamiento
Manuel Mejido
* En Los Pinos están decididos a atacar las estructuras priístas
* Calderón no perdona a sus coterráneos que el PAN no los gobierne
* El desempleo por la influenza y la inseguridad ¿por la oposición?
Si el presidente Calderón desconfía de los gobernantes que le ayudan en el combate a la inseguridad y sólo cree en sus asesores, seguro perderá la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico. De ahora en adelante ningún mandatario estatal solicitará apoyo, por temor a no ser advertido del grado de inseguridad y corrupción que priva en su rededor, como anteayer ocurrió a Leonel Godoy.
Felipe Calderón al no avisarle al gobernador de Michoacán, primero que la delincuencia organizada había infiltrado los distintos niveles de la administración local y, después, que la PFP, la PGR y el Ejército realizarían un operativo para detener a 10 alcaldes (cinco del PRI, dos del PRD, dos del PAN y uno que llegó al cargo por una coalición PRI-PAN-Partido Verde, pero de militancia priísta), dos asesores y hasta un juez de circuito estatales, el primer mandatario demostró que sólo confía en sí mismo y en un reducido círculo.
Los genios de Los Pinos están orgullosos porque, según ellos, nunca se había realizado una detención de tantos funcionarios públicos en un mismo día, por el mismo delito ni en el mismo operativo. Los resultados parecieran positivos, pero, pasada la euforia habrá que ubicarlos en su justa dimensión.
Si el crimen organizado y el narcotráfico penetró los altos mandos de las corporaciones controladas por el Gobierno de la República, ¿qué esperar de las autoridades estatales, donde los policías venden protección a los delincuentes a cambio de unos pesos o de salvar la vida, en muchos otros casos?
Antes no había estos operativos porque la corrupción y la impunidad se quedaba en los mandos de más bajo rango.
Pareciera que a últimas fechas lo malo únicamente ocurre en entidades gobernadas por la oposición. A finales de abril la Ciudad de México fue invadida por un mortal virus que atemorizó a la Nación y "desapareció" dos semanas después. Hace 12 días, en Cieneguillas, Zacatecas, se fugaron 53 reos sin hacer un solo disparo, con la complicidad de celadores y custodios. Ahora, tocó el turno a Michoacán, cuna del cardenismo y segundo bastión perredista, después de la Ciudad de México.
¿Acaso en Guanajuato, Jalisco, San Luis Potosí, Baja California, Querétaro, Aguascalientes o Morelos no hay virus, narcotráfico, corrupción ni impunidad? ¿O a esas entidades aún no llegan los delincuentes porque las gobierna el PAN?
Sin duda, la detención de los 10 alcaldes y funcionarios michoacanos es un claro signo del sesgo partidista que adquirió la lucha emprendida, desde el inicio de su sexenio y acrecentada cinco semanas antes de la próxima elección del 5 de julio, por el presidente panista Felipe Calderón en contra del narcotráfico y el crimen organizado, que ha dado pírricos resultados y que desgastó su imagen y la de su partido ante los electores.
El mapa político michoacano se conforma de la siguiente manera: El PRD no sólo gobierna en la entidad. También tiene el control del Congreso estatal. En cambio el PRI, segunda fuerza en el recinto legislativo de Morelia, cuenta con 74 de los 113 municipios, el partido del Sol Azteca 30, el PAN, ocho y uno el PT.
Por tal motivo podría resultar lógico que la mayoría de los alcaldes aprehendidos sean de extracción priísta. Además, el presidente de la República está molesto con sus coterráneos por haber perdido la gubernatura en 1995. Después, el 2 de julio de 2006, cuando era el candidato presidencial panista, fue derrotado en las urnas tanto en el estado como en Morelia, la ciudad donde nació Calderón y que es controlada por el tricolor.
De las partes que integran la República, las municipalidades son el eslabón más pequeño, el más cercano al pueblo y, al mismo tiempo, el más olvidado tanto por los legisladores como por el Presidente. El trabajo que desarrolla un alcalde llega directo a la gente y en base a él, los ciudadanos deciden su voto.
Al ganar una elección, los diputados, tanto locales como federales, y los senadores se esconden en sus recintos legislativos; los gobernadores en sus palacios de gobierno y el primer mandatario, en Los Pinos. Para los ciudadanos, el lugar más cercano para ser escuchados es la presidencia municipal y el político de más fácil acceso, es el regidor.
Cinco semanas antes de la próxima elección, era necesario debilitar las alcaldías, el engranaje de mayor importancia política de la maquinaria del Estado, dominado por el PRI (convertido en el principal enemigo de Los Pinos) que tiene el control de mil 438 de las dos mil 440 presidencias municipales en todo el país.
Pasadas 48 horas después de la detención, nadie conoce cuáles son los delitos que la PGR le imputa a los presidentes municipales aprehendidos, sólo que "presuntamente" encubrían a delincuentes de la llamada "Familia Michoacana". Pero como siempre ocurre en México, primero se les detiene por conveniencia política, después se les averigua para, posteriormente, dejarlos en libertad.
En Los Pinos esperan ansiosamente los resultados de las próximas encuestas porque confían que la popularidad del presidente Calderón aumente luego de que el electorado lo deslindó (según sus asesores) de la crisis económica y el despido masivo de trabajadores y, en su lugar, responsabilizó al virus A/H1N1 de la catástrofe laboral.
Quienes hablan con Felipe Calderón le aseguran que los mexicanos advierten una mejoría en la seguridad pública, menos delincuencia y narcotráfico. Si el primer mandatario se acercara más al pueblo, sabría en quienes confiar y que hasta ayer se habían cometido ocho mil 574 asesinatos desde el 1 de diciembre de 2006, ligados al narcotráfico y el crimen organizado.
* En Los Pinos están decididos a atacar las estructuras priístas
* Calderón no perdona a sus coterráneos que el PAN no los gobierne
* El desempleo por la influenza y la inseguridad ¿por la oposición?
Si el presidente Calderón desconfía de los gobernantes que le ayudan en el combate a la inseguridad y sólo cree en sus asesores, seguro perderá la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico. De ahora en adelante ningún mandatario estatal solicitará apoyo, por temor a no ser advertido del grado de inseguridad y corrupción que priva en su rededor, como anteayer ocurrió a Leonel Godoy.
Felipe Calderón al no avisarle al gobernador de Michoacán, primero que la delincuencia organizada había infiltrado los distintos niveles de la administración local y, después, que la PFP, la PGR y el Ejército realizarían un operativo para detener a 10 alcaldes (cinco del PRI, dos del PRD, dos del PAN y uno que llegó al cargo por una coalición PRI-PAN-Partido Verde, pero de militancia priísta), dos asesores y hasta un juez de circuito estatales, el primer mandatario demostró que sólo confía en sí mismo y en un reducido círculo.
Los genios de Los Pinos están orgullosos porque, según ellos, nunca se había realizado una detención de tantos funcionarios públicos en un mismo día, por el mismo delito ni en el mismo operativo. Los resultados parecieran positivos, pero, pasada la euforia habrá que ubicarlos en su justa dimensión.
Si el crimen organizado y el narcotráfico penetró los altos mandos de las corporaciones controladas por el Gobierno de la República, ¿qué esperar de las autoridades estatales, donde los policías venden protección a los delincuentes a cambio de unos pesos o de salvar la vida, en muchos otros casos?
Antes no había estos operativos porque la corrupción y la impunidad se quedaba en los mandos de más bajo rango.
Pareciera que a últimas fechas lo malo únicamente ocurre en entidades gobernadas por la oposición. A finales de abril la Ciudad de México fue invadida por un mortal virus que atemorizó a la Nación y "desapareció" dos semanas después. Hace 12 días, en Cieneguillas, Zacatecas, se fugaron 53 reos sin hacer un solo disparo, con la complicidad de celadores y custodios. Ahora, tocó el turno a Michoacán, cuna del cardenismo y segundo bastión perredista, después de la Ciudad de México.
¿Acaso en Guanajuato, Jalisco, San Luis Potosí, Baja California, Querétaro, Aguascalientes o Morelos no hay virus, narcotráfico, corrupción ni impunidad? ¿O a esas entidades aún no llegan los delincuentes porque las gobierna el PAN?
Sin duda, la detención de los 10 alcaldes y funcionarios michoacanos es un claro signo del sesgo partidista que adquirió la lucha emprendida, desde el inicio de su sexenio y acrecentada cinco semanas antes de la próxima elección del 5 de julio, por el presidente panista Felipe Calderón en contra del narcotráfico y el crimen organizado, que ha dado pírricos resultados y que desgastó su imagen y la de su partido ante los electores.
El mapa político michoacano se conforma de la siguiente manera: El PRD no sólo gobierna en la entidad. También tiene el control del Congreso estatal. En cambio el PRI, segunda fuerza en el recinto legislativo de Morelia, cuenta con 74 de los 113 municipios, el partido del Sol Azteca 30, el PAN, ocho y uno el PT.
Por tal motivo podría resultar lógico que la mayoría de los alcaldes aprehendidos sean de extracción priísta. Además, el presidente de la República está molesto con sus coterráneos por haber perdido la gubernatura en 1995. Después, el 2 de julio de 2006, cuando era el candidato presidencial panista, fue derrotado en las urnas tanto en el estado como en Morelia, la ciudad donde nació Calderón y que es controlada por el tricolor.
De las partes que integran la República, las municipalidades son el eslabón más pequeño, el más cercano al pueblo y, al mismo tiempo, el más olvidado tanto por los legisladores como por el Presidente. El trabajo que desarrolla un alcalde llega directo a la gente y en base a él, los ciudadanos deciden su voto.
Al ganar una elección, los diputados, tanto locales como federales, y los senadores se esconden en sus recintos legislativos; los gobernadores en sus palacios de gobierno y el primer mandatario, en Los Pinos. Para los ciudadanos, el lugar más cercano para ser escuchados es la presidencia municipal y el político de más fácil acceso, es el regidor.
Cinco semanas antes de la próxima elección, era necesario debilitar las alcaldías, el engranaje de mayor importancia política de la maquinaria del Estado, dominado por el PRI (convertido en el principal enemigo de Los Pinos) que tiene el control de mil 438 de las dos mil 440 presidencias municipales en todo el país.
Pasadas 48 horas después de la detención, nadie conoce cuáles son los delitos que la PGR le imputa a los presidentes municipales aprehendidos, sólo que "presuntamente" encubrían a delincuentes de la llamada "Familia Michoacana". Pero como siempre ocurre en México, primero se les detiene por conveniencia política, después se les averigua para, posteriormente, dejarlos en libertad.
En Los Pinos esperan ansiosamente los resultados de las próximas encuestas porque confían que la popularidad del presidente Calderón aumente luego de que el electorado lo deslindó (según sus asesores) de la crisis económica y el despido masivo de trabajadores y, en su lugar, responsabilizó al virus A/H1N1 de la catástrofe laboral.
Quienes hablan con Felipe Calderón le aseguran que los mexicanos advierten una mejoría en la seguridad pública, menos delincuencia y narcotráfico. Si el primer mandatario se acercara más al pueblo, sabría en quienes confiar y que hasta ayer se habían cometido ocho mil 574 asesinatos desde el 1 de diciembre de 2006, ligados al narcotráfico y el crimen organizado.