Para las políticas antipopulares, ni un solo voto
Martín Esparza
¿Qué espera de los electores, el próximo 5 de julio, el grupo panista en el poder? La interrogante tiene importancia porque grandes franjas de ciudadanos se proponen no votar por el panismo, y otras, dejando de lado el abstencionismo, planeado al menos desde hace tres años, acudirán a las urnas para votar en contra y cerrarle el acceso a los espacios políticos en disputa. El abstencionismo, que muchos electores no terminan de dilucidar a quién beneficia, para votar o no, puede ser el gran triunfador en las próximas elecciones. El partido en el poder no da muestras de nerviosismo, pero debe tenerlo.
La política panista se ha distinguido por dar la espalda a los intereses, necesidades y derechos de las mayorías y se ha mostrado obsequiosa con los poderosos, sean nacionales o extranjeros. La clase trabajadora ha observado muy bien, por ejemplo, la forma como las instituciones del Estado han sido utilizadas para perseguir al sindicato minero y a sus dirigentes, todo con el propósito de favorecer a una de las familias más ricas del país, poseedora de minas y un sinfín de negocios. Los contratos de todo tipo con empresas extranjeras, instrumentos de saqueo de la riqueza nacional, son frecuentemente denunciados por la evidencia de sobornos millonarios. Los panistas ni se inmutan.
Los gobiernos panistas han mostrado su incapacidad en los tres niveles de gobierno, pero no sólo se han distinguido por su incompetencia, también por utilizar de manera irregular los fondos públicos, cuando no por disponer o permitir la disposición personal de ellos. Ya no extraña saber que un gobernador, funcionarios estatales o un presidente municipal tienen salarios semejantes a los del Ejecutivo. En el nivel federal los ingresos pueden ser superiores.
Pero donde el partido en el poder encontrará la respuesta a sus políticas antipopulares, con poco o mucho abstencionismo, será en el seno de la mayoritaria clase trabajadora. Entonces sabrá que por el desempleo masivo, los topes a los salarios y el abatimiento de su capacidad adquisitiva, la carestía de los artículos de consumo popular y la inflación que se dejan crecer sin freno, el abatimiento del gasto social, la ineficacia de los servicios médicos y hospitalarios, la inseguridad, el crecimiento de la delincuencia y de los cuerpos represivos, la privación de derechos y el retorcimiento de las leyes, por todo eso y mucho más, no tendrá el voto popular.
El PAN tendrá el voto de su vieja clientela cautiva, sí, pero de la clase trabajadora consciente no obtendrá ninguno.
¿Qué espera de los electores, el próximo 5 de julio, el grupo panista en el poder? La interrogante tiene importancia porque grandes franjas de ciudadanos se proponen no votar por el panismo, y otras, dejando de lado el abstencionismo, planeado al menos desde hace tres años, acudirán a las urnas para votar en contra y cerrarle el acceso a los espacios políticos en disputa. El abstencionismo, que muchos electores no terminan de dilucidar a quién beneficia, para votar o no, puede ser el gran triunfador en las próximas elecciones. El partido en el poder no da muestras de nerviosismo, pero debe tenerlo.
La política panista se ha distinguido por dar la espalda a los intereses, necesidades y derechos de las mayorías y se ha mostrado obsequiosa con los poderosos, sean nacionales o extranjeros. La clase trabajadora ha observado muy bien, por ejemplo, la forma como las instituciones del Estado han sido utilizadas para perseguir al sindicato minero y a sus dirigentes, todo con el propósito de favorecer a una de las familias más ricas del país, poseedora de minas y un sinfín de negocios. Los contratos de todo tipo con empresas extranjeras, instrumentos de saqueo de la riqueza nacional, son frecuentemente denunciados por la evidencia de sobornos millonarios. Los panistas ni se inmutan.
Los gobiernos panistas han mostrado su incapacidad en los tres niveles de gobierno, pero no sólo se han distinguido por su incompetencia, también por utilizar de manera irregular los fondos públicos, cuando no por disponer o permitir la disposición personal de ellos. Ya no extraña saber que un gobernador, funcionarios estatales o un presidente municipal tienen salarios semejantes a los del Ejecutivo. En el nivel federal los ingresos pueden ser superiores.
Pero donde el partido en el poder encontrará la respuesta a sus políticas antipopulares, con poco o mucho abstencionismo, será en el seno de la mayoritaria clase trabajadora. Entonces sabrá que por el desempleo masivo, los topes a los salarios y el abatimiento de su capacidad adquisitiva, la carestía de los artículos de consumo popular y la inflación que se dejan crecer sin freno, el abatimiento del gasto social, la ineficacia de los servicios médicos y hospitalarios, la inseguridad, el crecimiento de la delincuencia y de los cuerpos represivos, la privación de derechos y el retorcimiento de las leyes, por todo eso y mucho más, no tendrá el voto popular.
El PAN tendrá el voto de su vieja clientela cautiva, sí, pero de la clase trabajadora consciente no obtendrá ninguno.