Títere Sin Cabeza
Indice Político
ESTOY AZORADO. ME he despertado optimista, pero apenas degusto el primer café y ya leo en los diarios matutinos de la capital nacional frases lapidarias, descripciones exactas, de la coyuntura por la que atraviesa la República y la actitud que frente a ella adopta el ocupante de Los Pinos a quien le han dicho "presidente por accidente", "porque iba pasando frente a la panadería" y, por tal, sin proyecto para definir el rumbo que seguiría el país "que iba a gobernar Andrés Manuel López Obrador y no Felipe Calderón". Y quien se lo dice (Felipe Díaz Garza; Reforma, 29/03/2007), no es precisamente un prosélito de AMLO.
En las mismas planas leo a mi admirado amigo René Delgado, quien intitula a su indispensable colaboración sabatina con cuatro demoledoras palabras: "Un gobierno sin iniciativa". Y apenas en el segundo párrafo, antes de demostrar palmariamente lo que bien describe, apunta: "Nadie dice nada, nadie fija postura, nadie asume responsabilidades y, en la apariencia, la agenda de gobierno la fijan las oposiciones o incluso algunos gobiernos extranjeros." Y eso que por su independencia, claro, René no ha sido uno de los intelectuales invitados por AMLO a formar parte de los comités de defensa de nuestro petróleo.
En Milenio, Carlos Puig es preciso y sucinto: "El peor resultado posible del lío energético para los próximos años es que la Presidencia se sigue haciendo pequeña, débil. Un año y medio de sexenio y quedan pocas dudas de que ése es el estilo personal de Calderón. Evitar el conflicto y etiquetarlo como voluntad democrática, a costa de perder margen de maniobra." Evidentemente, el señor Puig, tampoco pertenece a la claque que acude al Zócalo cada una de las ocasiones en las que AMLO es el convocante. Se trata, también, de un periodista crítico e independiente.
El editorial de El Universal –uno de los pocos diarios nacionales que aún mantienen esta sección, en la que los propietarios del medio fijan su posición ante circunstancias y personajes— también es rotundo: "El debate sobre la reforma energética va rumbo a su muerte antes, incluso, de haberse abierto una discusión seria y de fondo, teniendo como base una propuesta gubernamental. Nada. Esta falta de visión, a futuro, nos puede costar muy caro como país." Por supuesto, usted tampoco se enterará nunca de que el editor Juan Francisco Ealy, sea un archienemigo del régimen en turno. Para nada.
¿Qué sucede? ¿Se trata de un problema de comunicación entre la administración calderonista y la sociedad? ¿Es efectivamente un problema político?
Ni duda cabe. Se trata ya de una muy grave complicación política que vive el país. Y esta quedó definida desde la semana anterior, cuando el senador Manlio Fabio Beltrones dio la voz de alerta: "la ausencia de proyecto, la incapacidad de entender que las cosas no se arreglan solas, que gobernar no significa navegar sin rumbo, han llevado al gobierno a la indefinición y el titubeo…"
Y a partir de entonces, la sociedad no ha dejado "títere sin cabeza".
Grave, ¿o no?
ESTOY AZORADO. ME he despertado optimista, pero apenas degusto el primer café y ya leo en los diarios matutinos de la capital nacional frases lapidarias, descripciones exactas, de la coyuntura por la que atraviesa la República y la actitud que frente a ella adopta el ocupante de Los Pinos a quien le han dicho "presidente por accidente", "porque iba pasando frente a la panadería" y, por tal, sin proyecto para definir el rumbo que seguiría el país "que iba a gobernar Andrés Manuel López Obrador y no Felipe Calderón". Y quien se lo dice (Felipe Díaz Garza; Reforma, 29/03/2007), no es precisamente un prosélito de AMLO.
En las mismas planas leo a mi admirado amigo René Delgado, quien intitula a su indispensable colaboración sabatina con cuatro demoledoras palabras: "Un gobierno sin iniciativa". Y apenas en el segundo párrafo, antes de demostrar palmariamente lo que bien describe, apunta: "Nadie dice nada, nadie fija postura, nadie asume responsabilidades y, en la apariencia, la agenda de gobierno la fijan las oposiciones o incluso algunos gobiernos extranjeros." Y eso que por su independencia, claro, René no ha sido uno de los intelectuales invitados por AMLO a formar parte de los comités de defensa de nuestro petróleo.
En Milenio, Carlos Puig es preciso y sucinto: "El peor resultado posible del lío energético para los próximos años es que la Presidencia se sigue haciendo pequeña, débil. Un año y medio de sexenio y quedan pocas dudas de que ése es el estilo personal de Calderón. Evitar el conflicto y etiquetarlo como voluntad democrática, a costa de perder margen de maniobra." Evidentemente, el señor Puig, tampoco pertenece a la claque que acude al Zócalo cada una de las ocasiones en las que AMLO es el convocante. Se trata, también, de un periodista crítico e independiente.
El editorial de El Universal –uno de los pocos diarios nacionales que aún mantienen esta sección, en la que los propietarios del medio fijan su posición ante circunstancias y personajes— también es rotundo: "El debate sobre la reforma energética va rumbo a su muerte antes, incluso, de haberse abierto una discusión seria y de fondo, teniendo como base una propuesta gubernamental. Nada. Esta falta de visión, a futuro, nos puede costar muy caro como país." Por supuesto, usted tampoco se enterará nunca de que el editor Juan Francisco Ealy, sea un archienemigo del régimen en turno. Para nada.
¿Qué sucede? ¿Se trata de un problema de comunicación entre la administración calderonista y la sociedad? ¿Es efectivamente un problema político?
Ni duda cabe. Se trata ya de una muy grave complicación política que vive el país. Y esta quedó definida desde la semana anterior, cuando el senador Manlio Fabio Beltrones dio la voz de alerta: "la ausencia de proyecto, la incapacidad de entender que las cosas no se arreglan solas, que gobernar no significa navegar sin rumbo, han llevado al gobierno a la indefinición y el titubeo…"
Y a partir de entonces, la sociedad no ha dejado "títere sin cabeza".
Grave, ¿o no?