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jueves, 21 de febrero de 2008

Sofismas petroleros

Por Esto / Ricardo Monreal Avila

Está por librarse una nueva disputa por el petróleo y el gas mexicanos. Son nuestros principales recursos energéticos nacionales y nuestra principal riqueza. Está en curso un debate técnico, económico, jurídico, legislativo, pero ante todo, político. Sin embargo, predominan los sofismas, es decir, las verdades relativas con premisas absolutamente falsas. Es importante identificarlos para no considerarlos la última palabra.

De inicio, hay un consenso en el diagnóstico: Pemex, CFE y CLF necesitan modernizarse. El problema es cómo y con quién. Para unos, el camino es la privatización. Para otros es hacer eficientes las empresas públicas, sin modificar su régimen de propiedad nacional.

Sofisma 1: Pemex carece de recursos para modernizarse.

En los últimos cinco años, Pemex ha tenido los ingresos más altos en toda su historia. Ha generado anualmente un superávit de 60 mil millones de dólares, más del 6% del PIB. Es antieconómico e ilógico que, justo cuando mejor le va a Pemex, el gobierno la quiere vender, concesionar o asociarse con capital privado para desarrollar sectores estratégicos como la refinación, la transportación por ductos y la perforación en mar profundo.

Pemex es la segunda empresa petrolera con mayor flujo de efectivo en el planeta. Lo que acontece es que el gobierno le ha confiscado ese superávit al entregar al fisco 4 de cada 10 dólares que obtiene.

Sofisma 2: México sólo tiene reservas petroleras en mar profundo, en el Golfo de México, y la tecnología únicamente la poseen algunas empresas trasnacionales privadas.

El Instituto Mexicano del Petróleo tiene identificados más de 300 puntos puntos susceptibles de exploración en territorio nacional y aguas someras, cuyas reservas probables y posibles ascienden a 30 mil millones de barriles de crudo. En tres años estos puntos podrían estar produciendo petróleo. En cambio las reservas probables en mar profundo ascienden a 25 mil millones de barriles y se requiere 7 años para empezar a extraerlas.

La tecnología para la exploración en aguas profundas se encuentra disponible en mercado abierto. Se anuncian hasta por Internet. No requiere de contratos de riesgo ni de asociaciones desventajosas. Pemex tiene técnicos que se han capacitado en este campo con distintas empresas que actualmente perforan en el Mar del Norte, Brasil y Sudeste asiático. Todo indica que, ante el agotamiento de las reservas del Mar del Norte, las empresas norteamericanas y británicas que allí operan están presionando ahora para abrir el Golfo de México; especialmente la formación geológica marina conocida como el “hoyo de dona”.

Sofisma 3: El petróleo dejará de ser el principal energético en unos cuantos años. Fuentes “limpias” como el etanol, el hidrógeno, la energía solar, la energía eólica y hasta la energía nuclear desplazarán inevitablemente al petróleo, el cual es además el causante directo del calentamiento global. Cuando esto suceda, el petróleo mexicano tendrá valor cero.

En efecto, hay una transición energética a escala mundial, no sólo necesaria sino deseable. Pero es eso, una transición, no una revolución. Los mismos especialistas y técnicos que alientan esa transición reconocen que la demanda de energéticos petrolíferos y de gas seguirá en aumento. Se estima que en el 2020 será un 50% mayor que la actual. Y sólo a mediados de siglo empezaremos a ver su declive y la utilización a escala industrial de fuentes alternas de energía. Es decir, durante los próximos 40 a 50 años los hidrocarburos seguirán dominando el panorama energético. Es aquí donde Pemex, CFE y CLF pueden servir como palancas del desarrollo nacional, no como cotos privados para el provecho personal de unos cuantos.

Sofisma 4: Sin inversión privada, México seguirá importando gasolinas y gas a tal grado de convertirse en un importador neto de hidrocarburos en el 2010.

La reciente reforma fiscal le entregará a Pemex 150 mil millones de pesos, suficientes para construir en los próximos tres años tres nuevas refinerías. Con estas tres nuevas refinerías dejaríamos de importar gasolinas en el 2012. Por ello, no tiene sentido concesionar a particulares la refinación, porque si algo sabe hacer Pemex —y es autosuficiente en la materia— es construir y dar mantenimiento a las refinerías.

Sofisma 5: La tendencia mundial es a la apertura y a la asociación de empresas públicas con empresas privadas. Hasta Cuba lo está aplicando.

La privatización de sectores claves de Pemex va en sentido contrario al resto del mundo petrolero. Arabia Saudita, Argelia, Venezuela, Nigeria, Brasil y Noruega están modernizando y fortaleciendo sus empresas públicas, no las están vendiendo todo o en partes. El 70% de las reservas mundiales de petróleo pertenecen a empresas estatales, el 25% son mixtas (estado y particulares) y sólo un 5% son de empresas trasnacionales. El gobierno mexicano, en cambio, sólo tiene ojos para la vía privatizadora.

Sofisma 6: Si sólo el Estado mexicano se hace cargo de la modernización de Pemex, estará desviando recursos necesarios para el combate a la pobreza, la educación y la salud.

Este argumento no es un sofisma propiamente dicho, sino un chantaje descarado. No se vale que el gobierno federal chantajee con el argumento de la pobreza. Si el gobierno necesita más recursos para cumplir con sus programas sociales, que recorte primero su gasto corriente que es enorme, antes de vender Pemex en una especie de venta de garage. Tan sólo por excedentes petroleros, entre el 2004 y 2006 se recibieron 30 mil millones de dólares. ¿En qué se utilizaron? En altos sueldos de la burocracia, en seguros de gastos médicos privados, en jubilaciones millonarias, en obras faraónicas como la Megabiblioteca y en asignar prestaciones extraordinarias a los aliados políticos, como fue la devolución de impuestos y créditos fiscales a grandes corporativos privados.

Sofisma 7: Sólo mediante la privatización, en su modalidad de asociación con capital privado, se puede modernizar el sector energético.

Desafortunadamente, las privatizaciones en México no han sido para beneficiar a los mexicanos. Las privatizaciones en nuestro país son sinónimo de corrupción política, carestía de servicios, abusos a los consumidores e ineficacia económica. Ordeñan a las empresas privatizadas y luego las regresan al gobierno cuando no son rentables.

La reforma que están dispuestos a aprobar PAN y PRI no es para modernizar a las empresas públicas. Se puede y se debe modernizar Pemex, sin privatizarla. La reforma energética en realidad es para cumplir compromisos políticos y económicos del actual gobierno. Las petroleras internacionales están mirando al Golfo de México y el gobierno de Felipe Calderón está a punto de abrirles la puerta de par en par.