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miércoles, 2 de enero de 2008

Al Cardenal Con "Cariño"

Lic. Joel Sánchez Rodríguez

El cuestionado Cardenal, Arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, dio una muy buena nota de Navidad y Año Nuevo para los medios de comunicación, luego de que la noche del miércoles 19 de diciembre al oficiar una misa en la cárcel de mujeres de Santa Martha Acatitla en el Distrito Federal, sacara a flote su molestia porque se le mencione como presunto protector de pederastas y respondiera a sus críticos llamándolos “prostitutos” de la información.

Norberto Rivera ha sido denunciado legalmente ante la corte civil superior de los Ángeles, California, en la Unión Americana, de “encubrir los abusos sexuales cometidos por el sacerdote Nicolás Aguilar Rivera en contra de al menos 86 niños” en los Estados Unidos y en México, incluso por ello a principios de junio de este 2007, respondió al interrogatorio de un juzgado mexicano, hecho por los abogados de Joaquín Aguilar Méndez, uno de los niños atacados sexualmente, aunque ahora ya es un adulto.

Por ese hecho, la moralidad de Rivera Carrera ha sido severamente cuestionada dentro y fuera de la comunidad católica, algunos medios de comunicación han dado seguimiento puntual al asunto en el que se han visto involucrados otros afectados como Sergio Sánchez Merino, quien asegura que el Cardenal, trató de convencerlo para que no denunciara al cura pederasta, diciéndole que “ustedes olvidarán pronto lo que les hizo el padre Nicolás Aguilar Rivera; al rato ya ni se acordarán. Deben saber perdonarlo, el padre es un hombre enfermo”.

Pero no fue así, los agraviados no olvidaron ni perdonaron y llegado el momento acudieron ante las autoridades judiciales para denunciar al violador y a su encubridor, hecho de gran molestia para el purpurado, pues su nombre, -que no buen nombre-, ha sido objeto de severas críticas por la doble moral y doble rostro que muestra con su encubrimiento.

Sin embargo el sacerdote Rivera estando en la cárcel, aunque sea de visita, se lanzó contra los medios de comunicación que según él son “verdaderas prostitutas, verdaderos prostitutos de la comunicación que deshacen la fama de los demás” y acusó a los periodistas de incurrir en practicas que “no matan el cuerpo del otro, pero si de ser una víbora que mata la fama de los demás”.

El príncipe de la iglesia católica mexicana, no solo mostró con sus palabras la doble cara de quien pretende cuestionar la moral de otros antes que la propia, sino que exhibió su intolerancia ante la crítica que según él destruye la fama de los demás, como si los periodistas hubiesen incitado al clérigo Aguilar Rivera al delito para dañar su reputación.

Pero en sus afirmaciones el cardenal fue más allá de calificar a los periodistas de “prostitutos”, pues dijo de los comunicadores, que a estos no les importa si la gente es inocente o no y que “con su sentencia ellos juzgan, ellos sentencian, ellos condenan y para ellos [los periodistas] no hay más justicia que la que ellos dictan”.

Así en esos términos habló el representante de la iglesia católica en México, el “líder” de millones de católicos que amparado en una sotana, parece sentirse dueño de la verdad y de la autoridad para descalificar a quienes lo cuestionan, cuando son sus actos, los que le imputan los agraviados por un cura presunto violador, son los que lo descalifican a él, pues antes de “sentenciar” a los medios, primero debería aclarar su situación jurídica, para mostrar si tiene autoridad moral o no para hablar como lo hace y como lo hizo en la cárcel de mujeres.

Ciertamente el cardenal rectificó en sus palabras y a través del vocero de la arquidiócesis Hugo Valdemar Romero Ascensión, dijo que algunos medios de comunicación habían magnificado y tergiversado la interpretación de lo dicho por Rivera Carrera, quien para que no quedara duda de su intención, dijo afuera del penal de Santa Martha Acatitla cuando los reporteros le preguntaron si se refería a todos los medios, que “no, que son unos cuantos solamente, que no se puede generalizar” y que solo se refirió a algunos comunicadores.

Y efectivamente no se puede generalizar, porque si se pudiera, podría decirse que todos los curas son pederastas, violadores y sinvergüenzas, que prefieren proteger a un violador antes que a los niños, que son católicos por conveniencia pero que su verdadero Dios es el dinero y que se escudan en una sotana y falsa moral para hablar tonterías, ejercer su prepotencia e intolerancia, que viven en la opulencia e incumplen sus votos.

Pero no, no se puede generalizar, los sinvergüenzas y pederastas son solo unos cuantos y es a ellos a quienes las autoridades judiciales deben investigar, para que si acaso hay delitos que perseguir, estos no queden en la impunidad, bajo el capricho de una vestimenta religiosa.

A Rivera Carrera deben tomarsele en cuenta para su defensa los argumentos y pruebas que presente, pues es su derecho el poder defenderse como lo hace y seguramente seguirá haciéndolo.

Pero esa defensa debe hacerla ante los tribunales, no atacando con sus palabras a los medios de comunicación, porque las afirmaciones de que él siendo obispo de Tehuacán, Puebla, protegió al sacerdote Nicolás Aguilar Rivera, acusado de pederastia en agravio de decenas de niños cuando estaba adscrito a su diócesis en la sierra negra poblana, no son inventos de los periodistas que quieran dañar su fama o reputación, sino que son producto de un proceso legal del que hay constancias en los juzgados.

Norberto Rivera y su vocero Hugo Romero, han afirmado que todas las acusaciones se han hecho con la intención de sembrar odio contra el cardenal y hacerlo aparecer como un personaje siniestro, pero tampoco se le puede atribuir a la prensa ese actuar, pues agraviados de pederastia de diversos lugares y épocas, han integrado la Red de Sobrevivientes de Abusos de Sacerdotes (SNAP) y son sus integrantes quienes han denunciado los ataques por parte de los ensotanados y además lo han hecho ante las instancias legales correspondientes.

Por cierto que no estaría mal el saber, si es que hubo encubrimiento, cuales fueron los motivos para ello, pues la similitud entre los apellidos Rivera Carrera y Aguilar Rivera, podrían no ser nada más una coincidencia, pero ello corresponderá a las autoridades determinarlo.

Ante esta situación, los calificativos de Norberto Rivera Carrera contra los periodistas parecen ser un exceso, proveniente de alguien que al parecer no esta facultado por la moral para decirse atacado.

Finalmente en los términos en que lo diría el purpurado: Que lo perdone Dios, porque los periodistas, no creo.