2008: bienvenidos a la realidad
Serpientes y Escaleras
Con un aumento gradual a los precios de la gasolina, que ya empezó a impactar negativamente a la economía familiar, un panorama complicado para la macroeconomía por la recesión anunciada en la economía de Estados Unidos, y con una auténtica bomba de tiempo en el empobrecido campo nacional por la apertura de fronteras a productos agrícolas en el marco del TLCAN, los mexicanos vivimos un arranque de año que se presenta como todo un reto para el país.
Sin dejar de lado optimismo y buenos deseos, en los próximos días, conforme retorne la actividad productiva y termine el periodo vacacional de fin de año, el pulso de la República se sentirá agitado. Las palpitaciones ya comenzaron en forma de quejas individuales al momento de llenar el tanque del automóvil o de surtir la despensa.
Los paliativos oficiales, sean en forma de “pactos” de descuentos con las grandes tiendas departamentales o de discursos bienintencionados, no alcanzarán a frenar las escaladas de precios que iniciaron con el reetiquetado de mercancías en la última noche del año que se fue.
Por si las presiones a la economía familiar no fueran suficientes, la celebrada y reconocida solidez de la macroeconomía mexicana, con sus 10 años de estabilidad ininterrumpida, estará a prueba por la recesión económica que amenaza a la nación más poderosa del mundo, a la que nuestro sistema está estrechamente ligado.
La promesa del presidente Felipe Calderón de que no habrá “crisis” en nuestra economía aun cuando se deprimiera la estadounidense, tendrá que ir acompañada de acciones y estrategias puntuales y efectivas de fortalecimiento interno; porque los pronósticos de especialistas y analistas financieros, si bien no son del todo pesimistas, tampoco tienen el tono de “buen deseo” en el que quedaría el mensaje presidencial si no hay una política agresiva y contundente del gobierno federal para disminuir el impacto externo en la economía.
Pero de los tres grandes retos con los que arranca el año tal vez el impacto del aumento a las gasolinas y las turbulencias económicas no sean lo más difícil que enfrentará el gobierno y la sociedad. Las protestas de organizaciones cívicas y agrarias por la recién iniciada apertura comercial a productos agrícolas y alimenticios de Estados Unidos y Canadá han comenzado con el año y son la expresión de un problema que va a crecer y cuya solución se pospuso una y otra vez en los últimos 13 años.
Con la apertura total en maíz, frijol, azúcar, leche, flores y una serie de productos y alimentos que a partir del 1 de enero pueden entrar sin restricciones al mercado nacional, los desprotegidos productores agrícolas del país enfrentarán una feroz y desigual competencia que podría arrasar fácilmente con la mayor parte de un sector como el rural, que depende de los magros subsidios oficiales y de una agricultura temporalera y poco tecnificada.
¿Qué hará el gobierno ante las demandas de un conglomerado de productores agrupados en organismos como el Consejo Agrario Permanente, que ya empezaron a exigir un aumento en las políticas de subsidios frente a la competencia desleal que representan los millonarios apoyos que los gobiernos de Estados Unidos y Canadá entregan a sus productores agrícolas?
Los beneficios que traerá la apertura serán palpables sólo para un reducido sector de productores agrícolas exportadores y que desde hace años han aprovechado las ventajas del Tratado de Libre Comercio; pero esos beneficios palidecen ante el hecho de que la mayor parte de la población nacional que vive y subsiste del campo, se verá afectada, casi agredidas por la invasión de productos agrícolas extranjeros contra los que simplemente no puede competir ni en calidad ni en precio.
Si a la bomba de tiempo que de por sí serán las protestas y exigencias de los productores agrícolas, se añade el elemento político de los opositores al gobierno calderonista, la situación del agro realmente puede complicarse si no hay una atención pronta y eficiente de los reclamos que empiezan a multiplicarse por distintas regiones del país.
Así que en el convencionalismo de la época quisiéramos decir que el año que comienza será de bienestar, prosperidad y paz para el país; de hecho deseamos que así sea. Pero la terca realidad, que ya en estos últimos días de asueto empieza a asomarse y a incomodarnos el bolsillo, o a enseñarnos imágenes y voces de protestas y exigencias justas, nos dice que será un arranque de año complicado y quizás algo turbulento. Abrochémonos los cinturones y bienvenido 2008.
NOTAS INDISCRETAS… A los seis o siete aspirantes que llegaron a la recta final en la frustrada selección de consejeros del IFE nadie les comunicó oficialmente si, al reanudar las negociaciones interrumpidas por el desacuerdo de diciembre, sus nombres seguirán en la lista de candidatos o si los partidos piensan dar por cerrado el cuestionado proceso de elección y comenzar a negociar de cero. En todo caso a varios de esos nombres, entre los que se encontraban Benito Nacif, Carlos Sirvent, Genaro David Góngora, Lorenzo Córdova, Ezra Shabot o Marco Antonio Baños, se les ha escuchado decir que con ellos ya no cuenten en febrero y más de uno habla molesto de retirar su candidatura ante el desaseo y la forma tan burda con que se manejó el proceso de selección… Por cierto que a los perredistas que amenazan con que si el PRI y el PAN no aceptan al ministro Góngora Pimentel como presidente del IFE, ellos no aceptarán a ningún otro para ese cargo, alguien tendría que avisarles que el integrante de la Suprema Corte ya no quiere saber nada de sus aspiraciones al organismo electoral. ¿O acaso piensan en el PRD que el ministro podría volver a pedir otra licencia para arriesgarse a otro fracaso como al que lo expusieron hace unas semanas? Los dados arrancan el año con Escalera doble. Salud y prosperidad a los lectores.
Con un aumento gradual a los precios de la gasolina, que ya empezó a impactar negativamente a la economía familiar, un panorama complicado para la macroeconomía por la recesión anunciada en la economía de Estados Unidos, y con una auténtica bomba de tiempo en el empobrecido campo nacional por la apertura de fronteras a productos agrícolas en el marco del TLCAN, los mexicanos vivimos un arranque de año que se presenta como todo un reto para el país.
Sin dejar de lado optimismo y buenos deseos, en los próximos días, conforme retorne la actividad productiva y termine el periodo vacacional de fin de año, el pulso de la República se sentirá agitado. Las palpitaciones ya comenzaron en forma de quejas individuales al momento de llenar el tanque del automóvil o de surtir la despensa.
Los paliativos oficiales, sean en forma de “pactos” de descuentos con las grandes tiendas departamentales o de discursos bienintencionados, no alcanzarán a frenar las escaladas de precios que iniciaron con el reetiquetado de mercancías en la última noche del año que se fue.
Por si las presiones a la economía familiar no fueran suficientes, la celebrada y reconocida solidez de la macroeconomía mexicana, con sus 10 años de estabilidad ininterrumpida, estará a prueba por la recesión económica que amenaza a la nación más poderosa del mundo, a la que nuestro sistema está estrechamente ligado.
La promesa del presidente Felipe Calderón de que no habrá “crisis” en nuestra economía aun cuando se deprimiera la estadounidense, tendrá que ir acompañada de acciones y estrategias puntuales y efectivas de fortalecimiento interno; porque los pronósticos de especialistas y analistas financieros, si bien no son del todo pesimistas, tampoco tienen el tono de “buen deseo” en el que quedaría el mensaje presidencial si no hay una política agresiva y contundente del gobierno federal para disminuir el impacto externo en la economía.
Pero de los tres grandes retos con los que arranca el año tal vez el impacto del aumento a las gasolinas y las turbulencias económicas no sean lo más difícil que enfrentará el gobierno y la sociedad. Las protestas de organizaciones cívicas y agrarias por la recién iniciada apertura comercial a productos agrícolas y alimenticios de Estados Unidos y Canadá han comenzado con el año y son la expresión de un problema que va a crecer y cuya solución se pospuso una y otra vez en los últimos 13 años.
Con la apertura total en maíz, frijol, azúcar, leche, flores y una serie de productos y alimentos que a partir del 1 de enero pueden entrar sin restricciones al mercado nacional, los desprotegidos productores agrícolas del país enfrentarán una feroz y desigual competencia que podría arrasar fácilmente con la mayor parte de un sector como el rural, que depende de los magros subsidios oficiales y de una agricultura temporalera y poco tecnificada.
¿Qué hará el gobierno ante las demandas de un conglomerado de productores agrupados en organismos como el Consejo Agrario Permanente, que ya empezaron a exigir un aumento en las políticas de subsidios frente a la competencia desleal que representan los millonarios apoyos que los gobiernos de Estados Unidos y Canadá entregan a sus productores agrícolas?
Los beneficios que traerá la apertura serán palpables sólo para un reducido sector de productores agrícolas exportadores y que desde hace años han aprovechado las ventajas del Tratado de Libre Comercio; pero esos beneficios palidecen ante el hecho de que la mayor parte de la población nacional que vive y subsiste del campo, se verá afectada, casi agredidas por la invasión de productos agrícolas extranjeros contra los que simplemente no puede competir ni en calidad ni en precio.
Si a la bomba de tiempo que de por sí serán las protestas y exigencias de los productores agrícolas, se añade el elemento político de los opositores al gobierno calderonista, la situación del agro realmente puede complicarse si no hay una atención pronta y eficiente de los reclamos que empiezan a multiplicarse por distintas regiones del país.
Así que en el convencionalismo de la época quisiéramos decir que el año que comienza será de bienestar, prosperidad y paz para el país; de hecho deseamos que así sea. Pero la terca realidad, que ya en estos últimos días de asueto empieza a asomarse y a incomodarnos el bolsillo, o a enseñarnos imágenes y voces de protestas y exigencias justas, nos dice que será un arranque de año complicado y quizás algo turbulento. Abrochémonos los cinturones y bienvenido 2008.
NOTAS INDISCRETAS… A los seis o siete aspirantes que llegaron a la recta final en la frustrada selección de consejeros del IFE nadie les comunicó oficialmente si, al reanudar las negociaciones interrumpidas por el desacuerdo de diciembre, sus nombres seguirán en la lista de candidatos o si los partidos piensan dar por cerrado el cuestionado proceso de elección y comenzar a negociar de cero. En todo caso a varios de esos nombres, entre los que se encontraban Benito Nacif, Carlos Sirvent, Genaro David Góngora, Lorenzo Córdova, Ezra Shabot o Marco Antonio Baños, se les ha escuchado decir que con ellos ya no cuenten en febrero y más de uno habla molesto de retirar su candidatura ante el desaseo y la forma tan burda con que se manejó el proceso de selección… Por cierto que a los perredistas que amenazan con que si el PRI y el PAN no aceptan al ministro Góngora Pimentel como presidente del IFE, ellos no aceptarán a ningún otro para ese cargo, alguien tendría que avisarles que el integrante de la Suprema Corte ya no quiere saber nada de sus aspiraciones al organismo electoral. ¿O acaso piensan en el PRD que el ministro podría volver a pedir otra licencia para arriesgarse a otro fracaso como al que lo expusieron hace unas semanas? Los dados arrancan el año con Escalera doble. Salud y prosperidad a los lectores.