Tiendas de autoservicio se anticipan a la cuesta de enero
La Jornada
Un día bastó para que las tiendas de autoservicio aumentaran el precio de algunos de los productos de la canasta básica hasta en 250 por ciento, ante la cercanía de la Navidad y “protegerse” ante el anuncio de las autoridades federales de reducir el costo de 300 artículos en el primer trimestre del próximo año, para minimizar la cuesta de enero, con la entrada en vigor del denominado gasolinazo.
En un recorrido realizado por tres de las principales cadenas de autoservicio se observó un alza en el kilogramo del jitomate saladette y bola de entre 200 y 300 por ciento, al ubicarse entre 26 y 32 pesos, aunque la diferencia con el precio en la Central de Abasto, mercados y tianguis varían hasta en 500 puntos porcentuales, al cotizarse entre cinco y 10 pesos, aun cuando no se trata de un indicador de alza generalizada de verduras y hortalizas.
La situación, sin embargo, “se va a poner más difícil en los siguientes días, por lo que mejor llévese más, antes de que lo suban otro tanto”, comentó uno de los empleados de la tienda, ante el asombro y molestia de amas de casa que requerían una cantidad considerable del producto para su bacalao y, tan sólo un día antes, lo habían visto en 16 pesos el kilo, pero dejaron para después su compra.
Su malestar se acentúo al percatarse que otros productos seguían la misma tendencia: la cebolla pasó de cinco a 14 pesos y “mucha es china. No tiene sabor, jugo y no condimenta bien los alimentos”; el ajo subió de 19 a 47; el chile de árbol de 27 a 80; el serrano de 13 a 34.50, el nopal de 9.90 a 18.50 sin incluir las bolsas de cinco nopales baby que duplicaron su valor de cinco a 10 pesos; la papa alfa pasó de cinco a 15 y la criolla de 11 a 17; y los romeritos de 12 a 25 pesos.
Mientras el kilogramo de jícama subió de cinco a 12 pesos, la lima de ocho a 16, el limón de seis a 17, la mandarina y la naranja de tres a 7.50, el tamarindo de siete a 42, el tejocote de 10 a 25, la ciruela pasa de 24 a 64, las aceitunas de 34.50 a 70, las pasas de 15 a 44; el chile ancho, guajillo y pasilla para el adobo de la pierna o el mole de los romeritos creció de 30 a 120; y el camarón molido para el bacalao de 120 a 187.50 pesos.
“Es un robo. Uno trae cierto dinero para las compras de la cena de Navidad y resulta que debe disponer de dos o tres veces más de esa cantidad para hacerlo, pues los señores ya nos subieron los precios. Y eso que ayer se anunció un control de precios y que algunos productos iban a bajar. Otra mentira más, pero que nos pega, porque vivimos al día. Como vamos, mejor un pollo rostizado o tortas de jamón para celebrar”, señalaron algunas compradoras, quienes quedaron escandalizadas por esta alza.
La impotencia de que sus quejas surtieran efecto y bajaran los precios, como anuncian por los medios electrónicos estas tiendas, provocó se alejaran o compraran lo menos, con la esperanza de “hacer su despensa” en el mercado de la casa, el tianguis o la Central de Abasto, aunque “aquí corremos riesgos. Por un lado, la inseguridad que tiene y, por otro, el que nos robe el marchante, pero vamos a ver cómo le hacemos”, argumentaron.
Dicha situación contrastó con los precios ofertados en los mercados públicos y tianguis, los cuales se mantienen. La explicación: la reducción de las compras de la gente, porque “sólo aceptamos efectivo y no vales de despensa como las tiendas de autoservicio, pero ellas dan más caro y se encajan en esta temporada, cuando la gente tiene dinero y, a veces, no mide sus gastos”, dijeron.
Así que la llamada rebaja en 300 productos básicos, ante la entrada del gasolinazo, “se quedó sólo en palabras, como siempre, pegándonos nuevamente en los bolsillos”, comentaron algunos empleados de las tiendas, quienes reconocieron la retiquetación de alimentos. “Los dueños nunca van a perder, dicen que le entran a los programas de apoyo social, pero primero sacan sus ganancias y después ven con cuánto pueden apoyar”.
Un día bastó para que las tiendas de autoservicio aumentaran el precio de algunos de los productos de la canasta básica hasta en 250 por ciento, ante la cercanía de la Navidad y “protegerse” ante el anuncio de las autoridades federales de reducir el costo de 300 artículos en el primer trimestre del próximo año, para minimizar la cuesta de enero, con la entrada en vigor del denominado gasolinazo.
En un recorrido realizado por tres de las principales cadenas de autoservicio se observó un alza en el kilogramo del jitomate saladette y bola de entre 200 y 300 por ciento, al ubicarse entre 26 y 32 pesos, aunque la diferencia con el precio en la Central de Abasto, mercados y tianguis varían hasta en 500 puntos porcentuales, al cotizarse entre cinco y 10 pesos, aun cuando no se trata de un indicador de alza generalizada de verduras y hortalizas.
La situación, sin embargo, “se va a poner más difícil en los siguientes días, por lo que mejor llévese más, antes de que lo suban otro tanto”, comentó uno de los empleados de la tienda, ante el asombro y molestia de amas de casa que requerían una cantidad considerable del producto para su bacalao y, tan sólo un día antes, lo habían visto en 16 pesos el kilo, pero dejaron para después su compra.
Su malestar se acentúo al percatarse que otros productos seguían la misma tendencia: la cebolla pasó de cinco a 14 pesos y “mucha es china. No tiene sabor, jugo y no condimenta bien los alimentos”; el ajo subió de 19 a 47; el chile de árbol de 27 a 80; el serrano de 13 a 34.50, el nopal de 9.90 a 18.50 sin incluir las bolsas de cinco nopales baby que duplicaron su valor de cinco a 10 pesos; la papa alfa pasó de cinco a 15 y la criolla de 11 a 17; y los romeritos de 12 a 25 pesos.
Mientras el kilogramo de jícama subió de cinco a 12 pesos, la lima de ocho a 16, el limón de seis a 17, la mandarina y la naranja de tres a 7.50, el tamarindo de siete a 42, el tejocote de 10 a 25, la ciruela pasa de 24 a 64, las aceitunas de 34.50 a 70, las pasas de 15 a 44; el chile ancho, guajillo y pasilla para el adobo de la pierna o el mole de los romeritos creció de 30 a 120; y el camarón molido para el bacalao de 120 a 187.50 pesos.
“Es un robo. Uno trae cierto dinero para las compras de la cena de Navidad y resulta que debe disponer de dos o tres veces más de esa cantidad para hacerlo, pues los señores ya nos subieron los precios. Y eso que ayer se anunció un control de precios y que algunos productos iban a bajar. Otra mentira más, pero que nos pega, porque vivimos al día. Como vamos, mejor un pollo rostizado o tortas de jamón para celebrar”, señalaron algunas compradoras, quienes quedaron escandalizadas por esta alza.
La impotencia de que sus quejas surtieran efecto y bajaran los precios, como anuncian por los medios electrónicos estas tiendas, provocó se alejaran o compraran lo menos, con la esperanza de “hacer su despensa” en el mercado de la casa, el tianguis o la Central de Abasto, aunque “aquí corremos riesgos. Por un lado, la inseguridad que tiene y, por otro, el que nos robe el marchante, pero vamos a ver cómo le hacemos”, argumentaron.
Dicha situación contrastó con los precios ofertados en los mercados públicos y tianguis, los cuales se mantienen. La explicación: la reducción de las compras de la gente, porque “sólo aceptamos efectivo y no vales de despensa como las tiendas de autoservicio, pero ellas dan más caro y se encajan en esta temporada, cuando la gente tiene dinero y, a veces, no mide sus gastos”, dijeron.
Así que la llamada rebaja en 300 productos básicos, ante la entrada del gasolinazo, “se quedó sólo en palabras, como siempre, pegándonos nuevamente en los bolsillos”, comentaron algunos empleados de las tiendas, quienes reconocieron la retiquetación de alimentos. “Los dueños nunca van a perder, dicen que le entran a los programas de apoyo social, pero primero sacan sus ganancias y después ven con cuánto pueden apoyar”.