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lunes, 19 de noviembre de 2007

Simulaciones de un sacerdote

dora villalobos mendoza

Jimenez, Chih., 19 de noviembre (apro-cimac).- Rosario no pide que Rodolfo Jordán, "Fito", se haga cargo del sostenimiento de su hija. De hecho, su familia tiene una buena posición económica.

Tampoco espera que reconozca la paternidad de la niña, que le dé su apellido y que viva con ellas. Tiene claro que él no se quiere casar. Lo único que busca es que “Fito” deje de ejercer como sacerdote porque no está siendo honesto con Dios, con la Iglesia, con los feligreses, con su hija.

A Rosario le indigna que el obispo de Parral, Chihuahua, José Andrés Corral Arredondo, lejos de suspender a “Fito”, lo proteja al mandarlo a una parroquia de Guadalupe y Calvo para tratar de esconder la paternidad del sacerdote.

Además, le indigna que el arzobispo de Chihuahua, José Fernández Arteaga, diga que su hija es “producto del pecado”, cuando ella y “Fito” saben que “es producto del amor”.

Rosario --no es su nombre verdadero-- está convencida que no sólo ella se enamoró de él, sino que fue correspondida porque “Fito” le juró muchas veces que la amaba.

Y es que cuando ella estaba embarazada, su mamá habló con Corral Arredondo y Fernández Arteaga: les dijo que el papá de la criatura es el sacerdote Rodolfo Jordán y les pidió que lo suspendieran.

Rosario recuerda que su mamá se conmovió cuando habló con el obispo de Parral. "El pobre hombre lloró. Le afectó mucho que uno de sus sacerdotes haya incumplido sus votos", le comentó la señora cuando regresó de Parral, a donde fue a platicar con el obispo.

Corral Arredondo le prometió que actuaría de inmediato, que reprendería y suspendería al sacerdote. Pero no cumplió. La niña ya tiene más de un año y su padre sigue ejerciendo como sacerdote. Rosario no puede creer que un obispo mienta. "¿En manos de qué Iglesia estamos?", se pregunta.

También recuerda el trato frío que le dio el arzobispo de Chihuahua a su mamá cuando fue a la capital del estado para platicar con él. Fernández Arteaga le aclaró que no puede hacer nada porque el caso pertenece a la Diócesis de Parral.

Como las autoridades eclesiásticas de Chihuahua no atienden su petición, la mamá de Rosario viajó recientemente a Roma, donde habló con autoridades de El Vaticano, que le aseguraron que investigarán el caso y en un mes le darían una respuesta. Ahora espera que el más alto nivel de la Iglesia actúe conforme a los principios del catolicismo.

Además, cuestiona que Fernández Arteaga diga que un sacerdote puede seguir ejerciendo aunque haya procreado una hija; que eso no es importante para la Iglesia.

"¿Eso significa que los sacerdotes tienen permiso de la Iglesia para embarazar a jóvenes y no pasa nada?", señala.

Cuando la mamá de Rosario regresaba de Roma, casualmente coincidió en el avión con el arzobispo de Chihuahua. La señora lo enfrentó. Le preguntó si ya había informado a las autoridades eclesiásticas del caso. Y le reclamó que no hiciera nada al respecto.

Aunque aquí, en Jiménez, la gente sabe que “Fito” es el padre de su hija, fue esa vez que su mamá increpó a Fernández Arteaga cuando el caso llegó a los medios de comunicación.



Y cuando los periodistas le preguntaron lo ocurrido en el avión, decidió no callar más. Ella y su mamá están decididas a insistir ante las más altas autoridades eclesiásticas para que suspendan a “Fito” y “se acaben las simulaciones de un sacerdote que miente a sus feligreses”.

Recientemente ocurrió otro hecho que le ayudó a tomar la decisión de hacer público su caso. A través de los medios se enteró de que el obispo de Parral eligió a “Fito” para que participara de manera protagónica en una ceremonia donde estuvo el nuncio apostólico, Christofer Pierre.

Le quedó claro que Corral Arredondo no sólo mintió, sino que está decidido a sostener a “Fito” como sacerdote.

Sabe que “Fito” lleva una vida “desordenada” en Guadalupe y Calvo, ya que le han comentado que desatiende su parroquia, que se emborracha, que se relaciona con gente de mala imagen.

Con todo, Rosario no quiere que la victimicen, ni que la vean como la pobre muchacha despechada que espera a que regrese su hombre amado.

Aunque conocía a “Fito” desde hace años, fue hasta 2004 cuando empezaron a frecuentarse. El llegó de vacaciones de Monterrey cuando aún estaba en el seminario. Ella tiene un negocio que él frecuentaba. La coincidencia en el gusto por la música, el cine y la lectura los acercó más. Se hicieron buenos amigos.

Después, él regresó para quedarse. En ese tiempo no sabía si ya había salido del seminario. Aquí tomó clases con sacerdotes. Ahora se sabe que, en realidad, fue expulsado del Seminario de Monterrey, pero ignora las razones.

También se sabe que el obispo de Parral estaba enterado de que “Fito” fue expulsado del Seminario y aun así lo ordenó como sacerdote.

En cuanto llegó de Monterrey, la relación se hizo más intensa y se enamoraron. Él vivía en la casa parroquial de esta ciudad y ejercía como diácono.

Desde que la relación empezó, “Fito” le aseguró que no se ordenaría sacerdote. A ella no le importaba que ejerciera como diácono, porque sabe que muchos hombres casados son diáconos. Al contrario, lo apoyaba porque sabe que para él es importante la Iglesia. Nunca escondieron su relación. Ella tenía la ilusión de que se casarían.

De pronto, “Fito” cambió de parecer. Le anunció que se ordenaría de sacerdote, pero le dijo que seguía amándola. Ella le advirtió que si decidía ordenarse como sacerdote, terminaría su relación. Él entró en crisis. Unas veces decía que quería ser sacerdote y otras que se quedaría con ella.

Llegó la fecha de la ordenación sacerdotal. Faltaban cinco días para la ceremonia cuando Rosario se dio cuenta de que estaba embarazada. Entró en shock. Se dio cuenta de su embarazo cuando se había resignado a perder a “Fito”.

Habló con él. No sabía cómo iba a reaccionar. Recuerda que primero se mostró sorprendido y angustiado. Pero luego le dio mucho gusto. Le pidió que se fuera con él. Pero cuando ella le preguntó a dónde, no supo qué contestarle. Y cuando le preguntó si se ordenaría como sacerdote, le respondió que sí.

Las respuestas contradictorias de Fito confundieron más a Rosario. Entendió que también él estuviera en shock, pero confiaba en que, al final, actuaría con sensatez. Los días pasaron y “Fito” continuó con los preparativos para su ordenación sacerdotal.

Rosario fue a la ceremonia. Estaba convencida que, en el último momento, él pediría disculpas y saldría de la Iglesia. Pero se equivocó. Salió de la iglesia convertido en sacerdote. En ese momento, supo que ella sola se haría cargo de su hija.

El obispo de Parral envió a “Fito” a una parroquia de Guadalupe y Calvo. Rosario sabe que lo mandaron a una comunidad de la Sierra Tarahumara para alejarlo de Jiménez, con el fin de protegerlo.

Cuando la niña nació, hace más de un año, “Fito” la conoció y prometió que dejaría el sacerdocio para vivir con ellas. Rosario no le creyó.

Tenía razón, “Fito” regresó a su parroquia y nunca más volvió. Ocasionalmente le envía mensajes por el teléfono celular. En uno le propuso que se salga de su casa y que él la sostendría económicamente, pero le advirtió que no dejaría el sacerdocio.


Comentario:

Yo pregunto: aquí no ira hacer ningún comentario norberto? allá en Jímenez no ira a cerrar la iglesia? o que? a eso como se le puede llamar? porque por un ciento de personas que irrumpieron en la catedral para pedir que las campanas cesaran, se armo un mitote y un tango, por esto, que ira hacer? a quedarse callado como con nicolás aguilar?