LA "REFORMA" ENERGÉTICA VA
FRANCISCO RODRÍGUEZ
LA NOCHE DEL 31 de octubre quedó decidido. La entrega del sector energético a capitales y empresas privadas de México y de todo el mundo va. Es la que sigue en el orden al bat del Congreso mexicano, cuya actual Legislatura ya obtuvo un par de bases por bola en cuanto a las reformas del ISSSTE y la "hacendaria" se refiere. Porque no fueron hits, coincidirá usted conmigo. "Ponchados" en la historia reciente, diputados y senadores avanzaron sólo lo que la realidad de una oposición verdadera les permitió. Nada más.
Reunión la del último día de octubre encabezada por el señor Felipe Calderón en la residencia que ocupa desde hace casi un año. Asistieron representantes de las cámaras al Congreso de la Unión y, claro, los factores reales de poder. Quienes decidieron, pues.
Al señor Calderón lo veían turbado. Distante. "Tal vez porque venía regresando de Tabasco, donde había presenciado los estragos de la inundación y ya percibía la crisis de todos los tipos que se le avecinaba", comentó uno de los ahí y entonces reunidos.
La "reforma" energética, consensuaron, va.
Pero con un par de limitantes o condicionantes, le dijeron al ocupante de Los Pinos:
1) se anunciará en diciembre, pero se abrirá un compás para que se dictamine y, en su caso, se apruebe el próximo mes de marzo; en ese lapso podría convocarse a una consulta popular en la que se invite a expresar a sus opiniones a los factores involucrados…, excepto, claro, a la gran mayoría de los mexicanos que, como siempre, pagaremos los platos rotos, y
2) el artículo 27 de la vapuleada Constitución no se toca, esto es, la propiedad de los hidrocarburos en el subsuelo, se mantendrá cual originariamente está marcado en el texto de la Carta Magna: son de la Nación… cualquier cosa que tal quiera decir a estas alturas de la entrega paulatina de lo que es de todos los mexicanos.
Cuentan los ahí reunidos que, al escuchar esta segunda limitante, Calderón hizo una especie de mohín y expresó alguna cosa semejante a "¡así qué chiste!".
Y es que el compromiso con los poderes fácticos, nacionales sí, pero sobremanera extranjeros, es la apertura total. Que el petróleo, la generación de energía eléctrica, todo, pase a manos privadas. Mexicanos y prestanombres mexicanos que, al final del proceso, sean meros empleados de los grandes capitales que gravitan en torno a la familia Bush, misma que tiene a la sartén mundial por el mango.
Por tal reunión. Por los aprestos que, tras ella, ya se observan, fue que el tema central del discurso del señor López Obrador el más reciente domingo, se focalizó en ese tema. No a la "reforma" –en realidad entrega— del sector energético. Defensa férrea, sí, pero también anuncio de un plan de rescate de las industrias del sector energético, cual Pemex y la CFE, con la inversión de 400 mil millones de pesos, la mitad de los cuales se obtendrían reduciendo salarios y prestaciones de la alta burocracia.
La "reforma" –entrega, en realidad— del sector energético va. Todo está dado. Hasta la oposición a la misma.
LA NOCHE DEL 31 de octubre quedó decidido. La entrega del sector energético a capitales y empresas privadas de México y de todo el mundo va. Es la que sigue en el orden al bat del Congreso mexicano, cuya actual Legislatura ya obtuvo un par de bases por bola en cuanto a las reformas del ISSSTE y la "hacendaria" se refiere. Porque no fueron hits, coincidirá usted conmigo. "Ponchados" en la historia reciente, diputados y senadores avanzaron sólo lo que la realidad de una oposición verdadera les permitió. Nada más.
Reunión la del último día de octubre encabezada por el señor Felipe Calderón en la residencia que ocupa desde hace casi un año. Asistieron representantes de las cámaras al Congreso de la Unión y, claro, los factores reales de poder. Quienes decidieron, pues.
Al señor Calderón lo veían turbado. Distante. "Tal vez porque venía regresando de Tabasco, donde había presenciado los estragos de la inundación y ya percibía la crisis de todos los tipos que se le avecinaba", comentó uno de los ahí y entonces reunidos.
La "reforma" energética, consensuaron, va.
Pero con un par de limitantes o condicionantes, le dijeron al ocupante de Los Pinos:
1) se anunciará en diciembre, pero se abrirá un compás para que se dictamine y, en su caso, se apruebe el próximo mes de marzo; en ese lapso podría convocarse a una consulta popular en la que se invite a expresar a sus opiniones a los factores involucrados…, excepto, claro, a la gran mayoría de los mexicanos que, como siempre, pagaremos los platos rotos, y
2) el artículo 27 de la vapuleada Constitución no se toca, esto es, la propiedad de los hidrocarburos en el subsuelo, se mantendrá cual originariamente está marcado en el texto de la Carta Magna: son de la Nación… cualquier cosa que tal quiera decir a estas alturas de la entrega paulatina de lo que es de todos los mexicanos.
Cuentan los ahí reunidos que, al escuchar esta segunda limitante, Calderón hizo una especie de mohín y expresó alguna cosa semejante a "¡así qué chiste!".
Y es que el compromiso con los poderes fácticos, nacionales sí, pero sobremanera extranjeros, es la apertura total. Que el petróleo, la generación de energía eléctrica, todo, pase a manos privadas. Mexicanos y prestanombres mexicanos que, al final del proceso, sean meros empleados de los grandes capitales que gravitan en torno a la familia Bush, misma que tiene a la sartén mundial por el mango.
Por tal reunión. Por los aprestos que, tras ella, ya se observan, fue que el tema central del discurso del señor López Obrador el más reciente domingo, se focalizó en ese tema. No a la "reforma" –en realidad entrega— del sector energético. Defensa férrea, sí, pero también anuncio de un plan de rescate de las industrias del sector energético, cual Pemex y la CFE, con la inversión de 400 mil millones de pesos, la mitad de los cuales se obtendrían reduciendo salarios y prestaciones de la alta burocracia.
La "reforma" –entrega, en realidad— del sector energético va. Todo está dado. Hasta la oposición a la misma.