LA SOLEDAD DEL ESPURIO, NI SU SOMBRA LO ACOMPAÑA
Háblame de tú
Jorge Carrillo Olea
Una de las primeras reglas que Fox impuso al llegar al poder fue, sin distinción alguna, la de háblame de tú. De la misma manera, él se dirigía a generales que a secretarios, gobernadores o pueblo en general. Con esta equivocada actitud democrática, que se daba en él por su profunda ignorancia de los cánones de la relación humana a ese nivel, destruyó una estructura de autoridad no escrita de correlación entre las jerarquías, las antigüedades, las precedencias profesionales, edades y tantas cosas más.
No era cosa de protocolo ni de falsos respetos. Era algo que tenía efectos en la vida diaria de las instituciones y las hacía trabajar por encima de sus reglamentaciones oficiales. El tú estaba reservado para personas de semejante edad y semejante jerarquía, pero nunca operaba en otro sentido.
Esto era una estructura informal que al faltar está dando por resultado pendencias y rivalidades. Esto en su conjunto es, con mucho, una de las razones por las cuales el Presidente está cada día más solo y más enredado. Sus torres, alfiles y peones, en vez de cumplir con sus funciones, están empeñados en los conflictos que ya se mencionaron y en la lucha por el poder.
Esta conflictividad se da en la generalidad del gobierno y aunque no se crea al interior mismo de Los Pinos. Son ya del dominio público los enfrentamientos entre el procurador general de la República y el secretario de Seguridad Pública y de éste con el de Gobernación. El secretario de la Defensa tiene bronca con varios, pero su jerarquía militar, sobriedad y experiencia le da una colocación distinta. Y en la casa presidencial, el jefe de la Oficina contra el secretario de Gobernación, con el secretario particular, los asesores, el director del Cisen...
Con este elenco y sus conductas irresponsables se pregunta uno ¿cómo podría el Presidente lidiar con Elba Esther, el EPR, la canasta básica y sus precios en aumento; con el ya pagado costo político del gasolinazo aunque aún no haya entrado un centavo todavía al erario; los gobernadores insurrectos? ¿Cómo lidiar contra el crimen y el narcotráfico; los sindicatos en rebeldía y beligerantes; Andrés Manuel López Obrador, que está a la espera de la menor ebullición social para adueñarse de ella y magnificarla?
La realidad desacredita a Calderón; en fin, ¿para qué seguir?
Por eso está enojado el Presidente. Por su soledad y sus escasos espacios de gobierno, porque parece que todo está ya hipotecado, porque suenan en sus oídos los reclamos más que la solidaridad.
Un trato más formal no hubiera resuelto tampoco estos problemas, pero sí hubiera creado un ambiente más propicio, solidario y de mayor efectividad, lo que el Presidente hubiera capitalizado enormemente. ¡Un equipo trabajando con un fin único! ¿Quién se hubiera atrevido a hablar de tú o desacatar una simple sugestión a ese gran señor que fue el licenciado Arsenio Farell o el licenciado Reyes Heroles, el embajador Alfonso de Rosenzweig o el doctor Soberón?