QUIEN PIERDE MAS CUANDO UN DESASTRE NATURAL AFECTA A MEXICO?
María Teresa Jardí
viernes, 24 de agosto de 2007
Informando, desde "el lugar de los hechos", para un noticiero informativo, Carlos Loret de Mola, desde Tecolutla, Veracruz, decía que "Dean era el huracán de los pobres".
¿Y cuál no?, me preguntaba, escuchándole decir lo tan obvio. ¿Qué huracán no es un huracán que sólo perjudica a los pobres? Todos los son.
Son los pobres y, a veces, como en el caso de Dean, los pobres de entre los más pobres, los que pierden sus cosechas, que son, en general, su único medio de vida.
Los pobres son quienes pierden sus animales y son los que pierden las precarias casas donde sobreviven en medio de la miseria.
Los ricos no pierden nunca. En el caso de los hoteles es un negocio hacerlos en la playa para reconstruirlos cada vez que se pueda que es cuando conviene que así sea.
Los gobiernos reciben la ayuda a raudales. Ayuda que, una y otra vez, se les envía desde cualquier lugar del planeta, a pesar de que ya se sabe que, una y otra vez, unos cuantos vivales, políticos, funcionarios, empresarios y familiares de ambos, hacen negocio con ella.
Y reciben ayuda sobre todo de otros pobres, que se conduelen de esos pobres, tan pobres como ellos, pero más afectados, en ese instante, por el evento.
Los pobres saben lo que es ser pobre y perderlo todo y por eso los pobres son generosos incluso con lo que no tienen.
Lo de los huracanes y las sequías e incluso los temblores son negocio para empresarios/funcionarios y políticos/empresarios.
Los ricos no pierden ni sus cosechas ni sus animales ni sus casas. Pero los ricos ganan con la reconstrucción de los que sí las pierden y aumentando los precios de los alimentos y volviendo a venderles, cuando pueden comprarlos, algún animal viejo o tísico que a ellos ya no les sirve como negocio más que para venderlo a los pobres.
Los ricos viven en casas construidas con materiales que impiden las afectaciones que pueden prevenirse con los avances tecnológicos.
Los ricos tienen el aire acondicionado necesario para controlar la humedad. Los ricos resguardan en lugares protegidos a sus animales y tienen el agua, que a los pobres se escatima, para sus animales en caso de sequía.
Los agricultores ricos tapan sus siembras ante la amenaza de una contingencia, lo mismo da la que sea.
Los pobres son los únicos afectados y son los que pierden siempre.
Quedan cada vez menos dudas de que Dios sólo come en la mesa del patrón. Aunque, quizá, lo haga por aquello de que de los padres fascistas nacen los hijos que van a convertirse en revolucionarios.