CONJETURAS
Por Alvaro Cepeda Neri
viernes, 24 de agosto de 2007
Los ultras, los yunques y los anticalderonistas, encabezados por Espino-Espina desde el PAN y, desde dentro, Alberto Cárdenas y José Luis Luege, están incendiando la casa de Calderón en un acto de exorcismo político para deslindar los campos. Los pirómanos (Abascal y los suyos) también están hartos del "liberalismo", no económico, sino político, de Calderón y su robo de banderas al centro-izquierda. Y le reprochan no haber iniciado la cruzada teocrática y radical para desmantelar la educación laica y, en general, el Estado laico.
La información respecto a los preparativos sinarquistas y yunquistas para con sus facciones, donde están afiliados los (des)gobernadores de Jalisco y Guanajuato, constituir un nuevo partido político-religioso, han generado un incendio para el cual Calderón no tiene apagafuegos. Y Manuel Espino es un neonazi dispuesto a todo, sabiéndose fuera del PAN por los mensajes de que no será reelecto. Como los malos boxeadores, Calderón y sus operadores: Nava, Martínez, Mouriño y Solá, telegrafiaron el golpe, en lugar de asentarle a Espino un contundente puñetazo y con camisa de fuerza enviarlo a un consulado... al exilio.
Panistas a la Gómez Morín, neopanistas y oportunistas (como Creel), entraron en crisis con el triunfo del foxismo y la primera alternancia frustrada y, de plano, se escindieron entre calderonistas y anticalderonistas. Las alas ultra-conservadoras con resabios cristeros agazapados en El Yunque y las alas derechistas con tendencias liberales, religiosamente creyentes, pero no fundamentalistas. Y al dejar, con toda la perversidad de Fox y Mart(h)a, a Manuel Espino en la cúpula del PAN, fue el encendedor del fuego que lleva visos de arrasar con la unidad panista.
Uno de los más activos pirómanos es René Bolio Hallorán, quien sigue cobrando jugoso sueldo en CONAGUA (y quien con su jefe Luegue Tamargo organiza misas en la institución y obligan a todos los empleados pasándoles lista). Son demócratacristianos a la derecha de la derecha, agrupados en el Movimiento de Participación Solidaria, y su ideólogo es Christophe Pierre, el Nuncio que representa al Papa, dispuesto a imponer una sola Iglesia, una religión, postular a sacerdotes para cargos públicos y desmantelar el laicismo en la educación.
La pradera política está seca y hay muchos frentes abiertos, Calderón no puede desactivar a los incendiarios de su partido, y Espino y compañía ya le prendieron fuego a la casa común de los panistas, mientras los incendiarios huyen en tropel al grito de "¡Religión y Fueros!". Los desertores claman venganza para reivindicar a Iturbide (mientras engullen chiles en nogada), maldicen a Hidalgo, quieren santificar a Maximiliano como mártir y buscan eliminar a Juárez para abrogar la Constitución vigente. Como primer punto de su programa está prenderle fuego a la casa de Calderón, como un exorcismo, no para sacarle el Chamuco a los calderonistas, sino para deshacerse de los pecadores que no comulgan con los ultras, los conservadores rancios y los yunquistas.