UN TEMA OLVIDADO POR LOS MEXICANOS
Siempre
Guillermo García Oropeza
* En el eterno, obsesivo análisis de los acontecimientos políticos, parecería que
* México tiene dos adicciones: la mayor, la televisión, y la menor, la política.
* Dedicamos al tema infinidad de horas sin llegar nunca a ningún lado, por supuesto.
Pero en este análisis político hay ciertos temas olvidados. Uno de ellos es, sin duda, la nutrición. Eso queda para ciertas mujeres excéntricas o maniáticas y a los profesionales del caso. La nutrición merecería convertirse en uno de los grandes temas nacionales de discusión y, claro, de acción efectiva. Pero una nube de ignorancia, una inercia de tradiciones, una serie muy compleja de actitudes se suman para aumentar la confusión.
Por otra parte, estamos siendo bombardeados por una publicidad de todo tipo, pero especialmente televisiva donde se predica lo que yo llamaría la “antinutrición” con una perversidad muy capitalista y muy norteamericana.
La familia publicitaria de la tele —criolla y burguesita— es una gran consumidora de alimentos chatarra o de alimentos supuestamente enriquecidos con “vitaminas y minerales”, y después de recomendar productos dañinos o inútiles se limpian la conciencia los publicistas con un letrerito que nos invita a comer frutas y verduras. Estamos frente a un panorama de alimentos débiles, si no es que muertos, productos de grandes transnacionales y sostenidos sólo por la imagen que les proyecta la publicidad.
Nada sería más urgente que se nombrara un gran comisionado de alimentos pero... ¿cómo encontrarlo ético e incorruptible en este régimen Calderón-Gordillo?; está en chino. Lo mejor sería que la sociedad civil fuera produciendo sus defensas ante la invasión de la chatarra.
Y de ahí surge una gran paradoja: este país tiene al mismo tiempo desnutrición en el México de la pobreza extrema (¿25 millones?), mientras que el México que come a llenar la panza está expuesto a los múltiples males de la obesidad. Avitaminosis o diabetes parecerían ser los cuernos del dilema. Un dilema en el que se conjuntan muchos factores: economía, cultura, imperialismo, prejuicios, decadencia de la agricultura y en la base de todo una alegre inconciencia.
Históricamente pasamos de una alimentación tradicional —tortillera y grasosa— a una “industrializada” donde los alimentos han perdido su frescura y fuerza y se han contaminado con “químicos”. Y esto incluye a productos naturales como los huevos, la carne y, mucho me temo, los mariscos mismos. México carece además de un mercado paralelo de alimentos confiables como se está dando ya en Europa. Más caritos, pero naturales. Aquí no hay cómo defenderse.